Museos digitales, cuando el botón de búsqueda se vuelve obsoleto

Cada vez más instituciones culturales digitalizan y ponen a disposición del público su contenido. Pero es necesario repensar la interfaz con la cual interactúan los usuarios para aprovechar de verdad estos esfuerzos.

Santiago La rotta
16 de marzo de 2017 - 03:00 a. m.
Visitantes del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. / Flickr - Phil Roeder
Visitantes del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. / Flickr - Phil Roeder

El Museo Metropolitano de Arte de Nueva York puso a disposición del público más de 375.000 obras de su catálogo a través de internet y mediante una nueva política de acceso abierto, en la cual los trabajos quedan con una licencia Creative Commons (CC).

Esto significa que las personas pueden descargar las obras, copiarlas, modificarlas, distribuirlas, incluso para fines comerciales, sin necesidad de pedir permiso. Buenas noticias para la difusión cultural, ¿no?

“Décadas de digitalización han creado una riqueza de material cultural disponible en línea. Sin embargo, ante esta abundancia, las interfaces de estas colecciones presentan listas miserables de ítems que el usuario debe consultar una a la vez”.

Mitchell Whitelaw es un académico australiano que se especializa en cosas como estética de datos y colecciones culturales digitales. Su tesis en este tema es simple: el despliegue digital de la información de los museos suele estar condicionada por la caja de búsqueda.

“Imagine que está en una galería de arte, que tiene una colección que usted no conoce muy bien. A la entrada del edificio hay una mesa con una persona en ella. Ésta le pide que escriba su requerimiento, lo que usted busca encontrar en la galería, en un papel. Sin saber qué está buscando, ya que no sabe qué hay en la galería, escribe algo arbitrario. La persona que atiende le trae lo que usted pidió. La operación se puede repetir muchas veces, pero resulta obvio que no hay razón para explorar la galería más allá de esta mesa”.

El ejemplo de Whiteclaw da en el clavo en un punto importante: no resulta efectivo tener todo un acervo de material digitalizado, liberado incluso mediante licencias CC, si nadie lo explora, si nadie lo usa. “Una buena parte de los usuarios de estas instituciones no son académicos, así que puede que no sepan qué están buscando exactamente”. Por ejemplo, en una encuesta realizada por los museos holandeses entre 34.000 personas, se encontró que casi 25 % de los usuarios de sus sitios web llegan a ellos para navegar sin rumbo fijo, para explorar.

Los museos son instituciones particularmente interesantes en términos digitales, pues muchos han encontrado formas novedosas de integrar tecnología para capturar nuevas audiencias, por un lado, pero también para ofrecer formas de conectar su contenido con un público que pide intermediación tecnológica para consumir lo que sea.

Su nivel de innovación va desde la digitalización de sus colecciones en alta calidad, pasando por el mapeo interno de sus pasillos y exhibiciones, hasta la inclusión de realidad aumentada, despliegues interactivos y geolocalización de sus visitantes para mostrar contenido especial dependiendo de su ubicación.

Ahora bien, el dilema de la caja de búsqueda no es menor. Esta es quizá la interfaz de consulta y exploración más utilizada, no sólo en organizaciones culturales, sino en toda la red.

Whitelaw tiene algunas propuestas al respecto, aunque asegura que no hay una fórmula única para cada institución, que a la vez tiene usuarios con necesidades específicas. Pero el primer paso es centrarse en una interfaz gráfica. En últimas, las imágenes orientan y dan un sentido de qué hay en cada parte de la colección de un museo, por ejemplo.

Pero sólo tener imágenes no soluciona el problema. El investigador argumenta que, por lo general, muchos sitios web presentan una primera página plena en material gráfico, pero al adentrarse en el portal, la lista y la caja de búsqueda toman el control de nuevo.

“Se requiere un enfoque que vincule diferentes formas de desplegar la información: que muestre metadatos de las obras, líneas de tiempo en las que fueron creadas, por ejemplo. En vez de la interfaz que gira alrededor de los términos claves de búsqueda, lo que debe predominar son las interfaces generosas, que muestren más aspectos de una colección y que aprovechen más a fondo las oportunidades de la web”, concluye el académico.

Por Santiago La rotta

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