La Equidad, un gran equipo en busca de su estrella

Es un club ejemplar que surgió hace 37 años en el fútbol aficionado y llegó a la primera división. Busca un título basándose en los valores del cooperativismo.

Sebastián Arenas
26 de marzo de 2019 - 02:00 a. m.
Carlos Mario Zuluaga, presidente de La Equidad. / Mauricio Alvarado - El Espectador
Carlos Mario Zuluaga, presidente de La Equidad. / Mauricio Alvarado - El Espectador

En el sur de Bogotá se ubica el barrio Olaya Herrera, cuyo nombre es un homenaje al presidente liberal que tuvo Colombia entre 1930 y 1934. Allí se extiende un verde césped que provoca el deseo de ser pisado y recorrerlo con una pelota de fútbol. En ese espacio se forjan los sueños de miles de jóvenes que desean vivir de llenar con fantasías gramas rodeadas por imponentes tribunas. En ese sitio, en la reconocida cancha del Olaya, comenzó la historia del Club Deportivo La Equidad Seguros.

En 1982, en ese lugar, el equipo disputó por primera vez el tradicional Hexagonal del Olaya, el torneo aficionado más importante de Bogotá. Desde entonces, no ha dejado de participar. Ni de ganar. Ha levantado el trofeo en seis ocasiones. Gracias a la gestión de Julio Enrique Medrano, quien sirvió a La Equidad Seguros entre 1973 y 2005 desde diferentes cargos y se retiró como presidente ejecutivo, el balompié entró en la vida de esta organización que está formada por los valores del cooperativismo.

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Y el balón ya nunca más dejará de hacer parte de La Equidad. Ahora su nombre está más asociado a él que a los seguros. Es lo que genera el deporte más popular del planeta. El que en su historia tuvo al club asegurador en la segunda categoría del fútbol profesional colombiano entre 2003 y 2006, años después de afiliarse a la Liga de Bogotá y de fundar las escuelas de formación. Esa historia verde que continuó con el ascenso y siguió con un subcampeonato de primera división en 2007 y otros dos en 2010 y 2011, además del título de Copa Colombia en 2008 y las participaciones en la Copa Sudamericana.

La gloria ha estado cerca. Lo ha estado a causa de una gestión seria, responsable y viable que es innegociable en La Equidad. Con esos principios siguen adelante. Con ellos van por la primera estrella para un escudo que representa equilibrio y sensatez en el proceder. Así han creado una estructura económica sólida y estable, que tiene como base las más de 1.200 cooperativas que son dueñas de Seguros La Equidad.

“Tenemos el objetivo claro: queremos ser campeones del fútbol colombiano. Llevamos nuestra filosofía, principios y valores al campo de juego. Así creamos las condiciones necesarias para alcanzar el sueño”, dice Carlos Mario Zuluaga, presidente del Club Deportivo La Equidad Seguros.

Para el máximo directivo del elenco bogotano, falta muy poco para que su capitán levante la copa más importante del fútbol nacional. “De pronto, un poco más de respaldo de la hinchada. Usted sabe que cuando hay mayor afición es mejor el comportamiento de los jugadores en la cancha. Pienso que eso es lo que nos ha faltado. No ha sido fácil atraer fanáticos, pero cada día logramos un hincha más”. En busca de esos nuevos corazones aseguradores ha invitado a los aficionados venezolanos al estadio Metropolitano de Techo y tiene un convenio con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) para que los niños también puedan presenciar a los hombres que se entregan en el terreno de juego. Solo hay una condición: cero barras bravas.

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Las palabras de Zuluaga son respaldadas por jugadores y entrenadores que han hecho parte del club, al cual definen como “distinto”. En La Equidad lo normal es respetar los procesos de los técnicos y cumplir con los contratos. “A los futbolistas que llegan al club les hacemos una inducción muy completa de lo que somos. Les explicamos que nos debemos al sector cooperativo y que realmente lo que transmitimos en la cancha es eso: los valores del juego en equipo, el respeto por el rival y por el compañero de trabajo, la solidaridad, y el ser conscientes de que lo que suceda es responsabilidad de todos”, agrega el dirigente.

La Equidad cuenta con una sede deportiva propia con gimnasio, hospedaje para los jugadores de las divisiones menores que llegan de diferentes partes del país colmados de ilusiones, y todas las condiciones requeridas para que las personas que trabajan en el equipo cumplan con labores eficientes. “El club tiene todo para darles tranquilidad al cuerpo técnico y a los futbolistas”, asegura el actual estratega del plantel profesional, Humberto Sierra.

“Es una institución que cumple con sus compromisos y obligaciones, que es honesta y transparente, organizada y respetuosa, de buen trato hacia las personas. Me impresiona la organización que tiene administrativamente. Es ejemplar”, destaca Sierra, un hombre que aspira a lograr ese título anhelado y que dirige a talentosos como Néider Barona, de 21 años, jugador titular que aprendió en el club “la importancia del respeto, la humildad, la unión y la disciplina para poder conseguir ese objetivo”.

Luis Fernando Suárez, director técnico doblemente mundialista y actualmente en el Júnior de Barranquilla, también resalta las virtudes de La Equidad, en donde estuvo hasta diciembre del año pasado. “En ese club lo más importante es el ser humano, lo cual me parece valiosísimo. Siempre nos sentimos respetados, respaldados y queridos. Así tratan a todas las personas que están en la institución. Todos valemos lo mismo, todos somos iguales”, afirma.

El exseleccionador de Ecuador y Honduras recalca de La Equidad que es una entidad “donde todos los contratos son hechos por encima de la mesa y se cumplen, donde siempre hay apoyo. Ellos saben para dónde van y qué es lo que quieren. De ese equipo siempre tendré grandes recuerdos, porque sé que soy muy reconocido por todo lo que a mí me ofreció y me dio”.

Todos concuerdan en celebrar la forma horizontal como se manejan las cosas en La Equidad. Todos valen lo mismo, aunque los roles sean diferentes, y los procesos se respetan. Es un club con características muy especiales. Tan especiales que, aun sin tener el poder de convocatoria y económico de otros, con todo su orden, puede hacer realidad una pronta consagración.

Por Sebastián Arenas

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