El capítulo 26 del Desafío Siglo XXI, emitido el miércoles 6 de agosto por Caracol Televisión, dejó al descubierto fracturas internas en las alianzas entre equipos, roces personales que amenazan la convivencia, y nuevos movimientos que podrían redefinir el rumbo de la competencia. La tensión fue protagonista en una jornada marcada por acusaciones, advertencias y actitudes que no pasaron desapercibidas para los televidentes ni para los propios desafiantes.
Desde el inicio del episodio, la atmósfera estaba cargada. La entrega de los chalecos de sentencia removió viejas heridas, y uno de los momentos más comentados llegó de parte de Eleazar, actual capitán del equipo Alpha, quien no se guardó nada al quedar sentenciado nuevamente. En un tono firme y molesto, acusó a algunos participantes de traicionar su palabra, asegurando que “no tienen palabra de hombre”. Su declaración, directa y sin filtros, generó incomodidad y abrió el debate sobre la solidez de las alianzas que hasta ahora habían marcado el ritmo del juego.
¿Qué pasó con Sathya?
Las tensiones se extendieron más allá del equipo Alpha. En Omega, el ambiente también se tornó tenso cuando Sathya, una de las competidoras más observadas desde su traslado de equipo, fue vista secando sus medias cerca de la piscina. Aunque en principio podría parecer un gesto inocente, despertó suspicacias debido a que su equipo no tiene acceso a ese servicio tras haber quedado en segundo lugar en la prueba de beneficios. Andrey, uno de sus compañeros, no dudó en advertirle con un contundente “cuidado con la piscina, Sathya”, dejando claro que incluso los movimientos más pequeños pueden generar malestar dentro del grupo. A su vez, Katiuska expresó su molestia, cuestionando la actitud de su compañera y sembrando dudas sobre la convivencia futura.
La jornada no dejó grandes enfrentamientos físicos, pero sí un desgaste emocional evidente. Las palabras pesaron más que los músculos en este episodio, y el juego estratégico comenzó a mostrar fisuras. Algunos participantes empiezan a replantear sus lealtades, y otros parecen dispuestos a asumir el rol de antagonistas para mantener su posición dentro del reality.
A pesar de que no se conoció un nuevo eliminado, el capítulo sirvió como antesala de lo que promete ser una reconfiguración en las dinámicas internas de los equipos. La mezcla de reproches, advertencias y miradas desconfiadas sugiere que lo peor aún está por venir. La convivencia, ya de por sí compleja, se complica con cada capítulo, y los retos dejan de ser únicamente físicos para convertirse en verdaderas pruebas de carácter, estrategia y resistencia emocional.
Con este panorama, el Desafío Siglo XXI continúa consolidándose como uno de los programas más vistos de la televisión colombiana. Los seguidores del formato no solo están atentos a las competencias, sino también a los giros inesperados que, como el del episodio 26, ponen a prueba el temple de los participantes y mantienen al público al borde del asiento.

