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Cartagena, la ciudad de las murallas, los piratas, calles coloniales y balcones tuvo más del 90% de su ocupación hotelera en la temporada de fin de año e inicios de enero. Pero igual la ciudad no descansa, en el mes de diciembre se contabilizaron 33 cruceros con más de 84.000 visitantes. Para la segunda semana de enero siete cruceros con 18.685 visitantes arribaron, un impacto económico calculado en 1,7 millones de dólares, cada crucerista gasta en promedio en la ciudad $122 USD y los tripulantes $70USD.
A lo anterior, los visitantes que llegan por aire y tierra de descanso, los que asistieron a eventos como el “Cartagena Festival de Música”, y los que llegarán la próxima semana para el “Hay Festival”, escritores y varios premios Nobel estarán en la ciudad.
Para el sector hotelero y de restaurantes, la atención al cliente, el cuidado del medio ambiente y sostenibilidad son palabras que deben estar certificadas ante un turismo exigente que le da valor a la competitividad. La exigencia es cada vez mayor, aunque parece, que son muchos los llamados y pocos los escogidos.
Encontramos dos historias con su certificación. Jabones reciclables que se hacen en el Hotel Hilton Cartagena y porque en el restaurante “Candé 100 % comida Cartagenera”, es imposible que una mesa se mueva después de que los comensales estén sentados.
Los jabones de la esperanza
Jairo Manzur es el director de ventas y mercadeo de Hilton Cartagena. Demasiado joven este barranquillero inició su trabajo como pasante contestando los teléfonos, en el hotel. Han pasado 11 años y ya tiene un cargo de responsabilidad en la cadena hotelera.
“Aquí hay un componente de esfuerzo, una inversión de tiempo, sacrificando muchas cosas y marcado por la dinámica de la compañía. Hilton es un lugar excelente para trabajar que proporciona oportunidades de crecimiento”, le dice a El Espectador.
Hablamos de las certificaciones de calidad y servicio del hotel, dice que son muchas. “Como cadena internacional, tenemos un respaldo de la marca que nos avala como un hotel que presta un servicio de calidad, donde hay una exigencia permanente con revisiones periódicas”.
Sobre el componente de responsabilidad social dice que está muy marcado por lo que llaman Hilton 2030. “Al final todas nuestras propiedades en términos generales deben haber reducido a la mitad el impactó en la huella de carbono por las operaciones y se debe haber duplicado el impacto en las comunidades”.
Como parte de esta responsabilidad, desarrollan un proceso en el cual se reutilizan los jabones que dejan los huéspedes, un nuevo jabón, beneficiando a una población necesitada. “Los jabones son una de las acciones para llegar a ese objetivo del 2030″, sostiene.
El programa se llama, Soap for Hope, jabones de la esperanza y lo realizan en conjunto con la organización internacional Diversey y la Fundación Juanfe.
Diversey, es quien capacita a miembros de la Fundación en el proceso de desinfección, elaboración y aromatización de nuevos jabones. El trabajo inicia con la capacitación de los jóvenes en la elaboración del producto, todo pasa en el mismo Hotel Hilton.
“Desde el 2015 hemos capacitado a 300 personas, aproximadamente, y recuperado en promedio 1.5 toneladas anuales de jabón”, sostuvo Alexis Valencia, gerente de cuenta de Cartagena de Diversey.
En los últimos años el hotel ha entregado más de 6 mil barras de jabón reciclado a poblaciones vulnerables en Cartagena. “Esto no es una ganancia nominal, es una ganancia que va más allá de eso”, afirma el director de ventas y mercadeo.
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Hablamos de proyectos que piensa realizar. En tono enérgico le dice a El Espectador que cuando le sobra comida, que pasa muy poco por los procedimientos establecidos, “no puedo hacer nada”.
Afirma que sería muy bueno tener una empresa en Cartagena con todas las certificaciones y maquinaria “para poder venir por la comida caliente que ha quedado y poderla llevar a quien la necesita. Me he reunido con muchas personas de lo público y lo privado y si hay algo que podamos hacer para esto, sería un éxito, nosotros trabajamos cada vez más en acciones para llegar a más personas”.
