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Yo estuve en la evaluación de las vacunas contra el Covid-19

Uno de los hitos de 2021 fue el desarrollo de las vacunas contra el coronavirus. Evaluarlas y aprobarlas ha sido un reto enorme, en el que han participado científicos de varios países. Una de estas investigadoras relata los desafíos de esa compleja tarea.

María del Pilar Lemos*
27 de diciembre de 2021 - 04:51 p. m.
Una de las investigadoras relata los desafíos de evaluar las vacunas contra el nuevo coronavirus.
Una de las investigadoras relata los desafíos de evaluar las vacunas contra el nuevo coronavirus.
Foto: El Espectador - Gustavo Torrijos Zuluaga

He podido ser parte del impresionante esfuerzo de miles de personas que trabajaron sin descanso para lograr la aprobación de cinco vacunas seguras y eficaces para la lucha contra el covid-19. Ha sido un llamado a contribuir con soluciones eficaces, que ofrezcan una mayor seguridad en las interacciones sociales, educacionales y económicas. Son logros que previenen 5-6 de cada 7 casos de hospitalización y muerte en esta pandemia. Agradezco a cada voluntario, el personal médico, cada científico y cada gobierno que hizo posible este esfuerzo coordinado.

Es increíblemente emocionante contribuir a la evaluación de tecnologías que ofrecen a largo plazo la oportunidad de un desarrollo y producción de vacunas más rápidos para la prevención de enfermedades emergentes. Globalmente hay ya 16 vacunas contra el covid-19 con aprobación de emergencia y nueve con aprobación completa. Aunque se sigue trabajando en la evaluación de más de 143 candidatos, se han descartado también 10 candidatos por problemas de manufactura, seguridad y eficacia, que nunca llegarán a ser distribuidos, garantizando la seguridad de la población. Y estamos mucho mejor capacitados para responder a las variantes del coronavirus y a otras enfermedades infecciosas de lo que estábamos dos años atrás.

Había trabajado más de 12 años en ensayos de vacunas contra el VIH (virus de inmunodeficiencia humano) y estaba informada sobre los avances de más de 30 años sobre las vacunas basadas en material genético y vectores virales. Pero como científica, no creí que mi vida pudiera tener el privilegio de ser testigo de las fases de evaluación de los estudios clínicos y ver al mismo tiempo el efecto de las vacunas recién aprobadas, con millones de vidas salvadas. Solo en EE. UU. la vacunación contra coronavirus ha salvado 140.000 vidas en seis meses.

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Fue fascinante observar cómo la rigurosa conducta de los estudios clínicos logró resistir algunas presiones políticas y económicas por mantener credibilidad y proteger el interés público. Por ejemplo, a pesar de la financiación gubernamental de WARP speed, la comunidad científica logró resistir las presiones de anunciar resultados de eficacia antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, autorizando la divulgación de resultados solo cuando se cumplieran los objetivos científicos.

De igual manera, la financiación gubernamental logró comparar, sin conflictos de interés, algunas de las vacunas y refuerzos de diferentes casas farmacéuticas, cuando tradicionalmente estas no tenían incentivos para facilitar los estudios comparativos o combinatorios de medicamentos. Todo esto ha contribuido a responder preguntas críticas para la mitigación de la pandemia, con resultados que permiten escrutinio.

Fue también sorprendente hacer mi trabajo en el contexto de un gran interés público por el proceso de evaluación de vacunas. Nunca había tenido que explicar al público las fases de los estudios clínicos, sus objetivos, sus resultados o los principios éticos que fundamentan este trabajo. Así fue clave informar con transparencia que no sabríamos la duración de la protección de las vacunas aprobadas en condiciones de emergencia, lo que ha facilitado la conversación sobre los refuerzos.

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La participación de la comunidad en el diseño de los estudios hizo que los científicos tuvieran que responder a sus inquietudes. Por ejemplo, aunque no se temía que las vacunas pudieran afectar el sistema reproductivo masculino y no se conocía un mecanismo posible de acción, se documentó detalladamente el conteo de semen, para proveer evidencia a un sector social que temía que la vacuna pudiera afectar la virilidad.

Sigue faltando mucho. Continuamos estudiando las opciones de protección para los niños más pequeños. Y las únicas vacunas que proveen protección son las que se aplican, así que mejorar la distribución y el acceso a estas tecnologías sigue siendo un reto global.

Aunque todas las vacunas reducen el riesgo de hospitalización y muerte, quedan faltando refuerzos que desarrollen mayor duración en los anticuerpos neutralizantes, para alargar el tiempo entre los refuerzos requeridos. Seguimos trabajando para desarrollar refuerzos que logren mejor protección de la infección sintomática, que impidan que el virus se multiplique en nariz y boca, e impidan la transmisión a otros. Y claro esta, seguimos trabajando en combinaciones que sean mejores para desarrollar una inmunidad mas amplia que resista mejor el ataque de cepas cada vez mas distintas.

* PhD en inmunología de la Universidad de Pensilvania (EE. UU.).

Por María del Pilar Lemos*

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