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Titanes Caracol nace como una iniciativa cuyo propósito es resaltar la labor de los líderes y gestores sociales en distintos campos de trabajo. Es una manera de incentivar y reconocer las ideas innovadoras que se implementan en diferentes regiones gracias a personas que emplean su conocimiento en pro de su territorio.
Este año, el área de Tecnología nominó a cinco hombres, que con su inteligencia y dedicación están liderando proyectos para mejorar la calidad de vida de cientos de personas.
El primero de ellos es Jesús David Meneses, un payanés de 34 años que creció en una familia cafetera. Su padre, funcionario de “Almacafé”, le enseñó todo el proceso y las ocupaciones de un caficultor, aunque Jesús David hubiera querido ser ingeniero, y así lo hizo.
Actualmente, maneja su propia empresa de software y marketing digital, en la que desarrolló una app llamada “Agenda Cafetera”, que muestra a los cafeteros todo un cronograma de actividades e información exacta de los procesos de cultivo y cosecha.
En segundo lugar está William Galindo Barón, un administrador público de origen campesino nacido en Siachoque que en 2014 creó la asociación “Proquiandinos”, enfocada en los cultivadores de quinua en Boyacá. Su preocupación principal era la falta de maquinaria para procesos como la siembra, recolección, trillado, entre otros, así que junto a su equipo de trabajo diseñó varias máquinas que facilitaban el trabajo de los campesinos en estas tareas.
Con esfuerzo ha logrado hacer una clasificadora de granos, una purificadora y dos cámaras de secado. Actualmente está trabajando en el diseño de una máquina trilladora.
El tercer nominado es el ingeniero de sistemas Iván Cadavid Martínez, quien creó un dispositivo para que las personas con discapacidad auditiva puedan escuchar, llevando los sonidos a través de los dientes directamente a la cóclea (situada en el oído interno), y por medio del nervio auditivo, lleguen al cerebro.
Este novedoso dispositivo se llama “Sonata”, según Cadavid, en honor a Beethoven. Busca mejorar la calidad de vida de las personas que han perdido, de manera significativa, su capacidad auditiva. El objetivo de Iván es poder llevar este dispositivo al mercado a un bajo costo, para que su ayuda se vea reflejada de una manera mucho más significativa y tenga un mayor alcance.
Este año, Iván Cadavid tuvo la oportunidad de presentar su proyecto “Sonata” en Chile. La idea tuvo un gran recibimiento en la comunidad científica del país y su creador quiere que otros países del mundo le brinden la posibilidad de presentar esta idea como una alternativa para mejorar la calidad de vida.
Francisco Javier García, otro de los nominados de esta categoría, migró con su familia a Venezuela cuando apenas tenía dos años. Desde niño se destacó por su inteligencia y su habilidad para las matemáticas. Hoy, con 54 años, es un reconocido ingeniero electrónico que jugó un papel importante en la automatización eléctrica de Venezuela, y dictó clases en la Universidad Santiago Mariño de Maracaibo.
Aunque su familia esté en el país vecino, Francisco trabaja en Palmira, Valle. En 2008 comenzó a trabajar en la elaboración de cronómetros electrónicos y pantallas led. Un día, su hermana le envió un video sobre personas ciegas que superaron sus problemas para comunicarse y lograron asistir a la universidad; ese video fue la inspiración que lo llevaría a crear “Braille Hands”, una aplicación que crea letras y palabras con sentido completo usando solo seis puntos de este lenguaje que ellos usan para comunicarse.
Según cuenta el creador de la app, su guía para crearla fue una mujer llamada Nancy, quien es maestra de braille en Palmira y solo necesitó de dos clases para aprender a manejar la aplicación. Actualmente, Francisco está trabajando en un dispositivo para personas sordociegas que permite, con solo poner los dedos, crear letras y palabras.
El quinto nominado de esta categoría es Jimmy García, oriundo de Quibdó. Desde niño tuvo claro que si quería un buen futuro, debía abandonar su tierra, y que cuando aprendiera cosas que fueran útiles para enseñar y ayudar a su comunidad, debía regresar.
Se fue a la capital del país buscando estudiar una carrera y convertirse en un profesional; así fue como la Universidad Libre le abrió las puertas y empezó su carrera como ingeniero de sistemas y luego consiguió irse a Medellín. En 2015 volvió a Quibdó con el objetivo de enseñarle a los niños de colegios públicos el proceso para crear robots. Ante las negativas de sus dirigentes, él mismo creó la Escuela de Robótica del Chocó, que recibe a cientos de niños que tienen la oportunidad de estudiar y participar en torneos nacionales.
Su escuela, ubicada en el barrio Pandeyuca en Quibdó, le enseña a los niños a construir confianza en sí mismos y dejarles claro que pueden lograr todo lo que se propongan. Hace poco lograron ganar un cupo para asistir al Mundial de Robótica en China.
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