Para los amantes de la historia, pocas ciudades resultan tan fascinantes como Roma, un lugar donde el pasado aparece en cada esquina y, muchas veces, bajo los pies. Por eso, una noticia reciente ha despertado especial entusiasmo: la Línea C del metro, una obra que durante años pareció tan mítica como la propia fundación de la ciudad, ha logrado avanzar hacia su centro histórico.
Más que una ampliación del transporte público, se trata de una intervención única que confirma que en Roma cada excavación es también un descubrimiento y que moverse por la ciudad puede convertirse en un auténtico viaje al pasado.
¿Qué es lo que se podrá ver en esta estación?
La tercera línea del metro de Roma, conocida como Línea C, ha sido durante más de 30 años un proyecto legendario en la ciudad. Las obras han enfrentado no solo burocracia, sino principalmente los desafíos arqueológicos de construir bajo una de las ciudades más antiguas del mundo, donde cualquier excavación revela tesoros históricos.
Pero se logró, y ahora se acaba de inaugurar tres kilómetros adicionales y dos nuevas estaciones del metro: Porta Metronia y Coliseo. Estas no son estaciones ordinarias, sino verdaderas “arqueo-estaciones” o estaciones-museo, donde los hallazgos arqueológicos encontrados durante la construcción están expuestos para que los viajeros puedan apreciarlos.
Estación Coliseo
La estación Coliseo-Foros Imperiales es, quizá, el ejemplo más impactante de esta ampliación del metro romano. Aunque su construcción tomó 13 años —más tiempo del que necesitó levantarse el propio Coliseo—, el resultado justifica la espera. El recorrido desciende 32 metros bajo tierra, distribuidos en cuatro niveles, y culmina en un espacio donde se conservan los restos de unas termas privadas del siglo I antes de Cristo, integradas de forma armoniosa al diseño contemporáneo de la estación.
Según la arqueóloga Elisa Cella, estas termas eran “una joya, una especie de sauna” con una pequeña piscina de agua fría. Estos restos pertenecían a una casa que en su época se encontraba sobre una ladera de la colina Velia, mostrando cómo ha cambiado la topografía de Roma a lo largo de los milenios.
Las investigaciones arqueológicas asociadas a esta obra se desarrollaron de manera paralela a las distintas fases de construcción desde 2014. Por ejemplo, en zonas como el Clivus Acilius y los jardines de Villa Rivaldi, los trabajos permitieron recuperar la estratigrafía original de la colina Velia y sacar a la luz estructuras residenciales de época imperial, dispuestas en terrazas y vinculadas al antiguo sistema vial que coincidía con la actual Vía del Coliseo.
Por su parte, bajo los niveles modernos, aparecieron complejos arquitectónicos que abarcan desde la Edad Imperial temprana hasta la Antigüedad tardía.
Otro de los hallazgos más relevantes se produjo en el área del Clivus de Venus Felix y la plaza del Coliseo, durante la excavación del túnel que conecta la Línea C con la Línea B. Allí se descubrió una estructura monumental hasta ahora desconocida: una gran construcción circular, probablemente una fuente, asociada a una cuenca rectangular revestida de mármol y datada en el período Flavio.
Estación Porta Metronia
La otra estación inaugurada, Porta Metronia, se encuentra junto a las Murallas Aurelianas, a aproximadamente un kilómetro de distancia. El trayecto entre ambas dura apenas dos minutos y cuarenta y cinco segundos.
Aquí lo que podrá ver es una estación que tiene cinco niveles subterráneos, los viajeros pueden observar a través de cristaleras un extenso complejo militar romano del siglo II d.C., incluyendo la Casa del Comandante con frescos y mosaicos. Entre los objetos expuestos destacan vasijas de bronce de hace 2.300 años y evidencias de 28 pozos construidos entre los siglos V y II a.C.
Según la restauradora Francesca Gherardi, estas estaciones son “únicas en el mundo”, permitiendo a millones de viajeros y turistas conocer una parte más de la Antigua Roma mientras se desplazan por la ciudad moderna.
De hecho, esto lo resalta también autoridades como el ministro Matteo Salvini, el ministro de Cultura Alessandro Giuli y el alcalde Roberto Gualtieri, quienes destacaron la importancia de combinar el progreso en infraestructuras con la conservación del patrimonio. Salvini enfatizó el desafío de “excavar bajo el Patrimonio de la Humanidad”, mientras que Giuli defendió que “la ciudad milenaria se transforma en la ciudad del futuro, manteniéndose fiel a sí misma”.
¿Cómo hicieron esta obra sin destruir el patrimonio?
Para hacer posible la ampliación del metro sin poner en riesgo los vestigios históricos, Roma ha recurrido a una técnica específica conocida como top-down arqueológico. Este método, desarrollado especialmente para el centro histórico de la ciudad, permite excavar de arriba hacia abajo mientras se construyen estructuras intermedias que garantizan la estabilidad del terreno y de los monumentos que se encuentran en la superficie.
Gracias a este sistema, los trabajos de ingeniería y las investigaciones arqueológicas pueden avanzar de manera simultánea. Así, los especialistas documentan y conservan los hallazgos sin necesidad de detener por completo las obras.
Otros métodos usados fueron la excavación manual, y se instalaron miles de sensores para controlar vibraciones, movimientos del suelo y posibles alteraciones del nivel freático. “Roma es la ciudad más difícil del mundo para construir un metro”, afirmó Marco Cervone, jefe de obras de las nuevas estaciones, subrayando que el desafío no está solo bajo tierra, sino también en lo que se protege en la superficie.
A futuro, se prevé la apertura de al menos cuatro estaciones más, entre ellas una en pleno centro y otra cerca del Vaticano. Para las autoridades, se trata de un pequeño precio a pagar por el progreso: una forma de permitir que la Roma antigua y la ciudad moderna convivan y dialoguen en un mismo espacio urbano.
¿Cómo ir?
Llegar es más sencillo de lo que parece. Solo debe tomar el metro de Roma y dirigirse a la estación Coliseo–Foros Imperiales, ubicada en la Línea C y conectada directamente con la Línea B en la parada Coliseo. Desde allí, el acceso a las nuevas estaciones y a sus espacios arqueológicos forma parte del recorrido habitual del metro.
Con un billete sencillo, que cuesta 1,50 euros (aproximadamente 1,77 dólares), el viajero no solo se desplaza por la ciudad, sino que también ingresa a un auténtico museo subterráneo, donde la historia de la antigua Roma se descubre mientras se espera el tren.
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