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La obra de teatro “Tartufo” llega al Teatro Libre para retratar con aguda ironía los peligros de la hipocresía y el fanatismo disfrazado de virtud. Esta comedia clásica escrita por Moliére, se centra en una familia de la alta burguesía que cae bajo la influencia de un supuesto hombre piadoso, cuya verdadera naturaleza dista mucho de la imagen que proyecta.
A través de situaciones cómicas y tensas, la obra expone cómo la apariencia de rectitud puede ser utilizada para manipular y controlar a los demás. Con diálogos ingeniosos y personajes memorables, Tartufo sigue siendo una crítica vigente a la falsedad moral y a la ceguera voluntaria frente a la verdad.
Esta versión de “Tartufo” adaptada por Diego Barragán, dirigida por Ricardo Camacho y diseñada por Marcos Roda, fue concebida con la intención de adaptarla a un lenguaje más cotidiano, más cercano al contexto colombiano. Esta versión busca que cualquier persona pueda comprender y seguir fácilmente lo que ocurre en escena, desde el inicio hasta el final.
Es relevante recalcar que Molière fue un autor barroco. Sus obras se presentaban en la corte de Luis XIV, rodeadas de lujo, protocolo y las costumbres de la aristocracia. Esto se refleja también en el lenguaje: por medio de frases elaboradas, formas rebuscadas de hablar o maneras cortesanas de decir las cosas. Esta adaptación, de alguna manera, busca depurar ese lenguaje barroco, sin, por supuesto, traicionar el original.
Además, se han añadido algunas escenas a la adaptación para explicar un aspecto que para el grupo artístico que la interpreta ha generado curiosidad: ¿por qué fue prohibida esta obra? “Tartufo” es, de hecho, la obra más polémica de Molière. Fue censurada durante varios años por orden del propio rey Luis XIV, presionado por sectores ultracatólicos de su corte. La idea de presentar en escena a un devoto de doble moral que pretende apoderarse de la casa de un burgués resultaba sumamente escandalosa.
Esta obra siempre ha removido las fibras más sensibles de quienes creen que tener un guía espiritual en casa es sinónimo de virtud. La figura del guía espiritual que se aprovecha de su posición para obtener favores sexuales o apropiarse de los bienes de una familia es una denuncia que ha incomodado profundamente a ciertos sectores religiosos. Por eso incluyeron escenas que contextualizan esta controversia, para que el espectador comprenda que esta siempre fue una obra incómoda, desde su estreno. Al final, una escena añadida cierra este planteamiento y lo explica con claridad, comenta el grupo del Teatro Libre.
Finalmente, se enfatizó el aspecto religioso del personaje de Tartufo, incorporando referencias más evidentes a frases bíblicas y a los evangelios, que en el texto original están mucho más veladas. De este modo, el público puede identificar con mayor claridad la figura del falso devoto. Todo esto se hizo con el propósito de acercar más la obra a nuestra realidad, sin perder la esencia crítica, irreverente y profundamente teatral de Molière. Narra Diego Barragán, quien adaptó la obra y la protagoniza.
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Tartufo llega al Teatro Libre con una adaptación contemporánea que mantiene la esencia crítica de Molière, abordando con lucidez temas como la hipocresía, la manipulación y la falsa virtud.
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