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Seamos conscientes de lo que circula en nuestras redes sociales

Internet cada vez parece más una cámara de ecos, en la que se reproducen las opiniones de la mayoría. Estrategias para encontrar información distinta de la sugerida por algoritmos.

Zara Rahman - Global Voices
29 de marzo de 2016 - 05:57 p. m.
Flickr - Luc Legay / Flickr - Luc Legay
Flickr - Luc Legay / Flickr - Luc Legay

Los elocuentes debates de personas con una perspectiva muy diferente a la mía son justamente lo que necesito para poder estimular mi propio pensamiento y, si es necesario, repensar mis propias opiniones. ("Lea "'Youtuberas' superpoderosas: activismos de mujeres en cortos digitales")

En varios sentidos, esto es en realidad todo lo contrario a lo que muchas redes sociales y plataformas están queriendo hacer, y esto me preocupa muchísimo. Las funciones “Quizás también te interese…” o “Recomendado para ti…” nos indican cosas que nos van a interesar porque tienen que ver con nosotros, en vez de cosas que nos hagan pensar.

La cuestión es que no me incomoda no estar de acuerdo con las cosas que veo en línea. Es aún más que esto: quiero ver cosas con las que disiento.

Distribución digital desigual

Aunque suene contradictorio, mientras más y más personas de todos los rincones del planeta se están conectando al mundo digital, parece ser que tener estas perspectivas y voces diversas en mi pantalla es cada vez más difícil de conseguir. El libro de Astra Taylor The People's Platform analiza este fenómeno:

“Mientras internet ofrece a los grupos marginados oportunidades poderosas que pueden cambiar el mundo para reunirse y actuar en conjunto, las nuevas tecnologías también aumentan la desigualdad y refuerzan elementos del viejo orden. Las redes no erradican el poder: lo distribuyen de diferentes maneras, reorganizan jerarquías y crean nuevos mecanismos de exclusión”.

Taylor describe esta corriente con relación a la “homofilia” —la tendencia a relacionarnos con personas que se parecen a nosotros— y cómo esto afecta nuestro comportamiento digital.

Lo que estoy diciendo entonces no es nuevo. Sabemos que lo que leemos y la información que recibimos en línea se está tornando cada vez más homogénea, cada vez más modelada intencionalmente para complacernos y —a mi modo de ver— cada vez más aburrida, en varios sentidos.

En términos más prácticos, me hizo pensar sobre lo que podemos hacer para contrarrestar esta homofilia algorítmicamente inducida. Escribí sobre los comienzos de mis propios intentos, allí por 2014, pero aquí les traigo algunas tácticas actualizadas que he estado probando.

Estrategias

Creo que estoy un poco atrasada, pero me encantan los boletines informativos. Personas con intereses diferentes a los míos y que saben seleccionar información en línea han sido una fuente regular de cosas interesantes. Personas que van más allá de las partes “más visitadas” de los sitios e investigan profundamente para encontrar tesoros escondidos en la avasalladora cantidad de información disponible en internet se han ganado mi máximo respeto y aprecio. En esta era de subcontratación de máquinas para seleccionar información, estos bocados escogidos cuidadosamente —en general sobre temas que de otro modo no leería (y probablemente no me recomendarían)— me enseñan mucho.

Otra táctica es seguir personas en Twitter que no tengan nada en común conmigo y que expongan opiniones totalmente diferentes a las mías. Casi nunca tengo diálogo en línea con ellos, pero es fascinante ver qué tipo de fuentes de información siguen, con quién interactúan y el tipo de cosas que les parecen interesantes.

Dado que es más fácil seguir esta corriente algorítmica, luchar contra estas tendencias requiere voluntad y esfuerzo de todos nosotros. En mi opinión, un primer paso que todos podemos dar es ser más conscientes de qué, quién y de dónde sacamos información.

Estas tendencias perjudican más a las personas en los márgenes de la sociedad, y es nuestra responsabilidad llegar a ellos y realizar un verdadero esfuerzo para escucharlos.

La versión original de este artículo fue publicada por Zara Rahman. El texto fue reproducido en Global Voices con traducción de Catalina Estrada.

Por Zara Rahman - Global Voices

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