Turismo
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Para perderse en la naturaleza

Casa Yunque y Refugio Castillo del Viento ofrecen planes exclusivos para parejas que quieren escapar de la rutina.

Redacción Buen Viaje
30 de agosto de 2011 - 10:26 p. m.

Acogedores, modernos, confortables, enclavados en las montañas y con un servicio personalizado para satisfacer hasta los más sencillos caprichosos. Casa Yunque y Refugio Castillo del Viento son dos hoteles boutique, de menos de diez habitaciones, que nacieron como una alternativa para disfrutar de unos días de descanso en pareja.

Casa Yunque queda en la carretera que une al municipio de Ubaté con Carmen de Carupa, a menos de dos horas de Bogotá, y Castillo Refugio del Viento está en la vía a Oicatá, muy cerca de la ciudad de Tunja. Son lugares únicos por el paisaje que los rodea, el diseño de los espacios y la exquisitez de su gastronomía. En ambos, los platos recomendados son los típicos de la región, fieles a los sabores, mezclas y aromas que los han hecho reconocidos internacionalmente, pero con un toque personal del chef.

La mayoría de los fines de semana del año están copados. Sus huéspedes, entre los que también se encuentran reconocidos políticos, artistas y personalidades de la vida nacional, se refugian en estas instalaciones para escapar de la rutina, disfrutar de la intimidad, relajarse y recargarse de energías.

Además de los paseos a caballo, de las excursiones, la piscina climatizada, las salidas a pescar y las tardes frente a la chimenea disfrutando de un vino caliente, uno de los principales atractivos de estos hoteles son sus spas. Refugio Castillo del Viento, por ejemplo, ofrece tratamientos de relajación con refinados aromas de su Herbal Hamman y los chorros del Pozo de los Borbotones, mientras que en Casa Yunque hay masajes con piedras volcánicas, mascarillas de caviar marca Pevonia, para rejuvenecer el rostro, y aceites especiales para distensionar cada uno de los músculos del cuerpo (ver recuadro).

Las habitaciones de ambos sorprenden a los huéspedes con su vista a las montañas, sus juegos de cama de linos importados, su decoración rústica pero sofisticada, la chimenea y las cremas, jabones y productos de aseo personal que sólo se encuentran en los hoteles más refinados del mundo.

Casa Yunque fue concebida en principio como una casa de recreo, pero, más tarde, sus dueños quisieron convertirla en un lugar para que otros descansaran en medio de la naturaleza. Fue bautizada de esa forma porque el padre de la propietaria es herrero y por todo el lugar hay muestras de su trabajo, además de coquetos detalles como dos gigantescos frascos de vidrio en la sala con bocadillos veleños, unos retablos en madera al frente de cada cuarto con su nombre, que corresponde al de alguno de los municipios de la región, y la posibilidad de degustar un delicioso coctel de bienvenida.

Por su parte, Refugio Castillo del Viento es propiedad de un médico y una arquitecta que quisieron ofrecer como valor agregado para sus huéspedes la posibilidad de someterse a procedimientos del Instituto Paul Niehans, una clínica antienvejecimiento cuyas sedes principales están en Suiza y Alemania. También hay planes especiales de luna de miel y aniversario.

Sin duda, lo que ofrecen estas dos casas escondidas en medio de los paisajes de Boyacá y Cundinamarca son experiencias, momentos de placer únicos que enriquecen la vida de pareja, permiten explorar los sentidos y fortalecer el espíritu.

El placer del spa

Tanto Casa Yunque como el Refugio Castillo del Viento cuentan con espectaculares spas para que sus huéspedes se relajen y se revitalicen. En Casa Yunque la idea es realizar un circuito que comienza en una sala con tres jacuzzis, uno con agua hirviendo, otro con sales marinas y el último de hielo. Después de más de 30 minutos se pasa al sauna, luego al turco y, finalmente, a una sala para recibir un masaje. Todo esto en un ambiente tranquilo, con música y su bebida preferida.

En el spa del Castillo los tratamientos, que se hacen en medio de refinados aromas y un espectacular paisaje, buscan nutrir la piel y combatir los efectos del envejecimiento.

Por Redacción Buen Viaje

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