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El café hecho diversión

Para conmemorar sus 17 años, el Parque Nacional del Café inauguró una nueva atracción: Los Rápidos, un río de 400 metros con olas artificiales.

Redacción Buen Viaje
06 de marzo de 2012 - 10:12 p. m.

El suave deslizamiento del bote por la rampa prometía un recorrido apacible. Sin embargo, cuando la barca tocó el agua y las olas comenzaron a sacudirlo de forma divertida, nos dimos cuenta que el viaje iba a ser mucho más que un simple paseo.

Para complementar la oferta de atracciones y atraer más visitantes, se inauguraron recientemente en el Parque Nacional del Café Los Rápidos, un río de 400 metros con olas artificiales, por donde se desplazan ocho botes con capacidad para nueve personas, quienes durante el recorrido pasarán por fuentes, cascadas, turbulencias y chorros de agua.

A una velocidad de 2,2 metros por segundo, 700 personas por hora podrán disfrutar de la ruta húmeda, que cuenta además con figuras gigantes de la fauna y flora de la región cafetera, hechas por los ingenieros y trabajadores del parque.

La apertura de Los Rápidos coincide con el aniversario número 17 del Parque Nacional del Café, que desde ya prepara diferentes sorpresas y renovaciones en sus instalaciones, entre las que están el mejoramiento de atracciones como el Museo del Café, los botes chocones y la Laguna de las Fábulas, así como la actualización de algunos espectáculos para conmemorar su cumpleaños.

Mucho más que café

La primera impresión que se tiene del parque es que se trata de un espacio dedicado al café, su proceso de fabricación, desde que se siembra hasta que se empaca para la exportación. Eso es lo que da a entender la casona de la entrada, donde se vende el popular vaso de granizado para calmar la sed. Sin embargo, cuando el teleférico comienza a descender y entre las ramas de los guaduales se asoman las coloridas superficies del vibrante ciclón, de la vertiginosa cumbre y las fugaces curvas de la montaña rusa, la percepción cambia y el corazón empieza a latir fuerte, como pidiendo adrenalina.

Este parque no tiene nada que envidiarles a los de Orlando. De hecho, es una buena réplica de ellos, pero al estilo colombiano. Esa es la idea que transmite la plaza principal donde, alrededor de una fuente rodeada de flores, se ubican una serie de pintorescas casonas típicas del Quindío que albergan locales de comidas rápidas, una estación de bomberos con camiones Willys y una majestuosa estación de tren, réplica de la antigua parada que había en Armenia, que hospeda un restaurante típico en el segundo nivel.

Un cuento de hadas en los cafetales

Luego del recorrido por la plaza es posible iniciar una ruta que ofrece emociones para toda la familia. Al comenzar es ideal pasar por el bambusario, un espeso bosque de guaduas que envuelve a los visitantes con una suave brisa fresca y un verde brillante que logra encantar.

Esta pequeña selva da paso al Secreto de la Naturaleza, una fábula llena de fantasía narrada por 22 animatronics que personifican diferentes especies de los bosques tropicales y de la zona andina colombiana. Esta obra se lleva a cabo en una enorme casa tradicional paisa, ubicada frente al carrusel, el tren del café y la atracción Cafeteritos, donde los niños pueden aprender, en una pequeña montaña rusa acuática, acerca del proceso del café, desde que se recoge hasta cuando se lavan las semillas.

El ciclo cafetero se cierra con el Lago de las Fábulas, en el que se ambientan sobre la ribera los relatos más representativos de Rafael Pombo, entre los que se encuentran El renacuajo paseador, La pobre viejecita y Simón el Bobito. Cerca de la laguna es posible que los más pequeños experimenten el vértigo en la espectacular caída libre del Rin Rin. En esta área también están los carros chocones y la rueda panorámica, desde donde se puede contemplar gran parte del parque.

Una zona de vértigo extremo

Hay un área especialmente diseñada para adultos, ya que aquí se encuentran las atracciones que más producen adrenalina. Entre ellas están La Broca, la montaña rusa más larga de Colombia, que tiene una longitud de 1.050 metros y alcanza una velocidad de 80 kilómetros por hora, y la Cumbre, una torre de caída de 40 metros, considerada la más alta del país y la tercera de Latinoamérica. Finalmente, está el paseo en agua sobre Los Leños, una montaña acuática donde se siente el vértigo de una caída de 14 metros y un abrazante chapuzón de agua fría, perfecto para los días más calurosos.

Después de la zambullida lo ideal es dar un paseo en los karts, para probar la pericia que se tiene al volante y experimentar la velocidad en un competitivo circuito de cinco vueltas, que termina con el Ciclón, en el que las vueltas y el sube y baja llevan las emociones al límite.

Por Redacción Buen Viaje

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