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Cómo hacer un safari nocturno en Nuquí: guía para vivir la experiencia paso a paso

En Nuquí, los safaris nocturnos invitan a descubrir la biodiversidad del Chocó de manera responsable.

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Leidy Barbosa
03 de septiembre de 2025 - 01:21 a. m.
Los safaris nocturnos son recorridos por la selva después del anochecer, en los que se revela la vida silvestre más activa durante la oscuridad, permitiendo observar especies como ranas de cristal, serpientes, lagartos y hasta pequeños mamíferos en su hábitat natural.
Los safaris nocturnos son recorridos por la selva después del anochecer, en los que se revela la vida silvestre más activa durante la oscuridad, permitiendo observar especies como ranas de cristal, serpientes, lagartos y hasta pequeños mamíferos en su hábitat natural.
Foto: Nuquí Herping
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Viajar al Chocó es una experiencia que deslumbra desde el primer momento: selvas imponentes, ríos caudalosos y una biodiversidad que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. Sin embargo, lo que ocurre cuando el sol se oculta guarda un encanto aún más sorprendente. La selva cambia de rostro, los sonidos se intensifican y la vida silvestre empieza a moverse bajo la penumbra. Es en ese instante cuando cobran sentido los safaris nocturnos, recorridos que revelan la faceta más enigmática de la naturaleza y permiten observar a las criaturas que solo despiertan con la llegada de la noche.

Uno de los lugares más especiales para vivir esta experiencia es Nuquí, donde la iniciativa Nuquí Herping, fundada por Felipe Reyes, un joven de 27 años del corregimiento de Jurubirá, ofrece un acercamiento transformador a la biodiversidad de la región. Su propuesta busca ampliar la oferta turística más allá del avistamiento de ballenas, destacando también la riqueza de ranas, serpientes, orquídeas, aves y muchos otros tesoros naturales que habitan en estas tierras.

“Desde niño tuve un contacto muy cercano con la naturaleza. Sin embargo, al terminar el colegio no veía muchas oportunidades de trabajo en la región y me tocó salir a buscar empleo en otros campos, incluso en áreas como la tecnología que realmente no me apasionaban”, cuenta Reyes. “Cuando regresé, descubrí el enorme potencial de la biodiversidad y entendí que podía aprovecharlo de manera sostenible a través del turismo. Así nació la idea de Nuqui Herping: generar economía local mientras hacía lo que realmente me gustaba, estar en el monte”.

Con estudios, constancia y un profundo amor por su territorio, Reyes pasó de conocer las ranas solo a través de las historias de su abuelo a convertirse en un referente sobre la riqueza natural de Nuquí. Hoy, además de este emprendimiento, lidera Nuqui Verde, un proyecto que busca ofrecer soluciones de belleza, bienestar y experiencias de aventura inspiradas en la biodiversidad del Chocó.

¿Qué ofrece los safaris nocturnos?

El safari nocturno de Nuquí Herping ofrece una experiencia única: un encuentro cercano con las especies emblemáticas que habitan en el territorio. “Nos enfocamos especialmente en las fascinantes ranitas de cristal, que son muy llamativas por su transparencia —literalmente puedes ver sus órganos a través de su piel”, explica Reyes. A lo largo del recorrido también es posible observar serpientes de colores vibrantes y diversos lagartos nativos.

Durante la travesía, el grupo se concentra en este conjunto particular de especies —ranas de cristal, lagartos y serpientes— aunque, en ocasiones, la noche sorprende con la presencia de algunos mamíferos como los tigrillos.

Eso sí, Reyes insiste en que el silencio es fundamental: “Cuando hay demasiado ruido, los animales se asustan o permanecen inmóviles, lo que los hace prácticamente invisibles para nosotros”.

El proyecto comenzó en el corregimiento de Jurubirá, lugar de origen de Reyes. Sin embargo, con los años, la ruta se amplió a otros corregimientos de Nuquí gracias a un proceso constante de monitoreo. “Descubrimos algo fascinante: cada corregimiento tiene su especie emblemática particular. Algunas solo se encuentran en Jurubirá, otras son características de Coquí y otras más se ven únicamente en Guachalito”, señala. Lo más sorprendente es que estas especies no se repiten, lo que convierte cada recorrido en una experiencia irrepetible.

Actualmente, Jurubirá se destaca como el corregimiento con mayor diversidad registrada por el equipo de Nuquí Herping. Allí han documentado seis especies de ranas venenosas y nueve especies de ranitas de cristal, una riqueza biológica que confirma el valor único de este territorio.

La aventura comienza al subir a una lancha en los puntos de partida de cada corregimiento. Equipados con linternas de luz tenue, los participantes iluminan la selva en busca de vida silvestre sin perturbar a los animales. En medio de la oscuridad, los primeros destellos aparecen: los ojos brillantes de distintas especies que, poco a poco, se convierten en un espectáculo natural único.

Al llegar a tierra firme inicia el recorrido por la selva bajo el manto de la noche. Aquí la atención debe ser máxima: la visión es limitada y será necesario agudizar los demás sentidos para percibir cada detalle del entorno. Pero ojo, la regla más importante es seguir siempre las indicaciones del guía. “Si no le damos permiso de tocar un árbol, una liana o una hoja, no lo haga. Nunca se sabe si se trata de una planta venenosa”, advierte Reyes.

