Si busca un plan para este fin de semana con festivo, una excelente opción es visitar Cogua, un municipio de Cundinamarca reconocido por su tradición gastronómica. A solo una hora y media de Bogotá, este pequeño pueblo se ha ganado el título de “pueblo de la fritanga” gracias a la calidad de sus ingredientes y su impecable técnica de fritura. Aquí, la fritanga y la morcilla son protagonistas, ofreciendo a los visitantes una experiencia culinaria auténtica que resalta los sabores más representativos de la región.
Más que un plato típico, la fritanga es un símbolo de la gastronomía tradicional colombiana, especialmente en regiones como Cundinamarca y Boyacá. Según la SITUR Boyacá en su página web, su preparación es el resultado de una fusión cultural que combina dos influencias fundamentales: la tradición indígena, con el uso de tubérculos y técnicas de cocción, y la herencia española, que introdujo embutidos y nuevas técnicas de cocina.
Su preparación se caracteriza por una amplia variedad de ingredientes, entre los que destacan carnes de res, cerdo y gallina, además de embutidos como morcilla y chorizo. Estos sabores se complementan con guarniciones tradicionales como papas criollas, yuca y plátano, consolidándose como un plato esencial en la alimentación de comunidades rurales. Su importancia radica en su alto valor energético, indispensable para quienes realizaban extensas jornadas de trabajo en el campo.
En Cogua, la fritanga es más que un plato tradicional, es un símbolo de identidad y arraigo cultural. Su preparación, transmitida de generación en generación, ha permitido preservar recetas que han consolidado su prestigio. Más allá de su inconfundible sabor, este legado gastronómico es motivo de orgullo para sus habitantes y un atractivo para quienes buscan una experiencia auténtica, enraizada en la historia y la tradición local.
Por ello, este municipio se ha convertido en un destino imperdible para quienes desean disfrutar de la gastronomía tradicional en un ambiente acogedor. Con siete piqueteaderos especializados y diez restaurantes de platos a la carta, su oferta culinaria es variada y reconocida. Lo mejor de todo son los precios: una porción personal cuesta aproximadamente entre $15.000 y $20.000, mientras que una picada para más de cuatro personas tiene un valor cercano a $60.000.
¿Cómo llegar a este lugar?
Si planea viajar en carro, el recorrido desde Bogotá hasta Cogua es de aproximadamente 49,2 kilómetros y toma cerca de una hora y diez minutos. Para el trayecto, tiene dos opciones de ruta:
- Ruta por Zipaquirá: Tome la Autopista Norte y siga las señales hacia Zipaquirá. Desde allí, continúe por la carretera que lleva al municipio. Este recorrido no solo ofrece paisajes atractivos, sino también la oportunidad de visitar la famosa Catedral de Sal.
- Ruta por Cajicá: Otra alternativa es desplazarse por la vía que pasa por Cajicá, un trayecto que permite disfrutar del paisaje y hacer paradas en el camino.
Si prefiere viajar en bus, varias empresas de transporte ofrecen rutas directas desde Bogotá a Cogua. Puede tomar un bus en el Terminal de Transporte de Salitre o en el Portal Norte.
Cuatro experiencias para disfrutar en Cogua
Cogua es un municipio colombiano ubicado en la provincia de Sabana Centro, en el departamento de Cundinamarca, a poca distancia de Zipaquirá. Su nombre proviene del idioma muysca (muysc cubun) y significa “apoyo del cerro”, una referencia a la estrecha relación entre los habitantes originarios y el paisaje montañoso que define la región.
Su economía se basa en actividades tradicionales del altiplano cundiboyacense, con un fuerte énfasis en la agricultura, especialmente en el cultivo de papa, maíz y hortalizas. La ganadería ha impulsado una industria láctea consolidada, mientras que la floricultura ha crecido como sector exportador. El turismo también ha ganado relevancia, destacándose el ecoturismo, el turismo religioso y el cultural. Aquí, le presentamos cuatro lugares imperdibles para conocer en su visita.
