¿Qué significa hablar de ciudadanía digital? Este laboratorio busca respuestas

La institución busca fortalecer las comunidades y generar convivencia desde el aprendizaje y el uso de herramientas digitales con una variedad de disciplinas y perspectivas.

Santiago La rotta
27 de abril de 2017 - 04:50 a. m.
Taller de creación en el distrito de Villaverde. / Flickr - Medialab Prado
Taller de creación en el distrito de Villaverde. / Flickr - Medialab Prado

El Medialab-Prado nació en 2000 en Madrid (España) como un punto de encuentro entre ciencia, tecnología y arte: un lugar en el que se mezclan varias disciplinas para producir contenido y soluciones para una variedad de problemas. La institución funciona bajo el paraguas del Ayuntamiento de Madrid.

Visto desde esta óptica, el asunto suena algo utilitarista y, en justicia, el centro apunta a ser más que eso. Definirlo no resulta del todo sencillo, pues si bien es una institución que se apoya fuertemente en la tecnología, muchos de sus proyectos no son necesariamente digitales y algunos incluso son decididamente análogos. Marcos García, director del laboratorio, lo pone de esta forma: “Nuestros proyectos buscan fortalecer la comunidad, crear convivencia desde lo colectivo”. García estuvo esta semana en Colombia.

Va un ejemplo: “En un distrito cerca de Madrid, los habitantes tenían problemas para enterarse de qué estaba pasando en sus barrios, cosas como actividades e información relevante. Un grupo pensó en la cosa más obvia y era tener una especie de tablero informativo. Suena tonto por lo evidente, pero esa idea dio paso a un sistema de pregoneros que, sin mayor tecnología, resuelve una necesidad de la gente de forma eficiente”. Uno de los mensajes con mejor recordación del proyecto es: “He aprobado las matemáticas del trimestre”, de una niña de colegio. (Lea "Los peligros de pensar que la tecnología hace milagros")

El Medialab es un laboratorio en el sentido más esencial de la palabra, pues allí se prueban desde proyectos de producción de composta local hasta sillas de ruedas que pueden desplegar su propia rampa para vencer los obstáculos de acceso para quien las usa. Intentar y experimentar son asuntos centrales en este lugar. “Lo que más nos interesa es juntar personas de diferentes campos, con distintos grados de especialización, pero con ideas y proyectos que ayudamos a desarrollar acá con la ayuda de expertos y mediadores. La idea, siempre, es darle un lugar central al usuario, al ciudadano”, dice García.

Esta visión inevitablemente ha derivado en que el laboratorio orbite alrededor del software y el hardware libres, pues en últimas son dos sectores de tecnología estructurados alrededor de la colaboración entre muchos actores. García cuenta que “en 2005 organizamos uno de los primeros talleres que existieron sobre Arduino. Tuvimos una gran respuesta. Luego, hicimos un evento que era algo como ‘trae tus cacharros viejos y hagamos algo con ellos’. Por estos días era el nacimiento de la web 2.0 y teníamos la sensación de que todo iba a ser en la red, pero acercarnos a este mundo del hardware, un poco lo que conocemos como cultura maker, nos pareció importante y así afianzamos la idea de incluir diferentes perspectivas y especialidades en nuestros proyectos”.

La inclusión del usuario también puede verse en proyectos como el Coder Dojo, una suerte de escuela de programación para niños, pero que también requiere de la participación de los padres. El formato es original de Irlanda, pero fue adaptado por el Medialab. Este hecho tiene un valor agregado, según García: “Esta es una de las cosas que más nos interesan de los laboratorios ciudadanos: ofrecen la posibilidad de encontrar terrenos comunes, fórmulas que puedan ser valiosas en muchos lugares”.

El mantra alrededor del usuario resulta particularmente interesante, pues puede solucionar varias problemáticas transversales a cualquier uso o implementación de tecnología: educación del público en uso de herramientas, pero también una especie de apropiación de los medios de producción. Se trata de responder a preguntas como ¿para qué sirve la tecnología?, ¿qué hacemos con ella?, ¿qué puedo hacer con una tableta, con un celular inteligente?

Si las respuestas de los Estados ante sus problemas involucran crecientemente el uso de tecnología, la otra parte de la ecuación es una especie de educación popular sobre qué son las herramientas y para qué sirven. García no lo dice, pero los laboratorios ciudadanos pueden ayudar a solucionar el tema de la alfabetización digital.

Por Santiago La rotta

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