La voz de Camila Fernández parece tener un eco antiguo, uno que recuerda a Vicente y Alejandro, pero que al mismo tiempo suena distinto, más íntimo. Su nuevo álbum, La Fernández no es solo un homenaje a sus raíces, sino una afirmación de identidad. En este trabajo musical, la joven cantante mexicana se asume como heredera de una dinastía que ha marcado la historia de la música, pero también como la mujer que está lista para abrir su propio camino dentro de ese legado.
“Mi primer álbum de mariachi, que se llama ‘Camila Fernández’, fue mi carta de presentación para la gente que esperaba mucho de mí”, recuerda. “En ese disco mostré las canciones que me acompañaron, con las que crecí y con las que le tomé amor a la música”, aseveró. Aquella primera entrega mezclaba temas inéditos con los clásicos que marcaron su infancia. Pero ahora, con La Fernández, la historia cambia: “Es el disco que más me representa; siento que ninguno anterior me había descrito así”.
Grabado en Hermosillo, bajo la producción de Orlando Aispuro —el mismo productor de Carín León—, este álbum reúne la esencia de su tierra, de su linaje y de su propio corazón: “Nunca había estado allá y me enamoré de todo: de la gente, de la comida y de la energía. Estoy feliz de haber hecho este proyecto tan bonito y con tanta alma porque siento que todas las canciones son especiales”.
El título, por supuesto, no es casual. “Todo el mundo está acostumbrado a ‘el Fernández’ vestido de charro frente a un mariachi, pero yo soy la primera mujer Fernández vestida de charro, cantándole al despecho”, afirma. En esa simple frase se resume una historia de herencia, pero también de transformación.
Camila Fernández creció bajo el brillo —y el peso— de un apellido que es un símbolo nacional. “Estoy muy orgullosa de todo lo que hizo mi abuelo y de lo que ha hecho mi papá, Alejandro. Espero que algún día yo también pueda poner el nombre de México muy en alto; para eso estoy trabajando. No dejo que el apellido me opaque, sino que lo tomo como una bendición y un orgullo, como un ejemplo. Desde muy chiquita me dieron el ejemplo de ser disciplinada, entregada y humilde, y de ser siempre yo misma: auténtica, con una esencia y una personalidad muy marcadas”, dice sin pretensiones, pero con gratitud.
En La Fernández esa autenticidad se siente en cada verso. Hay despecho, nostalgia, amor y redención. “La tradición está ahí porque debe estar, porque soy yo”, dice. Pero también hay un deseo de renovación: “Con el disco ‘Camila Fernández’ me di cuenta de que no todo México escucha mariachi. Por eso ahora quise ponerle un toque más regional, un tanto norteño, sin dejar de lado la ranchera”.
Camila Fernández acompaña la gira ‘De Rey a Rey’, de Alejandro Fernández
Actualmente, Camila acompaña a su padre por toda Latinoamérica en la gira De Rey a Rey, un tributo de Alejandro a Vicente Fernández. Sobre el escenario, padre e hija comparten no solo canciones sino historia: “Siempre le pido la bendición antes de salir, porque para mí, si él no me la da, no estoy protegida”, confiesa. “Aprovecho mucho tenerlo ahí conmigo, porque arriba del escenario es solo mío y de nadie más. Hemos conectado muy bien y estoy muy orgullosa de él”.
Para ella, la gira simboliza algo más grande que un encuentro familiar. Es el puente entre tres generaciones de una misma sangre artística. “Es muy bonito. Lo había pensado así, que justo con esta gira de ‘De Rey a Rey’ pase eso. Él canta las canciones de mi abuelo, canta las suyas, y yo soy quien abre el concierto con mis propias canciones. Es un sueño cumplido: compartir toda nuestra historia familiar, todo el legado, y que el público forme parte de esa historia”, comentó en su charla con Vea.
El proyecto pendiente con Vicente Fernández
Hablar de Camila Fernández sin mencionar al “Charro de Huentitán” es imposible. En su voz hay rastros de las enseñanzas de su abuelo, aquel hombre que convirtió el mariachi en sinónimo de México. “Él era muy estricto y muy detallista con todos sus arreglos y con sus canciones, y yo soy igual que él. En eso nos parecemos muchísimo”, menciona con una sonrisa que refleja ternura. “Me enseñaba cada canción con todo detalle, y yo lo entendía perfectamente. Era muy divertido”.
Pero también hay una herida que aún duele. Camila reveló a Vea que hubo un proyecto que nunca pudo concretar con él: “Íbamos a grabar la canción ‘Quisiera saber’, pero ahí fue cuando lo metieron al hospital porque le dio cáncer de hígado. Después, por no molestarlo en su recuperación no le dije nada, y luego esa canción la grabó mi papá con Juan Gabriel. Dije: ‘pues bueno, ya la grabó él, y es un rolón’. Pero ahora entiendo que sí debí haberlo molestado, que no debí quedarme callada”.
Su primer álbum de mariachi, recuerda, fue idea del propio Vicente Fernández. “Lo empecé a hacer como si hubiera sido un reto, como de ‘tata, te voy a impresionar’. Pero de la noche a la mañana regresó al hospital, y ya luego no alcanzó a escucharlo”, afirma sin dramatismo, pero con el nudo invisible de quien canta para sanar. Porque cada nota, cada acorde y cada lágrima de La Fernández parece tener un solo propósito: mantener viva la voz de su abuelo, la fuerza de su padre y, sobre todo, la suya propia.
En esa mezcla de nostalgia y orgullo, Camila Fernández ya no solo pertenece al linaje de los Fernández. Ahora, la dinastía tiene su propia reina.
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