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El paraíso alemán del “Caribe de Baviera”, en crisis por el turismo masivo

El Eibsee, un lago turquesa en los Alpes alemanes conocido como el “Caribe de Baviera”, se convirtió en un destino turístico masivo. Ahora los visitantes tienen que armarse de paciencia en los trancones, los autobuses o para estacionar.

Olivier Feniet - AFP

23 de agosto de 2025 - 07:48 p. m.
El lago Eibsee, en los Alpes alemanes.
Foto: AFP - PHILIPP GUELLAND
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Son las diez de la mañana del lunes y en la estación de tren de Grainau unas 30 personas esperan el autobús que los llevará al lago. El último ya está lleno y un grupo tiene que esperar el siguiente.

Una única carretera lleva al Eibsee y solamente hay dos estacionamientos para acceder al teleférico del Zugspitze, el pico más alto de Alemania, por lo que las plazas disponibles son escasas.

El resultado: un gran trancón en los últimos kilómetros.

Con sus aguas cristalinas, islotes, densos bosques de abetos y cumbres cubiertas de nubes, el “Caribe de Baviera”, como lo llama la oficina de turismo, se popularizó en redes sociales en los últimos meses.

Fotos y videos tomados en su idílico entorno generan millones de visualizaciones.

Un entusiasmo comparable al que generó la ciudad austriaca medieval de Hallstatt o la francesa Annecy, conocida como la “Venecia de los Alpes”. Ambas son ciudades alpinas que se vieron afectadas por el “sobreturismo”, un fenómeno de saturación causado por viajeros entusiastas que popularizan ciertos destinos.

“No pensábamos que habría tanta gente, pero es realmente hermoso”, resume Clément, un turista francés de la sureña Marsella que visita Baviera por primera vez.

“El color del agua es impresionante: tan clara y transparente, algo que no suele ocurrir en los lagos”, añade su amiga Marion.

Tras recorrer los 7,5 kilómetros que rodean el lago con su hijo a cuestas, ambos regresarán a su alojamiento en Garmisch-Partenkirchen, la gran estación de deportes de invierno vecina a Grainau.

Foto: AFP - PHILIPP GUELLAND

Casi diez veces más pequeña, Grainau registra alrededor de 620.000 pernoctaciones al año desde la pandemia de Covid-19, según el alcalde adjunto Christian Andrä.

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Esto supone un promedio diario de 1.700 pernoctaciones para una ciudad de 3.600 habitantes. La ciudad no dispone de una estimación total de visitantes, incluyendo a quienes no pasan la noche allí.

Andrä compara esta “forma de sobreturismo” con un “gran evento”, como “un partido de fútbol en Múnich” o un “viaje al Oktoberfest”, la tradicional fiesta de la cerveza.

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Las estampidas hacia el metro al final de un partido, Grainau las vive “de una manera atenuada”, dice el funcionario, al explicar que algunos visitantes “ignoran las señales” que indican que los aparcamientos están llenos, por lo que “al final deben dar la vuelta y empeoran el tráfico”.

Andrä se opone a un sistema de barreras que, en su opinión, provocaría los mismos embotellamientos, por lo que pide a los conductores que “muestren responsabilidad”.

Tras haber venido en carro a pasar el día, Max y Yan tardaron casi una hora y media en llegar al lago.

“Tenía muchísimas ganas de volver aquí” por segunda vez, explica Max, de 27 años, residente de Stuttgart (suroeste).

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Yan, que vive en Paderborn (centro), considera que hay “muchísima gente”, pero destaca que se accede “fácilmente” al lago desde Múnich y que es “un lugar fantástico para pasar el día”.

Además del tráfico complicado, Grainau tiene que lidiar con una “cierta sobrecarga” en la recogida de residuos, lo que requiere la eliminación de basura “casi a diario”, enfatiza el intendente adjunto.

Por Olivier Feniet - AFP

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