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En el corazón de la selva guajira, donde el río Palomino serpentea entre el mar Caribe y las nieves perpetuas de la Sierra Nevada de Santa Marta, un hotel colombiano ha sido reconocido a nivel internacional por su ejemplar compromiso con la conservación ambiental. El hotel ONE Santuario, ubicado en esta zona estratégica para la biodiversidad, acaba de ser declarado Área OMEC (Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas), una figura respaldada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA-WCMC) y avalada en Colombia por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
El reconocimiento pone en evidencia que la conservación puede ir más allá del discurso y materializarse en acciones reales. En el caso de ONE Santuario, de las 80 hectáreas que integran su reserva natural, solo dos o tres están destinadas al turismo; el resto del terreno se mantiene en proceso de regeneración natural, favoreciendo la recuperación del bosque húmedo tropical y ofreciendo un hogar seguro para especies emblemáticas como el colibrí de Santa Marta, el mono aullador rojo, el tororoi de Santa Marta y el perezoso de tres dedos.
“Lo que significa ser OMEC es que no somos solo un hotel ecológico por mercadeo. Esta acreditación internacional valida que hay una gestión territorial real, con resultados tangibles en conservación”, señala Allan Kassin, fundador del proyecto.
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ONE Santuario también está integrado en RESNATUR, una red nacional de reservas naturales privadas, y es reconocido como Área de Importancia para la Conservación de Aves (AICA), por resguardar zonas clave para la anidación de especies en peligro.
Turismo con sentido: una experiencia transformadora
El hotel no solo protege la naturaleza; también invita a reconectarse con ella. Los huéspedes que llegan a ONE Santuario encuentran más que comodidad: viven una experiencia profunda que integra espiritualidad, bienestar y sostenibilidad. Desde rituales ancestrales como el temazcal, hasta un spa natural con productos propios de cosmética vegetal y una huerta orgánica que nutre tanto al hotel como a familias de la zona, todo está pensado para generar impacto positivo.
“Los viajeros de hoy no buscan solo una habitación bonita con vistas al mar. Buscan sanar, inspirarse y saber que están pisando un territorio cuidado con amor y coherencia”, explica Allan.
Una historia con raíces profundas
El proyecto nació de un vínculo familiar con la región. Allan creció entre Santa Marta y la Sierra Nevada, legado de su abuelo polaco que llegó a Colombia en los años treinta. Junto a su esposa Leyla, fundó ONE Santuario en 2013, apostándole a un modelo de vida y negocio que privilegia la armonía con la tierra.
“Lo que buscamos es ayudar a cambiar vidas y a conectar a la gente con la naturaleza. Cada peso que le inviertas a la tierra se te va a devolver exponencialmente”, afirma.
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Retos del territorio y aliados estratégicos
A pesar del reconocimiento, el camino ha estado lleno de obstáculos. Las fallas estructurales en servicios básicos como la energía eléctrica, o la falta de personal bilingüe capacitado, son algunos de los retos persistentes. En este escenario, ProColombia ha sido un aliado clave para visibilizar el proyecto en el escenario internacional, apoyando su participación en ferias, fam trips y plataformas comerciales.
“Estamos iniciando un trabajo conjunto que nos ha permitido entrar en nuevos mercados y proyectar nuestra propuesta de turismo de naturaleza”, asegura Allan.
Desde ProColombia, su presidenta Carmen Caballero destacó el rol de proyectos como ONE Santuario: “Estamos ayudando a visibilizar estos territorios en el escenario internacional. Le mostramos al mundo el potencial que tiene Colombia para ofrecer experiencias auténticas, responsables y conectadas con la biodiversidad”.
Colombia: donde la belleza también se protege
ONE Santuario es ejemplo de cómo el turismo puede ser una herramienta de transformación territorial y espiritual. Es, al mismo tiempo, un refugio para la biodiversidad y un llamado a los viajeros conscientes a vivir de forma más alineada con la naturaleza.
En Colombia, cada reserva natural no es solo un paisaje: es una promesa viva de que la conservación, cuando se hace con convicción, puede cambiar destinos. Y el de ONE Santuario, sin duda, ya está dejando huella.
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