La travesía continúa con caminatas de entre una y dos horas a través de matorrales y árboles, donde el silencio y la expectativa se mezclan con los sonidos propios de la selva. Poco a poco, los visitantes se adentran en el misterio nocturno, con la esperanza de encontrarse con alguna de las especies más emblemáticas, como las delicadas ranas de cristal.

Sin embargo, más allá de la experiencia turística, el turista puede vivir un turismo único aquí, pues la comunidad cumple un papel central en el modelo de gobernanza que busca conservar la biodiversidad y promover un turismo responsable.

“Nosotros mismos diseñamos estrategias que garanticen que la actividad se haga de manera adecuada. Somos muy activos en la conservación del hábitat, en el monitoreo y en observar las dinámicas de los ecosistemas. Además, somos un poco celosos con los visitantes, porque antes solían venir personas solas que incluso llegaban a traficar con fauna”, explicó el experto.

Por eso, Nuquí Herping no solo se enfoca en mostrar la riqueza natural, sino también en protegerla. “Más allá del turismo, lo que buscamos es promover la conservación de nuestro territorio, porque vemos en la biodiversidad una oportunidad económica, pero también un compromiso con el futuro”, añade.

Reyes menciona que recomienda esta experiencia y más en lugares como Nuquí debido a varios factores. “Primero está el clima y las especies. El Chocó es un territorio de mucha lluvia, lo que lo hace especialmente rico en anfibios, a diferencia de otras zonas más secas. También está el paisaje: aquí tenemos costa, ríos y termales, lo que permite que un visitante combine un safari con experiencias acuáticas únicas”.

A esto se suma la particularidad del Chocó biogeográfico, considerado una de las regiones más biodiversas del planeta. “Tenemos un montón de especies endémicas que solo se ven en el Chocó. Esa es una diferencia que ningún otro lugar puede ofrecer”, concluye Reyes.

¿Qué necesita para hacer un recorrido de este tipo?

“Cuando hablamos de anfibios y reptiles, es fundamental entender primero el hábitat y el ambiente que necesitan para reproducirse. El Chocó es una región de alta pluviosidad durante todo el año, lo que permite que estas especies mantengan sus ciclos de vida activos de manera permanente. Por eso, cualquier época es ideal para hacer herping en Nuquí: no dependemos de temporadas específicas como ocurre con otros tipos de turismo de naturaleza”, explica el experto.

Antes de llegar al territorio, se recomienda a los visitantes realizar una investigación previa que les permita:

  • Comprender cómo funciona el ecosistema.
  • Desarrollar un sentido de responsabilidad ambiental.
  • Maximizar su experiencia de observación.

Este consejo es esencial para desarrollar conciencia ecosistémica. Cuando se entiende cómo funciona un ecosistema antes de habitarlo, los protocolos de comportamiento surgen de manera natural. Un ejemplo práctico es que si usted sabe que el Chocó es rico en anfibios gracias a su humedad y se encuentra con una hoja que acumula agua, no la pisará, porque reconocerá que puede ser un sitio de reproducción de una rana.

Además, recomiendan ir con una actitud de aprendizaje y disposición para caminar de la mano con los guías locales. “Hemos visto que muchos visitantes, incluso profesionales creen que no necesitan asesoría, pero pronto se encuentran con la realidad: nosotros también tenemos un conocimiento especializado del territorio. No importa su formación académica o profesional, lo fundamental es venir con mentalidad abierta, dispuesto a aprender y a dejarse guiar por quienes conocemos íntimamente este lugar”, subraya Reyes.

Protocolos para proteger la fauna y el ecosistema

Con el fin de proteger la biodiversidad durante los recorridos, Nuquí Herping ha establecido un protocolo claro:

No traer

  • Repelentes químicos.
  • Lociones o perfumes con fragancias fuertes.
  • Productos que puedan degradar el ecosistema.

Sí traer

  • Ropa de manga larga como protección natural contra insectos.
  • Pantalones largos de material resistente.
  • Botas impermeables de buena calidad.
  • Linterna potente para caminatas nocturnas.
  • Prendas de colores neutros que no alteren el entorno.

“En lugar de depender de químicos, promovemos el uso de barreras físicas. La ropa larga no solo protege a los visitantes, sino que también mantiene la pureza del ambiente que es hogar de las especies que venimos a observar. Esta aproximación garantiza que el herping en Nuquí sea una actividad verdaderamente sostenible, que beneficia tanto a los visitantes como a la biodiversidad excepcional de nuestro territorio”, señala.

El mensaje final es sencillo: usted se adapta al entorno, no el entorno a usted. Si durante el recorrido encuentra un sendero cubierto de agua, se cruza con un animal o siente la necesidad de usar repelentes o bloqueadores que protegen su piel pero resultan contaminantes, recuerde que está en un ecosistema natural, tan indomable como prístino.

Todo lo que ocurra hace parte de la experiencia y no corresponde intentar “domar” la naturaleza para ajustarla a las expectativas del visitante. Además, especies como las ranas son especialmente sensibles a los olores y químicos, por lo que su uso afecta directamente la fauna que se busca proteger. El compromiso es claro: trabajar en favor de la conservación. Aquí, la biodiversidad siempre tiene la prioridad.

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Leidy Barbosa

Por Leidy Barbosa

Periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en la producción audiovisual y en animación digital. Apasionada por temas medioambientales y sociales.@leidyramirezbLbarbosa@elespectador.com

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