Cuando Juan Pablo Urrego leyó por primera vez los libretos de Delirio, entendió que no estaba frente a una serie más. Adaptada por Verónica Triana y Andrés Burgos a partir de la novela homónima de Laura Restrepo, la producción se sumerge en los recovecos de una familia fracturada, mientras abre espacio para un tema que durante años fue casi un susurro: la salud mental.
‘El Midas’, el personaje que Urrego encarna, parece a simple vista un joven noble y tierno, pero su vida está atravesada por la vergüenza de su origen humilde y la contradicción de ganarse la vida por caminos cuestionables. “Inicialmente, ‘El Midas’ parece un personaje puro, tierno y bondadoso, pero carga con una gran vergüenza por el lugar del que viene. Es muy inteligente, pero termina ganándose la vida de manera indebida”, explica el actor en entrevista con Vea. Esa dualidad, entre lo que muestra y lo que esconde, convierte al personaje en alguien más humano que heroico, roto por dentro, como buena parte de los personajes que lo rodean.
Además de la complejidad de ‘El Midas’, Juan Pablo Urrego destaca la atmósfera particular que construye la serie: un mundo donde las apariencias pesan más que las palabras y donde cada gesto está cargado de historia. Esa tensión constante entre lo que se dice y lo que se calla es, según el actor, lo que le da a la producción un pulso tan especial y la acerca al espectador desde la honestidad.
Entre el amor, la culpa y los silencios familiares
La vida de ‘El Midas’ está marcada por relaciones que nacen de heridas profundas: el amor sincero que siente por Agustina, que ve en él un refugio, y la rivalidad con Eugenia, que funciona casi como un espejo que le recuerda sus propios miedos. Más que dibujar a un villano o un mártir, Juan Pablo Urrego quiso mostrar a un hombre que busca afecto mientras carga con la culpa. “Así como Agustina y Eugenia hacen parte de una familia rota, él también está roto y tiene sus propios conflictos”, reflexiona.
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Para el actor, construir el personaje implicó hacerse preguntas más que encontrar respuestas: ¿por qué alguien aparentemente noble toma decisiones oscuras? ¿Qué peso tienen las heridas que nunca se nombran? Esa mirada le dio al personaje densidad y contradicción, alejándolo del estereotipo y haciéndolo más real.
Llevar la historia de la novela a la pantalla tampoco fue sencillo, pero Urrego destaca que la adaptación respetó la esencia de los personajes. “Lo que estaba en el libreto era magnífico. La adaptación que hicieron Verónica Triana y Andrés Burgos fue muy fina. Por eso estaba fascinado y me sentí muy cómodo con lo que debía interpretar, tanto el personaje como sus relaciones y los caminos que recorre en la serie”, cuenta. Gracias a ese trabajo, los actores pudieron evitar el dramatismo superficial y centrarse en mostrar emociones verdaderas.
Esa fidelidad no significa repetir la novela palabra por palabra, sino traducir su espíritu a imágenes y silencios. Según Juan Pablo Urrego, el desafío más grande fue darle vida a esa fragilidad sin exagerarla, dejando que el público perciba el quiebre interno de El Midas en sus miradas, gestos y contradicciones.
La salud mental como centro del relato
Más allá de las tensiones familiares y de los amores imposibles, Delirio abre una conversación que durante años permaneció al margen: la salud mental. En la serie, las crisis emocionales no se presentan como adornos, sino como síntomas de culpas heredadas y silencios que pesan más que las palabras. “Antes la salud mental no existía como tema de conversación y no tenía la importancia que hoy le damos muchos de nosotros”, recuerda Juan Pablo Urrego.
Para el actor, visibilizar este tema es más que una decisión narrativa: es una necesidad colectiva. “Creo que deberíamos tener un poco más de compasión y estar atentos a lo que pasa a nuestro alrededor, para ver en qué podemos ayudar”, dice. A veces, insiste, algo tan sencillo como una llamada o una charla puede marcar la diferencia para alguien que atraviesa un mal momento.
Aunque ‘El Midas’ se mueve en un mundo donde la ilegalidad es parte del día a día, Urrego prefirió no mirarlo como un villano. Su decisión fue retratar a un hombre que, pese a sus errores, busca cariño y sentido. Esa elección hace que el espectador se acerque más: no para justificarlo, sino para entender que detrás de cada gesto puede esconderse una historia de dolor.
El público, al final, no solo se encuentra con una historia de traiciones o secretos, sino con un espejo incómodo que recuerda que nadie está libre de grietas internas. “Series como ‘Delirio’ llevan el debate sobre salud mental al centro de la mesa, y eso para nosotros es muy importante”, concluye Juan Pablo Urrego. Entre secretos, culpas y silencios, ‘El Midas’ se convierte en un recordatorio de que las heridas que no se nombran suelen ser las más profundas. En ese mundo de secretos, tal vez el mayor acto de valentía no sea luchar contra un enemigo externo, sino atreverse a hablar de lo que duele.
