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El acceso a internet se ha convertido en una parte esencial de la vida cotidiana para millones de colombianos. Según un análisis reciente de Ipsos Colombia —basado en la Encuesta de Calidad de Vida 2023 del DANE y en proyecciones de población para 2025—, el 79 % de los colombianos mayores de 15 años se conecta al menos una vez al mes. Esto equivale a más de 31 millones de personas con algún nivel de conexión digital.
Aunque la cifra evidencia avances importantes en términos de conectividad, el estudio también advierte que el 21 % de la población adulta sigue sin usar internet. De acuerdo con Sandra Pastran, gerente estadística de Ipsos en Colombia, este grupo de usuarios se compone principalmente de personas que no consideran necesario el uso de internet o que desconocen cómo utilizarlo. A estos factores se suman barreras económicas y de cobertura, en menor medida.
Al comparar a Colombia con otros países de la región como Brasil, Argentina o Chile, el informe señala que el país enfrenta rezagos en infraestructura tecnológica, lo que limita tanto la cobertura como la calidad del acceso. Pastran indica que las disparidades económicas y geográficas influyen de manera significativa en la experiencia digital de los colombianos. En particular, la velocidad de conexión continúa siendo un reto en zonas rurales o de menor desarrollo, donde las limitaciones en infraestructura reducen notablemente el rendimiento del servicio.
Cinco perfiles de usuarios digitales
El estudio segmenta a los colombianos en cinco grandes grupos según su comportamiento en línea:
- No usuarios (21 %): No acceden a internet. Las principales razones son el desconocimiento (44 %) y la falta de necesidad (28 %). También se citan el costo (19 %) y la ausencia de cobertura (5 %).
- Conectores sociales (33 %): Utilizan internet principalmente para redes sociales y mensajería, casi siempre desde el celular. No lo emplean con fines laborales o académicos.
- Comunicadores profesionales (20 %): Conectados desde el entorno laboral, hacen uso de herramientas como correo electrónico y servicios en la nube. Son jóvenes con educación superior.
- Multifuncionales (14 %): Se conectan desde varios dispositivos y realizan múltiples actividades en línea, como compras, consultas informativas o trámites digitales.
- Ocasionales (12 %): Se conectan una vez por semana o con menor frecuencia. Su uso está centrado en el entretenimiento, principalmente desde el hogar y a través del celular.
La encuesta evidencia que ciertos segmentos de la población siguen rezagados en términos de acceso digital. Los adultos mayores, las personas con baja escolaridad, los desempleados y quienes no participan en actividades laborales presentan los índices más bajos de conectividad.
“Por ejemplo, el acceso a internet disminuye cinco puntos porcentuales entre quienes solo cuentan con primaria, y cuatro puntos en quienes alcanzaron formación técnica o tecnológica. También se destaca una menor penetración en los estratos socioeconómicos más bajos: el nivel 1 presenta un acceso inferior en un punto porcentual respecto al promedio nacional”, sostiene Pastran.
El acceso diario aún es desigual
De acuerdo con el análisis, el 64 % de los colombianos afirma conectarse todos los días, principalmente personas entre los 18 y 44 años, con niveles educativos medio o superior, empleo formal y residencia en zonas urbanas del Eje Cafetero, los Llanos y el Centro Oriente.
En contraste, el 15 % se conecta de manera esporádica. Este grupo se concentra en áreas rurales, en estratos 1 y 2, con baja escolaridad, y en regiones como el Pacífico o el Caribe no capital.
Para Sandra Pastran, estas diferencias están directamente asociadas al acceso a dispositivos, la calidad de las redes y el nivel de apropiación digital. Desde su perspectiva, el cierre de estas brechas requiere una respuesta decidida desde la política pública, orientada a fortalecer la infraestructura y promover la inclusión tecnológica de los sectores más vulnerables.
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Brechas digitales en Colombia: desafíos estructurales y caminos para avanzar
Aunque Colombia ha logrado importantes avances en cobertura digital, el desarrollo no ha sido homogéneo. Según Pastran, persisten brechas significativas que afectan especialmente a los adultos mayores, a personas con baja escolaridad y a quienes habitan en regiones rurales o de difícil acceso. “Las personas mayores de 55 años, así como aquellas con niveles educativos inferiores a la secundaria, presentan rezagos marcados en conectividad, lo que limita su capacidad para beneficiarse de las oportunidades que ofrece el entorno digital”, señala la experta.
El análisis identifica además profundas desigualdades regionales. Mientras algunas zonas urbanas cuentan con redes estables y acceso constante, regiones como el Pacífico y los Llanos presentan una proporción de acceso considerablemente inferior.
Pastran sugiere una serie de estrategias para ampliar la cobertura de internet en el país. En primer lugar, destaca la necesidad de invertir en redes de banda ancha en zonas rurales, mediante alianzas público-privadas que permitan financiar infraestructura en áreas de difícil acceso. También propone explorar tecnologías alternativas como redes móviles o satelitales, especialmente en regiones donde el despliegue de fibra óptica no es viable.
Otra medida clave es el establecimiento de subsidios para reducir los costos del servicio a familias de bajos ingresos, reconociendo el internet como un servicio público básico, al mismo nivel que el agua o la energía. Asimismo, plantea la posibilidad de ofrecer incentivos fiscales a las empresas que desarrollen infraestructura digital, siempre y cuando las políticas se adapten a las condiciones específicas de cada región.
Más allá de la infraestructura, la capacitación en habilidades digitales es fundamental para cerrar la brecha de uso. Según Pastran, no basta con tener acceso a internet: es necesario que las personas cuenten con herramientas para entender, utilizar y aprovechar los servicios digitales disponibles.
En ese sentido, propone que cualquier programa de formación digital comience con un diagnóstico de las competencias existentes en la población objetivo, con el fin de identificar diferencias regionales y ajustar los contenidos. “El currículo debería incluir desde habilidades básicas en el manejo de dispositivos, hasta competencias más avanzadas, con un enfoque culturalmente pertinente y alineado con las realidades locales”, explica.
Lecciones de otros países
La experta subraya que Colombia puede tomar como referencia a países que han abordado la conectividad como un derecho fundamental. Finlandia, por ejemplo, reconoció el acceso a internet como un derecho ciudadano, mientras que China ha invertido masivamente en infraestructura 5G para ampliar su cobertura nacional.
Desde su perspectiva, Colombia podría avanzar en una política pública que reconozca al internet como un servicio esencial, subsidiado para los hogares más vulnerables, con inversión prioritaria en infraestructura.
Finalmente, Pastran destaca el caso de España, donde se han implementado incentivos a pequeñas y medianas empresas para que se digitalicen y mejoren su competitividad. “Un modelo que, en Colombia, podría traducirse en subsidios o programas de consultoría para que las pymes accedan a herramientas tecnológicas y capaciten a su personal en competencias digitales”, concluye.
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