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Visitar Mesetas (Meta) ofrece un bálsamo de esperanza para un país reseco por décadas violencia. Familias que ya no deben buscar cómo esconder a sus niños y niñas de la guerra. Jóvenes que ya no temen ser reclutados por la guerrilla, que no deben enlistarse en el ejército, ni mucho menos escapar de su territorio hacia algún lugar lejano. Adolescentes y adultos con los ojos brillantes, amables y divertidos que han encontrado en el ecoturismo y el turismo de aventura una forma de aportar a su comunidad, de ganarse la vida y de defender, resignificar y valorar su territorio. Todo esto era simplemente inimaginable antes de la firma del Acuerdo de Paz en 2016 y su posterior proceso de implementación.
La belleza natural de este territorio es abrumadora: cascadas fantásticas, cañones en ríos y quebradas, fauna y flora exuberante, diversas experiencias llenas de actividad o contemplación al gusto de cada uno. Para los amantes de la naturaleza conocer uno solo de estos lugares bien podría justificar una travesía, sin embargo, en muchos parajes de Mesetas, Lejanías, San Juan de Arama y la Uribe la población local no conoce del todo su inmenso patrimonio natural y de forma frecuente descubren nuevas maravillas para compartir. La oferta es amplísima.
(Lea también: Turismo comunitario y rural: ¿Qué hacer en Norcasia? Destino de paz y naturaleza)
Este es un destino joven, el turismo es aún un fenómeno fresco que comienza a transitar de procesos espontáneos hacia el establecimiento de reglas e instituciones locales. Por lo pronto, es controlado por diversas iniciativas locales algunas comunitarias y otras privadas con un alto sentido de responsabilidad social. Sin embargo ¿Cuánto tiempo podrá continuar así? ¿Qué pasará cuando lleguen inversionistas externos queriendo capitalizar al máximo cada oportunidad? ¿Tendrá la comunidad la fuerza suficiente, así como el apoyo de las autoridades gubernamentales para protegerse de la especulación capitalista?
De forma complementaria ¿Estarán listos para cuidar la naturaleza del éxito turístico que parece imparable? Por ejemplo, el rafting en el río Güejar es uno de sus productos estelares. Sin embargo, en un día de alta temporada se acercan a embarcar 500 personas. Los lugares icónicos de esta ruta como el Titanic o la cascada Escondida se saturan de balsas, guías y turistas. Es casi imposible conseguir una foto sin montones de turistas deambulantes o el riesgo de tropezar con otras personas. Por este camino será inevitable establecer o aplicar pronto límites de carga y de uso para cuidar sus tesoros naturales.
Mantener su cohesión comunitaria y proteger la naturaleza, por nombrar solo algunos, son ejemplos de los retos y dilemas emergentes que tendrán que enfrentar de cara a la planificación y gestión de su exitoso desarrollo turístico. Esto se vislumbra en el futuro próximo; no obstante, su actual frescura lo hace una experiencia encantadora para aquellos que desean reconectar con la belleza natural, la esperanza de un país en paz y una comunidad orgullosa de su territorio.
*Docente investigador de la Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras de la Universidad Externado de Colombia.
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