La familia real británica atraviesa momentos de duelo tras conocerse la muerte de Katharine Worsley, duquesa de Kent, a los 92 años. La noticia, confirmada en un comunicado oficial del Palacio de Buckingham, ha generado conmoción en el Reino Unido al tratarse de una de las figuras más cercanas a la reina Isabel II y al príncipe Eduardo, con quien estuvo casada por más de seis décadas.
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Lo que se sabe sobre la muerte de la duquesa Katharine Worsley
El texto señala que la duquesa murió de manera pacífica en el Palacio de Kensington, rodeada de su familia.
“El Rey, la Reina y todos los miembros de la Familia Real se unen al Duque de Kent, sus hijos y nietos para lamentar su pérdida y recordar con cariño la devoción de toda la vida de la duquesa a las organizaciones con las que estuvo vinculada, su pasión por la música y su empatía hacia los jóvenes”, recoge el comunicado.
El rey Carlos III decretó luto oficial hasta la fecha de su funeral, cuyos detalles serán anunciados en los próximos días. Mientras tanto, la familia real británica y el personal de palacio han comenzado a cumplir con las disposiciones de duelo, que incluyen portar brazaletes negros en actos públicos.
¿Quién fue Katharine Worsley?
Katharine se casó con el príncipe Eduardo, primo de la reina Isabel II, en 1961, en una boda celebrada en la catedral de York que marcó un hito al ser la primera ceremonia real allí en más de seis siglos. Con él tuvo tres hijos —George, conde de St. Andrews; Helen Windsor; y Nicholas Windsor—, además de diez nietos, entre los que figuran Lady Amelia Windsor y Lady Marina Windsor. Sin embargo, también atravesó momentos difíciles: en 1975 perdió un embarazo y dos años después dio a luz a un hijo muerto, episodios que marcaron profundamente su vida.
Nació en 1933 en Yorkshire, y fue la única hija de William Arthington Worsley, cuarto baronet, y Joyce Morgan Brunner. Aunque no tenía linaje real, provenía de una familia acomodada con raíces históricas, entre ellas la figura de Oliver Cromwell, político y militar que en el siglo XVII impulsó la ejecución del rey Carlos I.
Más allá de su rol institucional, la duquesa se distinguió por su sensibilidad y un carácter poco convencional dentro de la monarquía británica. En 1994 sorprendió al convertirse al catolicismo, algo inusual entre los Windsor desde el siglo XVII. Además, tras retirarse de la vida pública en 2002, optó por un perfil más discreto y pidió ser llamada simplemente “Katharine”, renunciando al tratamiento de “Su Alteza Real”.