- Embalse del Neusa:
El Embalse del Neusa fue construido entre 1948 y 1952 como parte de un proyecto hidroeléctrico. Actualmente, abastece de agua potable a municipios como Nemocón, Cogua y Zipaquirá, y contribuye a la regulación de caudales para prevenir inundaciones en la Sabana de Bogotá. Su extensión de 4.640 hectáreas incluye 3.700 hectáreas de bosque alto andino con especies como pinos, eucaliptos y vegetación nativa, y 940 hectáreas de espejo de agua donde habitan truchas arco iris, capitanes de la sabana y guapuchas. En la zona crecen plantas como mortiño, mano de oso y romero de páramo, y se encuentran animales como borugos y otras especies silvestres, conformando un espacio propicio para la conservación y el contacto con la naturaleza.
Para el aprovechamiento turístico y recreativo, el parque se encuentra organizado en tres zonas principales: centro (punto de entrada y control), laureles (dedicada principalmente al camping con diez sectores equipados con espacios para carpas, parqueaderos, baños y parrillas) y chapinero (especializada en alojamiento en cabañas de diversas capacidades y servicios complementarios). Los visitantes pueden disfrutar de múltiples actividades como pesca deportiva (requiere adquirir un tiquete en la administración y cumplir con las normas establecidas por la CAR), ciclomontañismo y camping.
Sin embargo, es importante señalar que los deportes náuticos están prohibidos debido a la baja temperatura de las aguas. El parque ofrece infraestructura completa con restaurantes donde se sirve la trucha salmonada local, zonas de picnic, baterías de baños, asadores, parqueaderos y un vivero que produce especies nativas y exóticas destinadas a la reforestación y protección de aguas y suelos. Para quienes deseen alojarse en las cabañas, se requiere realizar una reserva con 15 días de anticipación y efectuar el pago dentro de las 24 horas siguientes, asegurando así una experiencia plena en este privilegiado entorno natural.
- Cerro El Púlpito:
Ascender al Cerro del Púlpito, en Cogua, Cundinamarca, es una caminata de aproximadamente 2,7 kilómetros que atraviesa dos ecosistemas clave del altiplano cundiboyacense. El recorrido inicia en el bosque alto andino, donde crecen especies como el gaque, el cucharo, el encenillo y el siete cueros, árboles que brindan refugio a diversas formas de vida. A medida que se avanza, el paisaje cambia y el páramo se impone con la presencia de frailejones.
Al llegar a la cima, la vista se extiende sobre el Embalse del Neusa, cuyo espejo de agua contrasta con los tonos verdes de la vegetación. Desde este punto, también se pueden divisar los municipios de Cogua, Zipaquirá y Nemocón, cuyos cascos urbanos aparecen dispersos en el valle.
- La Iglesia de Nuestra Señora del Rosario
En Cogua, el turismo religioso tiene como principal referente la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, una edificación colonial del siglo XVIII que se ha convertido en un símbolo del municipio. Este templo, con su arquitectura tradicional y su valor histórico, es un punto de encuentro para la comunidad y los visitantes que llegan atraídos por su relevancia espiritual y cultural.
Cada año, esta iglesia es el escenario central de las festividades en honor a la Virgen del Rosario, un evento de gran significado para la región. Durante estas celebraciones, fieles y turistas participan en procesiones solemnes, misas y otras ceremonias religiosas que reflejan la devoción de la comunidad. Además, la festividad incorpora elementos de la cultura indígena muisca, integrando costumbres ancestrales que han perdurado a lo largo del tiempo, lo que refuerza la identidad cultural del municipio y enriquece la experiencia de quienes asisten.
Más allá del ámbito religioso, estos eventos también representan una oportunidad para resaltar la identidad local a través de actividades culturales, música y gastronomía típica.
- Pictogramas muiscas en la vereda Patasica y artesanías
Cogua ofrece una fascinante combinación de patrimonio arqueológico y tradición artesanal que enriquece su oferta cultural y turística. En la vereda Patasica, los visitantes pueden descubrir un valioso legado de la civilización Muisca a través de los pictogramas conocidos como “Piedras de la Ballena”, vestigios arqueológicos que evidencian la presencia ancestral indígena en el territorio y proporcionan una ventana única hacia las expresiones artísticas y simbólicas de esta cultura precolombina.
Paralelamente, el municipio mantiene viva su identidad a través de una rica tradición artesanal caracterizada por la elaboración de productos manufacturados como cobijas, ruanas, sombreros y bufandas, además de delicados accesorios y piezas decorativas hechas a mano que preservan técnicas y diseños tradicionales transmitidos a través de generaciones.
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