Flores sí, pero no así

Una reflexión acerca del papel de las mujeres en la tecnología

Diana Reyes*
08 de marzo de 2017 - 09:39 p. m.
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Hoy se celebra un día muy especial: el Día Internacional de la Mujer. Hoy muchos colegios, universidades o empresas aprovechan para reconocer el trabajo de la mujer en la sociedad, sus aportes y agradecerán el hecho de compartir un espacio con ellas. También, seguramente, veremos a muchas mujeres por la calle con una flor en su mano. Probablemente, algunas de ellas las pondrán en agua al volver a casa sin saber realmente su significado.

Recuerdo mucho que en mi colegio el Día de la Mujer se reducía a un concurso de popularidad muy sencillo: la chica más bonita o popular del colegio, es la que resultaba con más flores y regalos al final de la jornada. Por supuesto lo noté mucho al no ser de las más bonitas ni populares, al menos para los estándares de la época. Las flores que nos regalan hoy tienen muchos trasfondos que nosotras mismas podemos ignorar o potencializar.

¿De qué nos sirve que en la empresa donde trabajamos nos regalen chocolates y flores un 8 de marzo si todo el año nuestros compañeros y jefes ignoran que somos capaces de hacer algo?, ¿para qué nos sirve esperar que nos regalen cosas materiales un día como hoy si nosotras mismas no nos regalamos algo?, ¿por qué darle a la sociedad esa responsabilidad?

Soy una mujer que trabaja con tecnología, con empresas y startups que requieren mis servicios como consultora de contenido y marketing digital en un entorno en el que programadores e ingenieros necesitan una luz más allá de las pantallas para llegarle a la gente que seguramente necesita de ellos.

He tenido el privilegio de trabajar con tecnología, a pesar de que lo que estudié formalmente fue publicidad, no ingeniería. He tenido el privilegio de compartir con ingenieros, matemáticos y hasta físicos en este camino. Muchos de ellos ahora son grandes amigos o mentores de mi vida, pero también he tenido la desventaja de tener pocas amigas mujeres en el proceso.

Encontrar pocas mujeres en el campo de la tecnología fue chocante para mí. Siempre tuve la sensación de estar sola en lo que me gustaba: hacer circuitos electrónicos en el colegio, jugar videojuegos o aprender a programar, pero le echaba la culpa a estar poco relacionada con otros círculos sociales. A medida que fui creciendo, me di cuenta que hago parte de una estadística que corresponde a una tendencia mundial: hay pocas mujeres trabajando por y con tecnología.

El tema está más caliente que nunca. Cada vez hay más organizaciones, lecturas, figuras públicas y hasta películas de Hollywood que evidencian en problema y abren el debate de por qué las mujeres no abarcamos otros campos como la ciencia, ingeniería, matemáticas y tecnología. Mi respuesta es simple: porque no sabemos que podemos. Desde pequeñas nos han enseñado a que arriesguemos menos y a que temamos más. A que no nos ensuciemos el vestido de encaje, a que no gritemos porque eso no se le ve bien a una niña, a que no nos deslicemos por el rodadero porque se nos ven los cucos. A medida que vamos creciendo, y cuando más necesitamos reforzar nuestra identidad de género, nos hacen creer que hay profesiones relacionadas con las humanidades o el mercadeo que se nos facilitan a nosotras las mujeres, y que es un camino mucho más seguro si quieres triunfar en la vida.

Es un hecho que muchas mujeres crecimos con miedos y poca confianza para tomar el tipo de decisiones revolucionarias que pueden hacer cambiar nuestra vida. Es un hecho también que hoy compartimos con hombres que probablemente están acostumbrados a tomar iniciativa y por eso tienen cargos gerenciales. Aprovecho para compartir un ejemplo de lo anterior, escrito por la primera mujer bombera de San Francisco, California.

Las mujeres somos increíbles transformadoras y constructoras de sociedades, somos increíbles cuando nos dan un reto y somos competitivas. Somos increíbles haciendo sentir mejor a alguien cuando nos necesita. ¿Cómo podemos entender y adoptar la tecnología correcta para seguir haciéndolo en el futuro?, ¿se imaginan lo potencialmente buenas que podemos ser entendiendo código y solucionando problemas con él?

Hoy, Día de la Mujer, las invito a aceptar esas flores con una gran sonrisa y con un abrazo al hombre que se las dé, junto con una invitación para charlar sobre cómo transformar el entorno que comparten en pro de la igualdad.

A pesar de que es evidente que tenemos un problema de igualdad, el odio hacia los hombres, como respuesta a la concepción equivocada del feminismo extremo, no soluciona nada y crea rencores colectivos. Además, estamos perdiendo la oportunidad de trabajar en conjunto con ellos para mostrarles con nuestro ejemplo lo que somos capaces de hacer como mujeres. Los seres humanos aprendemos más del ejemplo que del castigo. Flores sí, pero no así.

Si un día te animas a tirarte por el rodadero y ensuciarte el vestido, mándanos un mensaje a Epic Queen Colombia

*Directora de Epic Queen Colombia, (organización que impulsa a niñas y mujeres a la creación de tecnología.

Por Diana Reyes*

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