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Aruba, un país de un poco más de 106 mil habitantes, es conocido por ser la “Isla Feliz”. Sus playas azul turquesa, entre las más conservadas del mundo; su acogedor clima, que se mantiene soleado durante todo el año, y la amabilidad de los arubianos, hacen que este sea un destino ideal para disfrutar en familia. Al aterrizar en el aeropuerto internacional Reina Beatrix lo reciben con un Aruba Ariba, el coctel tradicional: lleva coecoei, un licor local; vodka, ron, crema de banano, ponche de frutas y Grand Marnier.
Al salir de esta terminal se encuentra un panorama un poco particular: sus calles no tienen un solo semáforo. Para cruzar, los carros cuentan con glorietas y los peatones con cebras. Además, su seguridad le permite transitar por los principales atractivos turísticos sin temor a perder sus cosas personales. De hecho, en la isla no hay vendedores ambulantes. Solo una persona tiene una especie de permiso especial para vender dulces en las calles. Se trata de Carlitos.
Carlitos tuvo un accidente automovilístico hace poco más de 20 años. Su diagnóstico fue muerte cerebral. Sin embargo, un neurocirujano colombiano residente en Aruba, el día que lo iban a desconectar, pidió una oportunidad para operarlo y ver si había alguna posibilidad de salvarle la vida. Carlitos sobrevivió al accidente y quedó con una discapacidad que le impide realizar muchas actividades y, por ende, trabajar. Por eso, ahora vende dulces en las calles de Aruba. Le encanta vestirse de blanco y saludar a las personas con un beso en la cabeza.
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La mayoría de las costumbres arubianas provienen de los Países Bajos, incluso su arquitectura reflejada en el tono pastel de la fachada de las construcciones, así como su idioma y hasta su pasaporte. Los arubianos hablan a la perfección cuatro idiomas, pero el oficial es el papiamento y, como dice Jordan Schlipken Croes, director de la Autoridad de Turismo de Aruba Latinoamérica, “el que viene a la isla no se quiere ir”. Y eso es lo que les ha pasado a varios turistas, quienes terminan viviendo en la isla o comprando una casa de verano.
Schlipken confiesa que la clave que ha tenido la isla para convertirse en uno de los principales atractivos turísticos es que no buscan masa, sino calidad. Con esa premisa, añade, es que se impulsa el turismo. “Somos conscientes de que hay destinos del Caribe a donde llegan más turistas. Por ejemplo, Punta Cana tiene habilitadas 90 mil habitaciones. Nosotros solo tenemos disponibilidad para 13 mil y aunque tenemos la capacidad, lo que queremos es que sea una isla tranquila, donde los que vengan de vacaciones no se deban sentar en la playa junto a mil personas con bafles”, anota.
Aunque hoy Aruba vive del turismo, pues el 80 % de su Producto Interno Bruto (PIB) depende de esta actividad, no siempre fue así. Hace un siglo, en 1924, entró en operaciones la refinería Lago Oil, convirtiendo al petróleo en la principal fuente de ingreso. A San Nicolás, donde está ubicada la compañía, llegaron migrantes de varios países y se instalaron con el propósito de conseguir empleo. Se estima que en sus instalaciones llegaron a trabajar más de 8.000 personas.
Además de contar con la refinería, las calles de este barrio se empezaron a hacer famosas por la prostitución. Hasta que, en los años 80, la refinería cerró y, con el cese de operaciones, las grandes empresas se fueron de Aruba, las calles quedaron desoladas, las construcciones abandonadas se fueron agrietando y San Nicolás, poco a poco, fue quedando en el olvido.
El turismo pasó a ser la principal fuente económica de la isla. Todos los arubianos se volcaron a mostrar sus costumbres, sus paisajes, su comida típica y la maravilla de sus playas. Sin embargo, San Nicolás siguió con la misma imagen: la de un barrio abandonado. Era un sitio al que no llevaban turistas. Pero, desde 2015, Tito Bolívar, curador de arte de Aruba, buscó por medio de los grafitis y el arte callejero transformar las calles de San Nicolás y volverlas un destino turístico.
