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Pixeles o tinta electrónica...

La invitación fue sencilla: eBook reader vs iPad. Me llega por correo electrónico, que leo tumbado en la cama de la habitación de mi hotel en Madrid.

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Xpectro*
06 de junio de 2010 - 08:59 p. m.
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Claro, la hacen desde Colombia para publicar la respuesta en un diario de alta circulación gracias a que, de seguro, saben que hace casi tres años poseo un Sony Reader y hace poco más de un mes tengo un iPad. Aparte de eso, soy lector compulsivo, docente y creador digital.

En fin, acepto y salgo de la aplicación de correo de mi iPad y continúo con la lectura de la primera revista Wired, aplicación que he comprado en formato digital. Lo divertido es que la conseguí en la tienda de iTunes a un valor menor de lo que me cuesta la edición impresa (a la que estoy suscrito y me la mandan por correo certificado a Colombia). De hecho, cancelé la suscripción. Veo videos y leo textos sin problema alguno en la pantalla de color y alta definición de mi dispositivo, y me parece supremamente bueno el resultado del trabajo conjunto de Conde Nast y Adobe. Una puerta al futuro editorial se empieza a abrir con ella.

Al terminar de leer un par de artículos apago la luz y activo la música que guardo en mi iPod (otro programa que habita en mi iPad); sigo leyendo las memorias de Casanova, que venía leyendo en el metro en mi iPhone y cuyas notas (así como las páginas que avancé) se han sincronizado ya, gracias al servicio que brinda el Whispersync. Leo una media hora en la aplicación de Kindle que Amazon desarrolló para el iPad, y donde ya poseo una bella biblioteca portátil (como la que recomienda Vila Matas). El documento lo leo con la pantalla en negro y el texto en blanco (para no molestar a la persona que duerme a mi lado). Pienso en el artículo que voy a mandar. Pero bien, mañana será otro día.

Horas después me despierto y, al desayunar, encuentro en el periódico (de papel) que la exhibición de Monet que me interesa ver estará abierta sólo hasta hoy. Así que decido partir al museo. Antes de salir, reviso en mi iPad el mapa desde mi ubicación actual hasta el sitio de la expo, salvo la imagen como foto y salgo a caminar. Al llegar, decido tomar notas en mi nueva máquina y, gracias a Sketchbook y Brushes, mis programas de dibujo favoritos, me detengo a hacer en mi tableta la ilustración que acompaña este texto. Bien, es otra forma de anotar la realidad para quienes pensamos visualmente. Una señora a mi lado aprecia el dibujo y, como gesto cordial, le regalo una copia que le envío a su correo desde mi dispositivo.

Llega el vuelo de regreso y pienso de nuevo en el artículo, así que cierro el cómic de Iron Man que venía leyendo en la aplicación de Marvel y me da por abrir Pages, el procesador de palabra del iPad, para escribir algunas líneas. Me interrumpe el almuerzo, así que giro la pantalla y pongo una conferencia de TED que llevo en la tableta, ya que la película a bordo está supermala.

Me sirven un café y vuelvo a teclear en la pantalla de la tableta, pero creo que me encuentro con un bloqueo creativo. Por más que intento escribir la comparación eReader (papel electrónico) vs. iPad (pantalla táctil de alta definición), no se me ocurre más que: “Escribo en mi tableta mientras me pregunto en qué parte de mi biblioteca en casa quedó guardado mi libro electrónico”.

En fin, de seguro algo se me ocurrirá antes de presionar la tecla “Enviar” y que este artículo se vaya desde mi iPad hasta el periódico colombiano... Me quedan más de nueve horas de batería y todo un día en el cielo.

 *Pablo Francisco Arrieta, creador digital y profesor universitario, lector y viajero, ciudadano (virtual) del mundo.

Por Xpectro*

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