Conocida como La Arenosa, Curramba la Bella o la Puerta de Oro de Colombia, Barranquilla es el corazón del Caribe colombiano. Una de las ciudades más alegres y festivas del país, porque combina durante todo el año el sentido lúdico y gozoso de la vida con la vocación creativa y productiva que acoge a miles de turistas, que llegan año tras año a disfrutar del espíritu abierto y la calidez humana de su gente.
Visitar el departamento del Atlántico es encontrarse con numerosos contrastes. La parte del centro, que en este momento está en recuperación, ha pasado de ser una zona deprimida a convertirse en el Parque Cultural del Caribe, un complejo arquitectónico que ofrece servicios culturales y educativos a toda la comunidad.
El nuevo espacio público tiene un lugar reservado exclusivamente al Museo del Caribe, un sitio de diálogo creado para motivar la reflexión sobre los procesos y las relaciones históricas, ambientales y socioculturales que a lo largo del tiempo han configurado la diversidad del Caribe.
Sigue a El Espectador en WhatsAppA través del recorrido por la salas de la Expresión, la Acción, la Palabra, la Gente, la Naturaleza y el salón Gabriel García Márquez, que imita una sala de redacción de un periódico de los años 50, donde el nobel empezó su etapa de formación como escritor, los visitantes se aproximan a la cultura caribeña y, para complementar, usan la tecnología como una herramienta pedagógica y de divulgación para el público.
A unas cuantas cuadras del museo se ubica la Biblioteca Infantil Piloto del Caribe, donde niños de la región experimentan un encuentro provechoso con la lectura, el arte, el juego, la cultura, la naturaleza y los principios básicos de la vida cotidiana.
Avanzando más hacia el norte se encuentra el barrio El Prado, uno de los más emblemáticos y tradicionales de la ciudad, declarado Patrimonio Histórico de la Nación, diseñado en 1921 por los hermanos norteamericanos Karl y Robert Parrish. Se trata de una moderna urbanización con amplias avenidas, jardines y majestuosas mansiones que dieron paso a la arquitectura moderna que entró por Barranquilla y pronto se extendió a las principales ciudades del país. En un recorrido por sus calles se pueden apreciar robles y lluvias de oro, los árboles más representativos de la ciudad.
La gastronomía y el arte también se hacen presentes en diversos aspectos culturales de la ciudad. Y La Cueva es una prueba palpable de ello. No es un restaurante más o un bar común, se trata de un orgulloso ícono local y de referencia nacional, que reabrió sus puertas para fortalecer las raíces caribeñas y barranquilleras.
Fundado en 1954, La Cueva es un antiguo bar, cuyas paredes fueron testigos de las famosas tertulias que allí realizaban grandes escritores, artistas, pintores e intelectuales de la época. Algunos de los clientes más ilustres fueron Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor, Alejandro Obregón, Fernando Botero, Rafael Escalona, Marta Traba y Germán Vargas, por mencionar sólo algunos.
La Tiendecita es otro referente típico de la gastronomía barranquillera, abre sus puertas diariamente a primera hora, para ofrecer desayunos, almuerzos y cenas típicas costeñas. Reconocida por el típico sabor de sus fritos, chicharrones, chorizos, bollo limpio, butifarras y arepa de huevo.
Sin duda, la gastronomía ocupa un lugar fundamental en la idiosincrasia del pueblo barranquillero, y prueba de ello es “Sabor Barranquilla”, un evento que, desde 2008, enaltece y promueve las tradiciones culinarias de la región Caribe con una perspectiva universal y patrimonial.
La rumba es otro de los distintivos que exhala el barranquillero. La pasión por la música y el baile brota de cada poro de su piel, por eso la fiesta nunca desfallece y en cualquier momento se puede disfrutar de la mejor vida nocturna. La variedad de entretenimiento es amplísima, con distintos ambientes, para satisfacer todos los gustos: bares, discotecas, música electrónica, dance, reggaetón y crisol.
Pero sin duda la ruta de la salsa es uno de los recorridos que no pueden faltar. El circuito se inicia en El Rancho Currambero, un lugar que no tiene muros, ni paredes, completamente abierto, donde los bailadores amantes de la salsa se pueden ver unos a otros; aquí no hay pista de baile, pues todos bailan alrededor de sus mesas, guiados únicamente por el sonido que los enloquece y los hace bailar hasta muy entrada la madrugada. Enseguida se puede ir a La Cien, que presenta pantomimas de artistas como Juan Gabriel, Rocío Durcal o Michael Jackson y luego una tanda de salsa.
Si el estado físico lo permite y desea ir hasta el final, puede continuar en Salsa 8, seguir en Taboga y finalizar en La Troja, donde es común ver bailar hombres y mujeres por aparte, o a la mamá y a la hija. Aquí todo es posible, y se rompe la regla que dice que para bailar se necesita una pareja; lo importante es sentir la música, gozarse la rumba y bailar intensamente hasta altas horas de la madrugada.
* Invitación del Comité Mixto de Promoción, Gobernación del Atlántico y Alcandía de Barranquilla.