La idea surgió en un viaje a Bogotá, luego de ver el mural “Amar es Arte”. Encontró que varios de los edificios del centro de la capital habían sido el lienzo de grandes obras, como la de “El beso de los invisibles”, inspirada en una fotografía del reportero Héctor Fabio Zamora, la cual retrató el amor de dos habitantes en condición de calle. Luego de ver estos murales, Tito buscó llevar el arte callejero a las calles de San Nicolás.
Primero pensó en dar clases, luego en abrir un taller. Pero, confiesa, no sabía pintar. Entonces, empezó a invitar a artistas de diversos países, como Chile, Argentina, Colombia, Portugal o Italia. Y así fue como en 2016 se realizó la primera Feria de Arte de Aruba en San Nicolás. Hoy sus calles cuentan con más de 50 murales. Realizar este recorrido tiene un valor que va desde los 121 dólares.
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¿Qué hacer en Aruba?
“Bon bini” a Aruba, en español significa “Bienvenidos”. Lo primero que debe saber es que el alojamiento puede ir desde los 125 dólares con desayuno y tendrá que contar con un presupuesto mínimo de 75 dólares al día, en el que se incluye el valor del transporte.
Por ejemplo, tiene la opción de recorrer los principales puntos turísticos de la isla en los Jeep Tour. Lo podrá hacer en una camioneta de safari 4x4, donde pueden viajar dos personas; o los jeeps, cuyas sillas están ubicadas a cada lado del vehículo para tener una vista panorámica de las zonas. Allí pueden viajar de seis a ocho personas y el precio dependerá de las horas del recorrido y las paradas. Puede oscilar ente 85 y 600 dólares. No se sorprenda si en los recorridos escucha vallenatos, pues es uno de los géneros favoritos en esta isla.
Otro de los planes turísticos es recorrer sus principales playas. Está Eagle Beach, que es la más grande de la isla. Una tradición arubiana que se celebra en Semana Santa es la de acampar, además, como antesala al mar está el dividivi, el árbol tradicional, característico por volcarse hacia el oeste. También puede disfrutar de Baby Beach, un verdadero paraíso. Sus aguas cristalinas y poco profundas son el lugar ideal para descansar. Y si busca casinos, muelles, bares de playa, deportes acuáticos, restaurantes y tiendas, el lugar ideal es Palm Beach. Podrá acompañar su día de playa con una Balashi, la cerveza tradicional.
En Aruba también se encuentra la procesadora de áloe más antigua del mundo. Esta planta llegó a la isla en 1840 y desde entonces se ha convertido en uno de los principales productos. Los guías le explicarán el proceso de sus derivados y luego los podrá adquirir en la tienda. También podrá visitar el museo. Y si lo que busca es conocer la gastronomía de este paraíso caribeño, en Zeerover probará el mejor pescado fresco.
De acuerdo con los cálculos de Schlipken, de la Autoridad de Turismo de Aruba Latinoamérica, en 2022 llegaron a contar con 35 mil visitantes colombianos y, dice, “la idea es llegar a 40 mil colombianos para 2023, de los 1,2 millones de turistas que pueden llegar a viajar hasta nuestra isla”.
¿Cómo llegar a Aruba?
Podrá llegar en cruceros. Asimismo, la aerolínea Wingo ofrece viajes directos desde Bogotá, Cali y Medellín hacia este destino. Jorge Jiménez, director comercial y de planeación de Wingo, explica que en total operan 10 vuelos semanales desde Colombia: cuatro salen de Bogotá, cuatro de Medellín y dos de Cali.
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Estos vuelos, con un costo que va desde 78 dólares, manejan cerca del 85 % de ocupación, según dice Jiménez. Es decir, de los 35.000 colombianos que viajan hacia la isla, se estima que Wingo está transportando el 40 %. Además, comenta Jiménez, “Colombia es el único país de Latinoamérica que tiene tres rutas hacia Aruba y las tres las operamos nosotros”.
El funcionario señala que, aunque no se descarta abrir nuevas rutas hacia Aruba desde Colombia, que salgan Barranquilla o Bucaramanga, lo primordial en este momento es seguir fortaleciendo las tres rutas aéreas que hay y que más colombianos “puedan disfrutar estas playas turquesas y vivir la experiencia de la Isla Feliz”.
* Invitación de la Autoridad de Turismo de Aruba y Wingo.
