Turismo
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Un panamá inexplorado

Una cultura desconocida y una fauna y flora privilegiadas han llevado a impulsar el ecoturismo en el país centroamericano, una nación que desde hace más de una década se ha convertido en una parada casi obligatoria para los trotamundos.

Eduardo Maldonado
18 de noviembre de 2010 - 04:59 p. m.

Los centros comerciales y las playas son quizás los responsables de que en el último año más de un millón de viajeros hayan tocado suelo panameño. Sin embargo, hay otro tipo de turismo que viene creciendo a pasos agigantados: el turismo ecológico.

Y es que no era para menos, ya que Panamá posee un clima y una riqueza natural envidiables. Sus bosques tropicales, lluviosos, frondosos y antes inexpugnables, reciben hoy a miles de turistas dispuestos a conocer la flora y la fauna del continente centroamericano.

Con 207 mil hectáreas, el Parque Internacional La Amistad, que se extiende en las montañas de la cordillera central panameña hasta Costa Rica, es quizás el primero de 15 parques nacionales, 12 reservas forestales y 10 refugios de vida silvestre que hay que visitar. Durante las largas caminatas que se pueden emprender por senderos como La Cascada o El Retoño los visitantes podrán observar una extensa y diversa cantidad de aves (se calcula que habitan el país más de 425 especies), de las que se impone el águila harpía, la más poderosa del mundo.

Muy cerca de este parque se pueden visitar las históricas islas de Bocas del Toro. Este archipiélago, al que llegara Cristóbal Colón en 1502, es muy interesante para el extranjero ya que en él confluyen cultura y naturaleza. Durante el día usted podrá aprovechar las playas de agua cristalina del Caribe panameño, mientras que en las noches tendrá la oportunidad de conocer lo mejor de las tradiciones afroantillanas expresadas a través de la comida y los bailes nativos.

Por otro lado, si lo que se busca es adrenalina, lo más recomendable es penetrar las entrañas del Parque Nacional Barú, ubicado en la provincia de Chirqui, donde, gracias al gran número de ríos y a la variación del terreno, usted encontrará el escenario  perfecto  para practicar deportes extremos como el rappel y el canopy.

Otra de las diversificaciones que ha venido sufriendo el turismo de este país en el último lustro es el etnoturismo, que radica en visitar e interactuar con grupos étnicos indígenas con el fin de conocer sus culturas. Con ese fin, el destino más importante sería el Archipiélago de San Blas, donde sobrevive la más conocida de las etnias panameñas, la Kuna.

Además de poder encontrar las coloridas y famosas molas, el turista podrá observar su arquitectura. Las casas son construidas a un par de metros sobre las arenas blancas características de esa zona del litoral Caribe, con paredes hechas de caña brava y techos de paja seca.

Esa es la Panamá inexplorada. La de los senderos, la de los ríos, la de las aves, la de sus ancestros. Aquella del pasado que se niega a desarrollarse en gigantescas torres de acero y cristal.

Por Eduardo Maldonado

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