Turismo
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Arauca y Casanare, llano adentro

Imponentes paisajes las revelan ante los ojos de los viajeros.

Redacción Buen Viaje
02 de diciembre de 2009 - 06:04 a. m.

Estos dos departamentos reflejan en todo su esplendor el brillo de una  recia y encantadora cultura colombiana. Recorridos por hatos y enseñanza de los trabajos de finca, entre los atractivos turísticos de la Orinoquia. Verdes multicolores y el sol siempre anunciando el camino son muestras de la majestuosidad de esta región natural.

Una tierra para la aventura

Levantado a orillas del río que lleva su mismo nombre, el departamento de Arauca además de ser uno de los principales centros agrícolas y ganaderos del país, también es un excelente escenario para divisar la infinita belleza de los blancos picos de la Sierra Nevada del Cocuy que se extienden a lo largo y ancho del departamento.

Si bien el Parque Nacional Natural El Cocuy es más conocido en Boyacá, lo cierto es que su territorio es tan extenso que abarca una gran porción de Arauca, se trata de un bosque ininterrumpido desde el Llano hasta el páramo con toda la variedad de pisos térmicos, fauna y flora. Además, es el hábitat natural de la comunidad Tunebo, que desarrolla sus parcelas en varios climas con el propósito de dejar descansar la tierra y conservar los suelos para luego cultivar una amplia variedad de productos.

Arauca es territorio llanero por excelencia y es muy placentero admirar las bellas haciendas que se extienden a lo largo de las sabanas donde se crían numerosas especies de equinos y bovinos, y que de vez en cuando se engalanan con el correteo de las garzas que al final del día se posan sobre los frondosos árboles.

Pero ahí no para todo porque Arauquita, situada sobre la margen derecha del río Arauca es otro de los sitios de singular belleza donde se encuentra el campo petrolero de Caño Limón, no en vano este es uno de los territorios más promisorios para la economía regional y nacional del país.

Los turistas que deciden visitar la capital tienen innumerables opciones para disfrutar de una verdadera aventura de ecoturismo de principio a fin. Una de las principales actividades es el avistamiento de aves por el innumerable número de especies exóticas que habitan allí, por ejemplo, es común encontrar entre los densos follajes al pájaro arauco, única ave con cuerno y cuerpo semejante al de una gallina, aunque liviano y que despierta el asombro de los visitantes.

Pasear en bote y practicar deportes acuáticos es otra alternativa. Existen diversos tipos de embarcaciones que facilitan la navegación por ríos, caños y lagunas. Las visitas a los hermosos balnearios naturales permiten en época de sequía el disfrute de las playas de algunos ríos. Allí y en cualquier espacio al aire libre es posible realizar picnics y parrilladas.

Pero una vez en la capital no se puede dejar de ir al Puente Internacional José Antonio Páez, que une a Colombia con Venezuela; el Malecón es otro sitio simbólico que se puede recorrer a través de un sendero que bordea los islotes donde habitan los indígenas guahibos. La concha acústica Fórum Los Libertadores es el lugar donde se realizan los eventos culturales de la ciudad, ubicado en la zona del Malecón, allí se encuentra el monumento al joropo, un lugar que le rinde homenaje y tributo a la cultura llanera.

El Parque Bolívar en el centro de la ciudad es un sitio de vital importancia para los araucanos porque a su alrededor se desarrolla la vida social, política cultural y económica de la capital. El Parque Caldas es un sitio de gran importancia porque a sus alrededores se encuentra la zona comercial rodeado por San Andresito y el paseo comercial Carlos Gaona.

Y para los turistas que prefieren recorrer paisajes naturales está la laguna Madrevieja, ubicada dentro de la ciudad, y aunque no es muy grande y vistosa, tiene como atractivo el misterio que se ha creado alrededor de ella, ya que se dice que quienes toman de sus aguas, jamás se van de Arauca.

