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Tequila con limón y sal, mariachis y rancheras, tacos y tortillas… ¡Ah!, y Vicente Fernández, con atuendo y todo. Esa es la aproximación que tienen muchos colombianos de México. Pero al viajar cambia todo: el tequila (al menos, el bien hecho) no se toma con limón ni con sal, un charro no es lo mismo que un mariachi, su gastronomía no son solo nachos y detrás de cada símbolo hay una tradición.
Pero para conocer la esencia, hay que ir más allá de Ciudad de México, su capital, pues muchas de sus raíces están al occidente del país, en el estado de Jalisco y un punto de partida clave es Guadalajara, la cuna de los símbolos más distintivos de México. Para llegar, varias aerolíneas ofrecen ruta con escala, pero desde el año pasado sale de Bogotá un vuelo directo operado por Viva Aerobús (nada que ver con Viva Air).
Al aterrizar, lo que hay son historias y destinos. Impactan la imponente arquitectura del centro histórico y las estructuras modernas, así como el espíritu de servicio, que se fortaleció tras haberle apostado a la idea de convertirse en una de las principales ciudades en Latinoamérica, para el turismo de reuniones, gracias a su amplia infraestructura hotelera y de recintos. De hecho, Guadalajara y Puerto Vallarta concentran el 80 % de la oferta hotelera de Jalisco y la segunda del país.
Pero más allá de su atractivo urbanístico, es un placer conocer la esencia de los tapatíos, su gastronomía, así como sus pueblos mágicos, donde reposan costumbres, que con los años se han transformado en íconos que han trascendido fronteras: los mariachis, el tequila y la charrería.
Para quien visita Guadalajara, casi que una parada obligada es en Los Tres Potrillos, el rancho del famoso cantante Vicente Fernández, donde está su sepulcro, para luego salir a conocer una de las joyas de México: la charrería, deporte nacional. En este punto, una aclaración: un charro y un mariachi no son lo mismo. Y eso lo explican muy bien en el tour “Entre Charros”, un proyecto turístico y cultural que busca enseñar la historia de una de las mayores tradiciones del país.
Para vivirlo, en medio de los barrios de Guadalajara, está el coliseo Lienzo Charros de Jalisco, catalogado como la catedral de la charrería, con más de 100 años de historia. Allí se aprende que el charro es un soldado, ganadero y deportista a lomo de caballo, con múltiples habilidades. Un mariachi es un músico que, con traje similar, le dio identidad a la ranchera. Si bien, visten similar, las diferencias están en detalles como el color ; los accesorios y el sombrero.
Aunque un charro podría ser mariachi, para un mariachi es difícil ser charro. Lo que sí tienen en común es el tequila. Al final de la faena, y al son de buena música, es casi obligatorio compartir unos “caballitos” (copas), sin sal ni limón. Hacerlo es sacrilegio y más si es tequila de buena calidad, 100 % de agave azul. Si no tiene esa insignia, es una mezcla de menor calidad.
Eso se aprende en el tour del tequila, un viaje de 56 kilómetros desde Guadalajara al pueblo, pequeño y colorido, que le dio el nombre a la bebida. Allí se puede apreciar cómo la piña de una penca se cocina en hornos gigantes, se exprime, se destila y termina embotellada en bebida nacional. Se podría decir que hay tantas marcas como habitantes.
Y un buen tequila a orillas del mar no cae nada mal. Pero para eso hay que viajar hasta el Pacífico mexicano, al pie de la Sierra Madre, donde Jalisco cuenta con un paraíso para descansar: Puerto Vallarta, perfecto contraste entre el mar y la montaña. A diferencia de Cancún, la naturaleza y el confort, en la tranquilidad de un pueblo tradicional mexicano, hacen de estas playas, con 76.000 habitaciones disponibles, uno de los destinos insignias de México.
Allí hay atractivos naturales y actividades recreativas como hacer esnórquel en Majahuitas, para disfrutar su biodiversidad marina, o recorrer en las cuatrimoto o todoterreno de Canopy Rivers, sus bosques tropicales. Además, cruzar el puente colgante más largo del mundo (470 metros).
Todo un viaje, que dejaría de ser ideal si se no se toma un buen desayuno en La Postrería o en las famosas Tortas Ahogadas Héctor, un almuerzo en el Solar de las Ánimas o una cena en Casa Bariachi, La Leche o Casa Grande, sitios donde su gastronomía combina los sabores locales, con otros de vanguardia. Jalisco es un destino que se disfruta a cada minuto, con tequila, mariachis y charrería, que lo convierten en un destino para volver.
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*Invitado por la Oficina de Visitantes y Convenciones (OFVC) Guadalajara.
