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Un producto hecho a mano

Casey Muratori programa desde noviembre un nuevo videojuego. En las noches, a través de videos que graba a diario, explica cada línea de código que conformará el producto final. Una herramienta de aprendizaje inusual, pero útil.

Santiago La Rotta
10 de abril de 2015 - 03:05 a. m.
Casey Muratori programa desde noviembre un nuevo videojuego. En las noches, a través de videos que graba a diario, explica cada línea de código que conformará el producto final. Una herramienta de aprendizaje inusual, pero útil. /Istock
Casey Muratori programa desde noviembre un nuevo videojuego. En las noches, a través de videos que graba a diario, explica cada línea de código que conformará el producto final. Una herramienta de aprendizaje inusual, pero útil. /Istock

Un ejercicio de disciplina. Un ejercicio de amor al oficio, incluso. Un ejercicio largo, bastante largo. Cada noche, a las 8:00 p.m. (hora de Seattle, EE.UU.), Casey Muratori se sienta en su computador, enciende la cámara, saluda a una audiencia que en promedio tiene mil personas y comienza a programar. Su meta es crear un videojuego manualmente. Sin motores de programación, sin atajos: un proyecto que lo llevará de la nada hacia Handmade Hero, un producto que deberá estar listo a finales de 2016, aproximadamente.

Listo, no es la primera vez que un videojuego se realiza desde cero, literalmente hablando. De hecho, en buena parte este era un camino que se recorría en la industria antes de que los motores facilitaran la vida de diseñadores y desarrolladores; el mismo Muratori ha participado en la programación de estas herramientas. Lo que hay detrás de Handmade Hero es justamente eso: un deseo de volver a lo básico, no por una nostalgia mal manejada, no por un exceso de tiempo, sino como una forma de educación colectiva en línea y en tiempo real.

La idea del proyecto es compartir enteramente el proceso de elaboración del juego, con sus preguntas y problemas, con la puesta a prueba de soluciones y nuevas formas de enfrentarse al desafío de crear algo nuevo; cada línea del código fuente de Handmade Hero queda registrada en los videos que Muratori realiza todos los días desde noviembre del año pasado. En una sesión típica, el programador de 40 años habla acerca de cómo diseñar, desde el código, la colisión de dos objetos o cómo describir el movimiento de un artefacto que cae desde una determinada altura. Todo sin ayuda de motores de programación, todo hecho a mano.

Muratori asegura que el espíritu del proyecto es que Handmade Hero pueda ser utilizado como una especie de manual para un programador que apenas empieza. Claro, en el mundo de hoy (uno en el que la industria del videojuego puede llegar a generar más ganancias que Hollywood) hay escuelas de ingeniería, infinidad de cátedras en las que se enseña a programar, tutoriales acerca de todo tipo de lenguajes de programación, libros, cursos de verano y un largo etcétera de recursos en una materia que se antoja vasta y, para los no iniciados, incomprensible. Pero en aquella masificación del conocimiento, como en casi cualquier proceso a escala industrial, el contacto entre un aprendiz y un maestro puede llegar a ser escaso, un bien en proceso de extinción, según el mismo Muratori.

“Hace rato quería hacer un proyecto en el que pudiera grabar todo el proceso de creación. Muchas veces me sucedió que lo que leía acerca de programación no capturaba muchas cosas que a mi juicio son esenciales. Creo que esto tiene que ver mucho con el formato del material que está disponible mayoritariamente, libros, artículos. Es un poco como en el arte: si uno quiere pintar, es algo complicado aprender a hacerlo basándose exclusivamente en un libro, toca ver un poco el proceso, experimentar cómo uno y otros mueven el pincel de cierta forma, por decir”.

Handmade Hero es en buena parte eso: pregúntele a alguien que sabe más. Y las preguntas llegan cada noche después de la hora de programación en vivo, cuando se abre una sesión en la que el público discute y le pide consejos a Muratori. ¿Alguna vez ha pensado en dar clase en una universidad? “La verdad es que, sin un calendario fijo ni la necesidad de ir a un salón, creo que ya lo estoy haciendo de cierta forma: parte de lo que me enseñó a mí lo que sé hoy era la posibilidad de consultar a quienes ya llevaban un tiempo en la industria. Este proyecto es un intento de volver a ese espíritu”. Todas las sesiones quedan archivadas en la cuenta de Youtube de Handmade Hero.

Lo que resulta inusual en Handmade Hero no es sólo el proceso público de creación, sino la idea misma del juego: “Es un asunto que va evolucionando. A diferencia de lo que sucede usualmente, que es que la construcción del proyecto sigue una idea fija de cómo será la acción y la narrativa, en este caso lo que quiero mostrar es cómo, a partir de la programación, se va moldeando el desarrollo del videojuego como tal”.

La narrativa de Handmade Hero puede resultar simple. Un poco tomando elementos de productos como Zelda, el proyecto de Muratori incluye la exploración y la magia como las fuerzas que moldean el universo y la experiencia del personaje, un niño sin brazos que quiere entrar a un bosque desconocido poblado de peligros y criaturas extrañas, pero también de aventura y oportunidades. Gracias al elemento mágico, el joven recupera sus brazos y desde ahí parte la acción del videojuego. “Es un juego a la antigua: no es un producto que empuje la frontera de lo que se puede hacer con la programación, pero muestra efectivamente cómo construir algo desde cada línea de código”, en palabras del programador.

Al final de la aventura, Handmade Hero tendrá un lanzamiento para PC y después para otras plataformas de juego. Quienes ordenen hoy una copia del juego, pueden recibir la versión más actualizada del código fuente. La idea de Muratori es que después de dos años de su comercialización, toda la programación entre al dominio público. “Lo que me interesa no es entrenar expertos en programación, sino ofrecer herramientas para entender cómo funciona un juego desde abajo, ofrecer las soluciones que tanto me ayudaron a mí cuando empezaba”.

 

slarotta@elespectador.com

Por Santiago La Rotta

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