El uso de software para bloquear publicidad creció 41% en todo el mundo durante el último año. Hoy, se estima que hay 198 millones de usuarios que activamente utilizan este tipo de programas que se conocen como adblockers: herramientas que impiden el despliegue de piezas publicitarias en las páginas que las personas visitan (banners, ventanas emergentes), así como otro tipo de tecnologías (usualmente trackers) que, detrás de la publicidad, rastrean cada movimiento del navegante para descifrar sus hábitos e intereses y así mostrarle más avisos que, ojalá, estén más cercanos a sus gustos.
Las cifras fueron publicadas por Adobe y PageFair en su más reciente reporte sobre la materia y que, año a año, va contando la historia de cómo el público utiliza crecientemente estas herramientas, por un lado, y cómo una variedad de industrias pierden dinero por estas prácticas, por el otro; PageFair es una compañía irlandesa que se dedica a intentar recuperar parte del dinero que los anunciantes pierden cuando sus avisos son bloqueados en línea por este tipo de software.
Con esto dicho, resulta más o menos justo afirmar que las cifras de la investigación son compiladas por una de las partes de esta discusión, que está particularmente interesada en que los anunciantes no pierdan dinero cuando los usuarios utilizan software para bloquear la publicidad que se despliega en línea.
Ahora, tampoco se trata de poco dinero: el reporte asegura que las pérdidas por el uso de adblockers este año estarán alrededor de US$22 mil millones. Según el documento, el 26,5% del bloqueo de avisos en el segundo cuarto fiscal de este año se dio en páginas de videojuegos, 19,1% en servicios de redes sociales y 17% en sitios relacionados con tecnología, las tres categorías de sitios web que más registraron esta práctica; la que menos lo hizo fue la relacionada con servicios gubernamentales y legales.
Se calcula que, sólo en Estados Unidos, 45 millones de personas mensualmente usan ablockers, un crecimiento de 48% en este país frente a lo registrado hace un año. En Europa, dice la investigación, 77 millones de personas usan este tipo de herramientas cada mes y el país en donde son más populares es en Polonia, en donde casi 35% de sus usuarios las emplea frecuentemente; en segundo lugar está Grecia, con 36,7%.
Y estas cifras corresponden prácticamente sólo al mundo de la red que es consultada desde computadores de escritorio o portátiles. En el lado móvil de la ecucación, el sector que más tráfico nuevo está comenzando a dirigir hacia la red (o sea, en donde más se concentran los anunciantes hoy en día), la cosa es diferente, por ahora, pues el uso de adblockers no está tan diseminado. Un escenario que, quizá, está muy próximo a cambiar, para pesar de quienes pagan los avisos, pero tal vez para beneficio del usuario.
Para ponerlo en palabras simples, Apple introdujo para su siguiente sistema operativo móvil (iOS 9, que estará disponible en septiembre) una función que le permitirá al usuario emplear alguna forma de bloqueador de avisos para Safari, el navegador de la compañía. Sí, Android (sistema de Google) sigue mandando en el mundo móvil, pero el paso de Apple podría tener repercusiones a lo largo y ancho de la red.
El asunto alrededor del bloqueo de publicidad no es algo que se pueda definir simplemente en favor de un bando (usuarios o anunciantes) porque buena parte de los sitios que nutren la web se alimentan del dinero que produce la publicidad que crecientemente es rechazada por las personas.
Una realidad que, sin embargo, podría enfrentarse sin necesidad de tipificar la conducta del usuario, pero tampoco avalar el comportamiento de los anunciantes que, básicamente, han dictado las normas de cómo se debe ver la web mediante sus demandas de más avisos (y, por momentos, más invasivos).
La cosa es simple: buena parte de la publicidad automatizada que hoy vive en cada rincón de la red consume recursos técnicos (ancho de banda, gasto de datos, uso de procesador…). Además de esto, puede resultar terriblemente molesta para el usuario promedio. O sea, si la experiencia para las personas fuera un asunto agradable, ¿por qué crece el uso de adblockers, según deja ver el reporte de Adobe y PageFair?
Como escribió el periodista Charles Arthur: nadie le preguntó a la gente si le parecía bien ser rastreada en la web para beneficio de los anunciantes y “la gente ha decidido que no está bien”. Claro, no está bien que un anuncio “llene la página que estaba tratando de leer y me toque esperar o hacer clic en un punto específico para poder seguir leyendo o que reproduzca automáticamente un video cuando sólo quiero entrar a un sitio que visito con frecuencia”.
Pero el prospecto de quebrar a cientos, miles o millones de sitios tampoco suena muy alentador. ¿Qué hacer? Bueno, siempre hay espacio para el cambio y quizá este sea justamente el camino que se deba emprender: si el uso de bloqueadores de avisos se ha disparado, lo que quiere decir es que el usuario quiere una mejor experiencia.
La resolución de este conflicto, entonces, puede que no sea la inminente quiebra del sistema sino más bien la reformulación de un escenario en el que la web es diseñada por y para los anunciantes. Empoderar al usuario, pareciera, sólo puede redundar en el bien del consumidor y, por extensión, de la web misma. En últimas, ¿de qué sirve inundar de publicidad un lugar si nadie está dispuesto a verla?
Por cierto, Adblock Plus, la extensión para bloquear avisos más popular en la red, anunció hace poco que superó los 300 millones de descargas y que su base de usuarios activos es de casi 60 millones.