
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Yo no lo sabía, pero Need for Speed: Unbound era el juego que necesitaba para los últimos dos meses. Es el mejor Need for Speed desde los Most Wanted y, más importante aún, se trata de un juego que sabe hacer lo que promete: una experiencia arcade de carreras sin muchas pretensiones, pero sí con mucho estilo.
Mi relación con los juegos de carros ha sido difícil. Como amante de la Fórmula 1, de Nascar y de los carros en general, desde pequeño he intentado jugarlos. Por mis manos han pasado los Gran Turismo, los Forza, los F1 y los Need for Speed, pero con las dos primeras franquicias siempre sentía una frustración. Resulta que el hiperrealismo, aunque fascinante para ver, no apela a la parte de mi cerebro que no quiere pasarse horas calibrando un vehículo y aprendiendo a manejarlo en todas sus complejidades. Entonces, con el paso del tiempo, los abandoné.
Lo que sí tengo es excelentes recuerdos de los Need for Speed, especialmente los Most Wanted. Este videoensayo animado de Noodle sobre la franquicia es muy, muy, muy recomendado y, para quienes ya somos veteranos, un buen viaje al pasado.
Lo que nos trae a Need for Speed: Unbound. El juego, que salió a finales del año pasado, es una joyita. Criterion vuelve a la franquicia como desarrollador y mejora lo que se había hecho con Need for Speed: Heat. La apuesta visual es lo que más me gustó: una mezcla entre el hiperrealismo de los carros con unas animaciones grafiteras que establecen el tono del juego. Correr es placentero visualmente y no se vuelve tedioso.
Entonces, es clave que, si uno sabe qué esperar del juego, puede sacarle mucho jugo. Si quieren un montón de carreras con profundidad de personalización, este no es. Pero si quieren carreras que incluyen persecuciones de la Policía, con vehículos preciosos que se pueden mejorar y todo funciona bastante bien, este es el juego. Pude cumplir mi sueño de enchular un MX5 y eso me generó mucha felicidad.
También, sorpresivamente, el juego es un reto. Incluso en la dificultad más sencilla, las carreras no se sienten fáciles y exigen pensar cómo manejar y en qué invertir las mejoras del carro. Me encontré volviendo noche tras noche al juego con ganas de seguir ganando dinero para mejorar mi Miata.
Todo hay que decirlo, el juego tiene un modo de historia que no aporta gran cosa. Supongo, también, que no soy el público objetivo, pues los personajes son centennials hiperactivos. Pero no está mal como excusa para seguir saliendo a competir.
En últimas, Need for Speed: Unbound es un juego divertido, con una gran banda sonora y suficientes placeres estéticos para merecer una prueba. Se los recomiendo.
👽👽👽 ¿Ya está enterado de las últimas noticias de tecnología? Lo invitamos a visitar nuestra sección en El Espectador.