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La conmemoración del primer aniversario del ataque al Capitolio estadounidense, el 6 de enero de 2021, por los partidarios del expresidente Donald Trump dejó en claro que la extrema polarización política que condujo a los desmanes también enmarca la manera en que los estadounidenses lo interpretan. Sería, de todas formas, un grave error pensar que lo ocurrido es únicamente un fenómeno estadounidense con causas exclusivamente estadounidenses. Los trastornos en la transición pacífica del poder ese día fueron parte de algo mucho mayor.
Como parte de la conmemoración, el presidente Joe Biden dijo que se está dando una batalla por “el alma de EE. UU.”. Lo que queda cada vez más claro es que esto igual ocurre en el orden internacional: su propia alma está en juego. China asciende, y se hace valer; el populismo se ha difundido por Occidente y las principales economías emergentes, y el nacionalismo chauvinista resurgió en partes de Europa. Todas las señales indican el aumento del iliberalismo y el sentimiento antidemocrático en todo el mundo.