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Una clave cifrada es la primera protección que evita que la mayoría de las cuentas en internet sean vulneradas. Sin las prácticas modernas, se podrían estar empleando contraseñas que los ciberdelincuentes pueden prever con facilidad en un corto periodo de tiempo. Estar en posición de vulnerabilidad o de extorsión es un riesgo que nadie quiere correr. Es crucial crear contraseñas capaces de luchar contra los métodos actuales de hurto de credenciales.
Para crear conciencia sobre este tema, en febrero, se celebra el Change Your Password Day, una iniciativa que desde 2012 promueve el hábito de actualizar nuestras contraseñas para reforzar la seguridad digital. Expertos en ciberseguridad recomiendan emplear contraseñas de más de ocho caracteres, combinando letras, números y símbolos.
Sin embargo, un reciente documento del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) sugiere que modificar las contraseñas constantemente puede ser más inseguro que mantener una fija. Cambios frecuentes pueden llevar a los usuarios a crear claves más simples y predecibles, lo que facilita su vulneración. Por ejemplo, una mala práctica de cambio de contraseña puede ser “Micontraseña24″ y cambiarla a “Micontraseña25″. El instituto recomienda cambiar la contraseña solo si hay evidencia de que ha sido comprometida.
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Entre otras recomendaciones del NIST, se destacó la importancia de evitar preguntas de recuperación de clave basadas en información personal y fomentar el uso de administradores de contraseñas para facilitar la creación de combinaciones seguras y complejas.
En ese sentido, ESET, compañía líder en detección de amenazas, destacó seis razones por las que debemos cambiar nuestras contraseñas regularmente:
- Uso de contraseñas simples
Las contraseñas demasiado cortas o fáciles de adivinar pueden ser vulneradas por ciberdelincuentes en apenas unos segundos. Ejemplos como “123456″ o “Contraseña01” representan un gran riesgo. Para una mayor seguridad, es recomendable emplear contraseñas de al menos 12 caracteres, combinando letras mayúsculas y minúsculas, números y caracteres especiales.
- Reutilización de contraseñas
Usar la misma contraseña en diferentes cuentas es un error común. Si una de esas cuentas se ve comprometida, todas las demás también estarán en riesgo. Para evitarlo, lo ideal es contar con una clave única para cada servicio y, de ser necesario, utilizar un gestor de contraseñas para almacenarlas de manera segura.
- Filtración de datos
Si la contraseña fue filtrada en una brecha de datos, cambiarla de inmediato es crucial. Herramientas como el sitio web Have I Been Pwned permiten verificar si la dirección de correo electrónico fue comprometida en alguna filtración reciente.
- Contraseña no actualizada por mucho tiempo
Actualizar periódicamente las contraseñas reduce el riesgo de accesos no autorizados. Es recomendable cambiar las contraseñas al menos una vez al año y asegurarse de no reutilizarlas en otros servicios. Sin embargo, es importante recordar de los posibles riesgos al hacerlo de una manera más frecuente.
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- Uso de datos personales
Las contraseñas basadas en información personal, como fechas de nacimiento, nombres de mascotas o equipos deportivos favoritos, pueden ser fácilmente descifradas mediante ataques de fuerza bruta. Los ciberdelincuentes utilizan bases de datos de palabras comunes y datos filtrados para intentar acceder a cuentas protegidas con este tipo de claves.
- Compartir contraseñas
Compartir una contraseña con familiares o amigos, especialmente para servicios de streaming o plataformas de compras en línea, puede representar un gran riesgo. Una vez que otra persona tiene acceso a la contraseña, pierde el control sobre su seguridad. Si alguna vez se compartió una contraseña, lo mejor es cambiarla lo antes posible para evitar riesgos innecesarios.
Adoptar hábitos como usar contraseñas robustas, no reutilizarlas y actualizarlas regularmente puede marcar una gran diferencia en la protección contra ciberdelitos.
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