Al terminar la entrevista pasamos de nuevo por su primer sitio de trabajo, me recuerda. “La experiencia no es mejor que la juventud y la juventud no es mejor que la experiencia, lo bueno es el balance”.
“La mesa no se debe mover”
Gabi Arenas y sus hijos conformaron el Grupo Empresarial Llamas Arenas - GELA- con un gran enfoque en gastronomía, pero también en marroquinería y servicios turísticos, incursionando desde noviembre de 2022 en el sector hotelero.
En una tarde de diciembre que acaba de terminar, uno de sus restaurantes, “Candé cocina 100% cartagenera” recibió la certificación en calidad turística y sostenibilidad otorgada por el Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación, ICONTEC.
En Cartagena pocos son los restaurantes certificados en sostenibilidad. El restaurante Candé le apostó a certificarse voluntariamente en calidad y demostrar que sus procesos de servicios son totalmente transparentes, confiables y encaminados a satisfacer las necesidades del entorno, además de crear valor por el bien de Cartagena.
Son las 8 de la mañana y nos recibe Gabi, está terminando de dar unas instrucciones. Cuando nos sentamos a la entrevista, la mesa se mueve muy poco.
“Esto no puede pasar, espera buscamos algo para arreglar esta mesa, yo hice la última ronda y no me di cuenta, son detallitos que te marcan la diferencia”, dice esta mujer emprendedora. “La calidad y el servicio deben estar siempre perfectos. Tengo entendido, no puedo asegurarlo, creería en un 99 % que somos el primer restaurante en certificarnos en Cartagena, con las normas de INCONTEC, ¡ojo!, no hotel.”
Llega muy de madrugada a Candé con sus empleados, afirma que certificarse es un trabajo arduo pero que le ha ayudado a la organización, los hace ser más exigentes como equipo, todo está coordinado en los tiempos establecidos, no hay dudas, todos saben que deben hacer.
“La capacitación es para todos, desde los steward, que lavan la loza, algo muy importante, pasando por todos los campos”.
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Gabi sonríe, toma un poco de agua que viene en una delicada botella marcada con el nombre del restaurante.
Varias mesas ya se han ocupado, es momento del desayuno en el que la gran mayoría ha pedido mesita de fritos con arepa de huevo, carimañola entre otros, junto a chicharrón con yuca y jugo de corozo y mango. Todo tradicional, con el sabor de la vieja cocina cartagenera.
“Es importante la certificación, debido a que la sostenibilidad abre unas oportunidades muy importantes y valoradas por el turismo”. Para ella el tema abarca, entre otras cosas, el apoyo en lo local a la economía, proveedores, contratación de mano de obra local y resaltar la cultura de Cartagena.
“Tener condiciones justas en contratación, en salarios, en el apoyo cultural, pero, sobre todo, el apoyo al medio ambiente por medio de programas sostenibles, el reciclaje, apoyo a fundaciones, entre otras cosas”.
El Espectador le preguntó a la ingeniera Daphne Olivo quien participó en el proceso de Candé Cocina 100 % Cartagenera. “Es muy importante tener una certificación de INCONTEC y poderla mostrar, esta acreditación es la corona del esfuerzo, dedicación, procesos transparentes y de alta calidad que se llevan en el restaurante, que nos exige para seguir mejorando en pro de la comunidad y del medio ambiente y resaltando a su vez nuestra cultura cartagenera”.
Gabi se levanta de la mesa, hemos terminado la entrevista, me dice que ira personalmente a revisar las mesas, son 18 arriba y 43 abajo. “Estoy orgullosa del equipo y lo que hemos conseguido entre todos. Es una certificación que llena de mucho orgullo obtenerla, significa que Candé está encaminado a un crecimiento responsable orgánico y abarcando un nicho de mercado muy valorado por los extranjeros y los colombianos”.
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