Por años, Roberto Manrique supo que las decisiones más pequeñas pueden cambiar el rumbo de una carrera. Y, en su caso, bastó algo tan simple como dejarse el bigote para abrirle la puerta a un nuevo papel. “Me lo dejé unos meses antes del casting, quería darle un giro a mi look para que la gente me viera diferente”, cuenta entre risas. Lo que no imaginaba era que ese detalle se convertiría en el primer paso hacia ‘La venganza de Analía 2’, donde interpreta a Sebastián Casas. “Incluso olvidé que había hecho ese casting, y unas semanas después recibí la noticia. Tres días más tarde ya estaba viviendo en Bogotá”.
La historia de Manrique con esta producción tiene un sabor especial. Aunque ha interpretado personajes llenos de acción, este papel le permitió explorar otras capas. Sebastián es fuerte y rudo, pero también vulnerable frente a Analía. “Esa dicotomía me encantó. Me permitió interpretarlo de una forma muy distinta a mis personajes anteriores”, explica. Hay otro detalle que hace que este proyecto sea especial: “Mi carrera la hice en Colombia, pero la mayoría de las producciones en las que participé eran internacionales, hechas aquí por encargo. ‘La venganza de Analía’ fue mi primera producción 100% colombiana. Fue como cumplir un deseo”.
El salto de Ecuador a Colombia
Antes de que Colombia se convirtiera en su segunda casa, Manrique ya tenía una carrera consolidada en Ecuador. Pero la inquietud por ir más allá lo empujó a cruzar fronteras. “Sentía una sed muy grande de que pasara algo más, y para eso tenía que moverme. El producto ecuatoriano no se exportaba en ese entonces, y tristemente aún no se exporta. No podía quedarme esperando que la vida me lo diera de la nada”.
En 2005, conoció a Alejandra Borrero y las novelas colombianas vivían un auge. Llegó decidido a abrirse camino, aunque no fue fácil. “Me tomó un par de años conseguir estabilidad. Fueron retos laborales y económicos muy duros, pero también momentos bonitos, porque me obligaron a ver de qué era capaz. Pasé de ser un joven cómodo en casa de sus padres a un actor que tuvo que salir de su zona de confort. Aquí formé carácter, aprendí a valorar las cosas y construí un hogar con amigos y familia”.
El reto de salir de la zona de confort
La travesía no estuvo exenta de momentos críticos. “Hubo días en los que me despertaba con mil pesos y no sabía qué comer. Eso me pasó unas tres veces”, recuerda. En esas ocasiones, la vida le enviaba pequeñas señales para seguir adelante. “Siempre pasaba algo maravilloso. Un amigo que me invitaba a almorzar o, como un día, cuando vivía en una habitación en la casa de Alejandra Borrero, ella me escribió: ‘Papacito, sobró un montón de comida china de anoche, come lo que quieras’. Para mí fue una bendición… y la comida china es mi favorita”.
Su primer gran golpe de suerte llegó con ‘Victoria’, en 2007. El casting coincidía con un comercial que le habría dado respiro económico, pero eligió la audición. “Me dije: ‘No me voy a dejar engañar por la necesidad, voy a enfocarme en mi objetivo’. Quedé con el papel de Sebastián Villanueva, uno de los más importantes de mi carrera”.
Después vendrían personajes tan distintos como Kike Salinas en ‘Marido en alquiler’, que le permitió explorar el humor, y su paso por ‘Sin senos sí hay paraíso’. En teatro, destaca su participación en ‘Peter Pan’, y en cine, ‘Traslúcido’, la película que produjo y protagonizó. Esta última tiene un tema muy personal: “Habla sobre la naturalidad de la muerte y se conecta mucho con la historia de mi padre, que nos enseñó a no temerle cuando enfrentó su cáncer”.
Manrique no teme a cambiar de registro. “La mayor magia está en el cambio. La mayoría de mis personajes han sido ‘buenos’, pero cuando me toca interpretar algo oscuro, lo disfruto mucho”. Uno de los roles que más le exigió fue en el corto ‘One to One’, donde encarnó a un abusador. “Fue complejo y doloroso, pero me demostré que podía ir más allá”.
Redes sociales y vida personal
En la era digital, el actor entiende que las redes son parte clave del negocio. “Es a lo que más me dedico y no puedo descuidarlo. Siempre he sabido manejar una línea clara entre mostrarme transparente y mantener mi vida privada”.
Hoy, Roberto Manrique mira hacia atrás y ve un camino marcado por la valentía de dejarlo todo para empezar de nuevo, la disciplina para mantenerse firme y la sensibilidad para encontrar belleza incluso en los momentos más duros. Lo que empezó con un bigote es, en realidad, la continuación de una historia que lleva escribiendo desde hace dos décadas: la de un actor que no teme reinventarse para seguir conquistando al público, dentro y fuera de la pantalla.

