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Máquinas que pueden tocar jazz

Un nuevo proyecto de DARPA busca crear un sistema que en cinco años sea capaz de improvisar, como lo haría un músico humano.

Santiago La Rotta
12 de agosto de 2015 - 06:00 p. m.

Uno de los proyectos más recientes de DARPA (agencia de investigación de los militares de EE.UU.) tiene que ver con la posibilidad de enseñarle música a un robot, específicamente a un sistema de inteligencia artificial (IA), con miras a desarrollar las capacidades de improvisación de éste; esta organización fue una de las que estuvo detrás de la creación de internet.

Puntualmente, el proyecto intentará enseñarle jazz a una máquina con la esperanza de que, eventualmente, esta pueda improvisar y crear nueva música.

Sí, crear es un término complicado en este caso, como lo son casi cualquiera de las palabras que definen buena parte de las conductas humanas cuando son aplicadas a un sistema hecho de silicio. Pero la idea de DARPA, más que adentrarse en las posibilidades creativas de una máquina (con todo y lo complicado del concepto), es explorar cómo un sistema de inteligencia artificial puede llegar a tomar decisiones en un determinado momento: cómo, basado en unos ciertos parámetros, crea un nuevo curso de acción.

Y para esto la música, y el jazz en particular, parecen ofrecer un camino de entrenamiento bastante anmplio. En pocas palabras, la metodología del proyecto es alimentar el sistema con una base de datos con las partituras de artistas como Miles Davies, Louis Armstrong y Charlie Parker. Después de esto, como sucede con un músico humano, se espera que el sistema deduzca reglas y parámetros de operación, entienda el lenguaje que designa los tiempos, la intensidad y los momentos de la música. La esperanza es que, al igual que lo haría una persona, este conocimiento se traduzca en la capacidad de improvisar, de producir una nueva solución en un instante determinado.

El equipo de investigación está liderado por Kelland Thomas, un profesor asociado del Departamento de Música de la Universidad de Arizona. “Un músico de jazz improvisa según ciertas estructuras y límites, siguiendo guías básicas sobre las que trabajan todos los músicos. Nuestro sistema va a improvisar sobre estas bases”, le dijo el profesor Thomas a Tech Insider, portal que primero reportó la noticia sobre el proyecto de DARPA.

Thomas espera que en cinco años su sistema de inteligencia artificial pueda improvisar, de forma electrónica, al lado de un conjunto de músicos humanos.

Una máquina que logre improvisar sobre una partitura de jazz puede sonar un poco como un asunto de ciencia ficción, pero lo cierto es que la técnica que utiliza Thomas en su proyecto con DARPA es similar a la forma como Google lleva años alimentando su motor de búsqueda para que entienda los requerimientos de los usuarios, a veces incluso mejor que ellos mismos.

Por ejemplo, una de las técnicas utilizadas para producir mejores resultados de búsqueda es enseñarle al buscador el contexto en el cual se aplican las palabras pues, claro, esto cambia el significado de algunos términos, lo que a su vez puede alterar la búsqueda y la efectividad del sistema.

Un ejemplo algo básico, pero que puede ayudar a ilustrar la cuestión: en inglés, perro caliente es hot dog, pero al buscar una imagen con este término, es probable que una máquina básica elija mostrar un perro con calor o un perro en llamas (si acaso existe tal cosa). Sin embargo, el resultado del buscador mostrará, en efecto, un perro caliente. ¿Cómo se logra esto? En buena parte, mediante el aprendizaje del sistema a través del contexto en el cual se utilizan las palabras algo que, por cierto, es un proceso similar a como las personas van adquiriendo el lenguaje.

Lo anterior sirve para ilustrar un punto: el mundo de la inteligencia artificial es un asunto muy real y presente, un tema actual y que incluso lleva unos años en desarrollo y aplicación. Ahora, que una máquina genere un pensamiento original puede ser un tema que aún resulte algo distante, aunque no imposible.

Para la muestra, otro experimento de Google de hace unos años. Con una red de mil máquinas (con una capacidad de 16 mil procesadores, o sea cerca de mil millones de conexiones), los investigadores de la empresa, en conjunto con la Universidad de Stanford, diseñaron un algoritmo de reconocimiento facial al que le dieron una vasta cantidad de datos: 10 millones de imágenes sin clasificar, sacadas al azar de YouTube.

El resultado: la máquina logró identificar qué era un gato sin que hubiera parámetro previo que le permitiera saber cómo se supone que debe verse este animal. En palabras sencillas, el computador masticó una cantidad enorme de información y se enseñó a sí mismo qué era un gato.

Aunque nadie ha declarado que esto significa que una máquina puede pensar, lo que sí parece dejar claro es que, con enormes cantidades de datos, el algoritmo correcto puede encontrar respuestas sin necesidad de instrucciones previamente trazadas. “Contrario a lo que parece ser una intuición largamente aceptada, nuestros resultados experimentales revelan que es posible entrenar a un detector facial sin tener que indicar qué imágenes contienen una cara”, afirmaron en su momento los investigadores.

No se espera que próximamente emerja un nuevo organismo de las entrañas de un computador, pero algunas de las preguntas fundamentales en el campo de la IA tienen que ver con la forma como se puede definir, en términos computacionales, cosas como la ética y ciertas nociones morales que aún hoy nos resultan difíciles de resolver, como la frontera entre el bien y el mal. Además, ¿cómo se define una nueva forma de vida? ¿Acaso porque es consciente de su propia existencia? ¿Qué es la conciencia?

Estas son cuestiones que, a la par con el avance en términos de poder computacional, son foco de discusión hoy, pues, en últimas, los avances en inteligencia artificial estarán moldeados por humanos, con sus prejuicios y falencias. Esta vez se trata de máquinas que buscan adquirir la capacidad de improvisar en jazz, pero la cosa será diferente cuando se trate de sistemas de los que dependan vidas o trabajos de personas.

Nota al margen: no se trata de inteligencia artificial, pero Compressorhead es una de las bandas que, desde el lado de las máquinas, mejor ritmo tiene. En este video atacan con furia Ace of Spades, el clásico de Motorhead. Un verdadero deleite. 

 

Por Santiago La Rotta

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