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Si a usted le gusta el senderismo y disfruta de encontrarse con paisajes imponentes, fauna silvestre o miradores desde donde se aprecian las montañas en todo su esplendor, hay un destino en Cantabria que seguramente lo sorprenderá. Entre las localidades de Cabezón de la Sal y Comillas se esconde un lugar poco común en el paisaje español: el bosque de secuoyas del Monte Cabezón.
Lo curioso de este sitio es que, aunque estas gigantescas especies son originarias de América del Norte, aquí han encontrado un hábitat inusual pero ideal. El Bosque de Secuoyas de Cabezón, ubicado en el Monte Corona y declarado Monumento Natural en 2003, alberga más de 800 ejemplares de Sequoia sempervirens que alcanzan hasta 40 metros de altura y más de dos metros de perímetro. Caminar entre sus troncos rectos y altísimos, en medio de una atmósfera húmeda y silenciosa, es como trasladarse por un momento a los imponentes bosques de California.
La historia de este bosque se remonta a los años 40, y es que durante la época del franquismo, un empresario local constituyó el Consorcio Forestal del Monte Corona con la intención de plantar más de 800 secuoyas para explotación maderera. La idea era aprovechar el rápido crecimiento de estos árboles gigantescos para proporcionar madera a la industria local. Sin embargo, cuando las secuoyas estuvieron listas para la tala, ya no había interés comercial en su madera, por lo que se abandonó el proyecto, dejando estos árboles en el monte.
Las secuoyas rojas son las coníferas más altas del mundo, capaces de alcanzar 115 metros de altura y vivir entre 1200 y 1800 años. Originarias de las costas de California y Oregón, estos árboles perennifolios se extendían por todo el hemisferio norte durante la era de los dinosaurios, pero los cambios climáticos los confinaron a las montañas costeras del Pacífico estadounidense, donde el clima templado y la humedad les permiten prosperar.
El resultado involuntario de aquel proyecto empresarial fallido es ahora el bosque de secuoyas más grande de Europa, que ocupa más de 2 hectáreas y forma parte de la Red de Espacios Protegidos de Cantabria. Este singular ecosistema ofrece una experiencia única a los visitantes, quienes pueden caminar por senderos entre estos gigantes milenarios y experimentar la sensación de pequeñez que producen estos monumentos naturales vivientes.
¿Qué puede ver en este sitio?
A lo largo de sus dos hectáreas y media, los visitantes pueden recorrer senderos bien acondicionados que permiten una caminata tranquila y segura. El microclima generado por la densidad del bosque ofrece una sensación de frescura, ideal para una excursión en familia. Es un espacio donde los niños pueden correr libremente, jugar y maravillarse con la altura de los árboles, lo que convierte la visita en una experiencia lúdica y educativa al mismo tiempo.
Una de las grandes apuestas del municipio ha sido mejorar la accesibilidad del lugar. Gracias a la instalación de una pasarela de 200 metros de largo, 1,5 metros de ancho y un desnivel de solo 9 metros, personas con movilidad reducida o familias con cochecitos pueden recorrer la zona de forma más cómoda. Esta entrada principal también busca reducir la erosión y el impacto ambiental del sendero principal.
El bosque cuenta con seis rutas señalizadas que complementan la visita principal: la Senda del Roble, del Castaño, del Eucalipto, del Acebo, del Abeto y la Senda de la Tejera. Aunque la ruta central entre las secuoyas se puede hacer en menos de una hora, quienes deseen extender la experiencia pueden explorar estos caminos adicionales y disfrutar de perspectivas distintas del entorno natural.
La ausencia de sotobosque bajo las secuoyas, debido a la escasa luz que penetra entre sus copas, permite ver de manera clara su imponente estructura. Además, en la periferia del bosque se encuentran otras especies como el pino de Monterrey y algunos eucaliptos blancos, todos plantados en la misma época, que aportan diversidad al paisaje sin restarle protagonismo a las secuoyas.
Información práctica para ir:
Tenga en cuenta que la entrada al Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal es completamente gratuita, ya que se trata de un espacio natural abierto al público, sin embargo, no hay un horario establecido de acceso, por lo que puede visitarse en cualquier momento del día, lo que permite disfrutar del entorno con libertad, ya sea en una mañana tranquila o al atardecer, pero puede llegar a ver horas con mucha congestión u horas demasiado solas para visitar.
El aparcamiento también es gratuito, aunque de capacidad limitada, por lo que se recomienda llegar temprano, especialmente en fines de semana o temporada alta. El recorrido principal entre las secuoyas toma entre 30 minutos y una hora, dependiendo del ritmo y las paradas. Para quienes deseen extender la caminata, existen varios senderos secundarios que permiten explorar más a fondo este singular entorno forestal.
¿Y cómo llegar?
- Desde Santander: La capital de Cantabria se encuentra a unos 50 km. El trayecto dura aproximadamente 30 minutos por las carreteras A-67 y A-8.
- Desde Gijón: Esta ciudad asturiana, reconocida por su tradición marítima y el barrio de Cimadevilla, está a 115 km. El viaje toma alrededor de 1 hora y 20 minutos por la A-8.
Acceso: Desde la Autovía del Cantábrico (A-8), debe tomar la salida 249 (La Virgen/Comillas/Cabezón de la Sal). El bosque está señalizado y cuenta con un pequeño aparcamiento cercano.
Recomendaciones para la visita
- Llevar calzado cómodo, especialmente si se desea recorrer más allá de la pasarela accesible.
- Traer agua y algo de comida, ya que no hay restaurantes, pero sí mesas con bancos para disfrutar de un descanso.
- Respetar el entorno natural: no arrancar la corteza de los árboles, no dejar basura, y recoger los desechos de las mascotas, que deben ir siempre atadas.
- Evitar el uso de bicicletas o motos, puesto que está prohibido para proteger el suelo del bosque.
Puede combinar esta visita con un paseo por Cabezón de la Sal, un pueblo con encanto, o dirigirse a San Vicente de la Barquera, con su espectacular paisaje costero y sabor marinero. Otra opción cercana es Mazcuerras, nominado Pueblo del Año en 2008, que conserva la esencia rural del norte de España.
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