Reseña: El “remake” de “Dead Space” mejora una obra maestra

El “remake” de Dead Space es sorprendente, mejora los pocos errores de su juego base y se convierte en uno de los mejores juegos de lo que va del 2023. Reseña.

Juan Carlos Rincón Escalante
22 de febrero de 2023 - 01:41 a. m.
Reseña: El “remake” de “Dead Space” mejora una obra maestra
Foto: Electronic Arts

Qué goce jugar Dead Space. Tuve la fortuna de que mi primera experiencia con el juego fuese hace apenas unos días, en la versión reconstruida desde cero con el motor Frostbite, y que es, sin duda, la mejor manera de experimentar una de las obras maestras de los videojuegos modernos. No exagero. Entré con dudas a una experiencia de terror, pues tengo poca paciencia para los sustos baratos a partir de gritos y saltos de la nada, y salí sintiendo que había experimentado una gran historia de ciencia ficción, un excelente shooter y una muestra de cómo los videojuegos son una forma de arte particularmente efectiva al darle agencia a quienes los consumimos.

Un resumen de esta reseña podría ser: si ya jugaste Dead Space cuando salió en el 2008, vuelve a jugarlo en la nueva versión. Si nunca has jugado Dead Space, ay, prepárate para el goce.

Entré al juego sin saber nada de él, más allá de que siempre fue un referente. Salió en el 2008, luego de que en el 2007 salieran obras maestras como Mass Effect y Bioshock, y en aquel entonces no me interesó jugarlo porque le tenía aversión a todo lo de terror. Por eso, durante más de una década no miré tráilers ni me empapé de todo el lore que hay alrededor del universo de Dead Space. Y de verdad que me siento muy contento de que haya sido así.

La premisa es sencilla: Uno es Isaac Clarke, un ingeniero que entra a una súper nave, la USG Ishimura. Al llegar, es evidente que todo se ha ido al carajo. Hay unos monstruos que se apoderan de los cadáveres de los humanos para crear más monstruos. La misión entonces es ver si hay supervivientes y encontrar una salida del lugar. Lo fascinante, y esto es lo que menos me esperaba, es que la historia termina siendo mucho más compleja sobre el por qué estamos ahí, de dónde vienen los monstruos, quiénes son nuestros compañeros y dónde está la esposa del protagonista, con la que hablamos de manera intermitente. Es una narrativa ambiciosa, porque en medio del terror lo que busca es dar un relato sobre el fanatismo, sobre las relaciones rotas, sobre la ambición y sobre las mentiras que nos decimos para mantenernos cuerdos. Hace tiempo una historia de un videojuego que no fuese independiente no me tomaba por sorpresa.

Tenemos que hablar, en esencia, del suspenso. Las gráficas son espectaculares, la iluminación es clave para sembrar terror. Pero lo que se roba el show es el sonido. Aproveché para jugar de noche, a oscuras, con mi barra de sonido a todo volumen. Y... ¡ah, qué experiencia! Se escucha el corazón de Isaac cuando se asusta, así como su respiración. La música es espectacular. Los chirridos de los monstruos se me fueron metiendo debajo de la piel. Hay una parte del juego en el que Isaac empieza a escuchar la voz de un cadáver y me tocó parar de jugar un momento. De ese nivel estamos hablando, si uno se da el permiso de meterse al juego.

Nótese que no he hablado de la jugabilidad. Y no es porque sea mala, al contrario, si no es porque sigo atónito de todo lo que me hizo sentir un videojuego. Para hacerlo, claro, están las mecánicas que parecen sencillas, pero son muy satisfactorias. Hay un número limitado de armas y un número casi tan limitado de municiones. La exploración entonces se vuelve necesaria y por fortuna nunca es aburrido moverse por el mundo del Ishimura. Los disparos se sienten distintos, ya sea que esté usando el lanzallamas (mi favorito porque terminé odiando a esos malditos monstruos), la pistola de plasma o el rifle de impacto.

También se siente un juego sin relleno, a diferencia de las peores versiones de Resident Evil, por ejemplo. Me lo terminé pasando en 16 horas, que me parece un tiempo más que razonable, y no lo sentí ni repetitivo ni tedioso. Es una experiencia contenida en sus ambiciones, en sus ideas, y que sabe cómo ganarse los miedos de quien lo juega.

Digo que agradezco haber jugado por primera vez Dead Space este año porque, para sentarme a escribir esta reseña, busqué cuáles fueron las diferencias con el original. Y es todo lo que me gustó: mejoras en la iluminación, añadidos a la historia que explican más el aspecto psicológico del personaje, un par de misiones tediosas abortadas y un sistema de armas más generoso. Entonces, esta es la versión definitiva del juego. Más aún, la mejor versión de una obra maestra. Y candidato temprano a mejor juego del año.

jrincon@elespectador.com

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