El Parque Ecológico del Llano, a 10 minutos de la capital, es ideal a la hora de enseñar a los visitantes la manera de conservar la naturaleza, pero no se puede dejar de lado el Alto del Oso, el Cerro de la Plaza, la Laguna de la Guerra y la Loma de Castilla.

Naturaleza esplendorosa

La Salina, Orocué, Monterrey, Sabanalarga, Tauramena, Villanueva, Támara y Paz de Ariporo son el mejor reflejo del Llano adentro, de la naturaleza espléndida, del Casanare, que visto es ese cristalino espejo de agua que forman ríos y lagunas de una de las regiones más ricas de Colombia cuando de recursos naturales se trata.

Allí, en sus entornos y vecindades, se aprecia al jinete de alpargata y sombrero sobre el recio caballo arisco y temperamental. Sea usted llanero o visitante, podrá adentrarse en una hato cualquiera para entender los oficios ganaderos y pasar a punta de galope, y en compañía de un guía local, algunas zonas de selva virgen que se han empezado a organizar por los pobladores del departamento

Cielos limpios, aire puro y ríos cristalinos es el lema que sueltan los casanareños cada vez que hablan de su región, que combina con un sinnúmero de colores verdes de sus bosques y que se mezclan con el sol radiante que siempre acompaña los días del Llano.

En Yopal, el Sendero Ecológico del Mirador de la Virgen de Manare y El Serpentario se llevan todas las recomendaciones para los que avistan por primera vez esta ciudad. En Monterrey la cascada Villa Carola y el Observador de Puente Tabla se quedan con el reconocimiento. En Orocué están el parque ecotemático de Wisirare, el caño San Miguel, el sendero ecológico Parabare y el río Meta en todo su esplendor.

En Nuchía está San Miguel de Farallones y las Ruinas de Santiago de las Atalayas, Aguas Calientes, y en Agua Azul está la Hacienda Tamuría y las Ruinas de Morcote. Ya en Tamara aparece el Cerro de Santa Bárbara; en La Salina, La Laguna del Sacrificio y el Cementerio Precolombino; en Paz de Ariporo, el río Pauto, Las Ruinas de Moreno, el Resguardo de Caño Mochuelo y las Montañas del Totumo.

Y en Pore, para completar el recorrido desde la zona norte hasta la parte sur de Casanare, están las Ruinas de Caribabare, el Resguardo de Chaparral, en Hato Crorozal. Y en Villanueva hay que visitar la Mesa de San Pedro y el Caño de Agua Clara y Arietes.

Se trata de un destino al que se llega por aire y en el que a su aeropuerto principal, ubicado en Yopal, aterrizan varias compañías aéreas con aviones de mediana y pequeña capacidad con vuelos diarios. Y por tierra, desde Bogotá, basta con tomar la vía Sogamoso-Aguazul, en algo más de 350 kilómetros. O se puede llegar por la segunda opción, El Sisga-Guateque-Monterrey. Y desde Villavicencio, la capital del Llano, se pasa por Restrepo, Cumaral, el Venado-Aguazul, que es conocida como la Troncal del Llano.

En el departamento, la cultura gastronómica, reconocida en toda Colombia por sus platos típicos, lo recibe con una mamona, que es ternera tierna asada a la brasa. Este plato viene acompañado de otras carnes, entre las que está la porcina y de chigüiro, animales que  son parte de grandes criaderos en donde se busca tener un balance de sacrificios y conservación de la especie.

Y entre los acompañantes están las hayacas —más conocidas en otras regiones del país como envueltos de arroz o maíz—, la yuca y el plátano junto a la papa en todas sus variedades. Los pescados, que no pueden faltar, vienen de los múltiples ríos del departamento, y las cachamas y tilapias son dos de los más buscados por su sabor y tamaño.

Un Llano adentro que, para completar, cuenta con una población indígena de más de 5.000 habitantes, quienes aún guardan en sus principales resguardos el encanto cultural de los antepasados y que se han mantenido vigentes a través del tiempo, siempre acompañados de su madre tierra en el centro de la Orinoquia.

Por Redacción Buen Viaje

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