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Si usted busca algo más que paisajes y postales en sus viajes, y le atrae la idea de descubrir lo que realmente da alma a un destino, hay una forma de turismo hecha a su medida: el turismo cultural. Este tipo de experiencia no se limita a visitar museos o asistir a espectáculos, sino que abre la puerta a los secretos, las voces y las memorias vivas de cada lugar.
En ese camino, Bogotá se destaca por el esfuerzo que está haciendo para conectar su historia con quienes la recorren. Y es que en el marco del Festival Gabo, la ciudad invita a sumergirse en la Ruta Literaria “Bogotá más cerca al cielo de Macondo”, un recorrido que no solo revive los pasos de Gabriel García Márquez por la capital, sino que transforma el centro histórico en un escenario narrativo que honra su legado como estudiante, periodista y escritor.
“Esta iniciativa no solo cobra relevancia en el marco del festival universitario que se realizará a finales de este mes, sino que también representa una forma diferente de explorar la vida de uno de los principales referentes literarios de nuestro país. García Márquez no solo vivió y se desarrolló en Bogotá, sino que tenía una manera particular de conocer y experimentar la ciudad, especialmente en el centro histórico de La Candelaria”, dijo Andrés Santamaría, director del Instituto Distrital de Turismo (IDT).
Según el director, en la actualidad, este tipo de experiencias culturales dinamizan el turismo en la ciudad. El principal motivador de quienes hoy visitan es nuestra oferta cultural, y estas rutas forman parte integral de esa propuesta. Conocer el patrimonio arquitectónico y los sitios históricos del centro de la ciudad constituye una de las principales actividades que realizan tanto turistas nacionales como internacionales.
¿Qué podrá ver en el recorrido?
Según Marcela Gutiérrez, coordinadora de la ruta “Bogotá más cerca al cielo de Macondo”, esta experiencia invita a regresar a 1947, año en que Gabriel García Márquez llegó a Bogotá para estudiar Derecho en la Universidad Nacional. A través de sus textos y entrevistas, es posible reconstruir cómo percibió la ciudad: un lugar frío, gris, cubierto de montañas y envuelto en una llovizna constante.
El recorrido inicia frente a la Casa de la Moneda, con una voz en off que rememora la llegada del escritos y resume su primera impresión de la ciudad con una frase reveladora: “El frío me obligaba a pensar con más claridad”. Desde ese punto, la ruta avanza por el corazón del centro histórico, pasando por lugares emblemáticos como la Biblioteca Luis Ángel Arango, la Plaza de Bolívar, el Chorro de Quevedo y la Quinta de Bolívar. A lo largo del trayecto, fragmentos de sus crónicas, relatos y poemas guían a los visitantes, permitiéndoles experimentar la ciudad a través de los ojos del Nobel.
“Nosotros abordamos temas que lo marcaron profundamente en la ciudad, y uno de esos, sin duda, fue el 9 de abril, fecha que él vivió en primera persona”, afirma Gutiérrez. “Ese viaje al pasado es lo que recreamos en esta experiencia, que tiene también un fuerte componente poético, porque, como decían sus amigos más cercanos, en el fondo él era poeta. Y, por supuesto, exploramos el vínculo tan estrecho que tuvo con el Espectador y el tranvía”.
Y es que Gutiérrez explica que en 1947, Eduardo Zalamea Borda reconoció su talento precoz y dijo que, con apenas 19 años, García Márquez ya era un gran escritor. A lo que él respondió “Qué jodido, para toda la vida me tocó ser escritor”. Es por esto que uno de los puntos más significativos del recorrido es la parada frente a la antigua sede del Espectador en el edificio Continental.
“El periodismo fue decisivo en su formación”, explica Gutiérrez. “En una época sin escuelas de periodismo, fueron figuras como Guillermo Cano, José Salgar y Eduardo Zalamea Borda quienes moldearon su mirada crítica del mundo y le enseñaron a escribir. Por eso, uno de los momentos más dolorosos de su vida fue el asesinato de Cano, a quien consideraba su gran mentor”.
Además, en este recorrido, el tranvía cultural es más que un medio de transporte: es un símbolo. En los años 40, un joven Gabo, sin mucho dinero, pero con muchos sueños, se movilizaba en tranvía por cinco centavos. La empanada con tinto costaba lo mismo. Y también lo costaba El Espectador, donde publicó su primer cuento, La tercera resignación. El tranvía marcó su cotidianidad y ahora marca también el hilo conductor de esta experiencia, que recorre una Bogotá que ya no existe, pero que aún se recuerda.
El trayecto continúa por barrios tradicionales, calles empedradas y lugares donde aún hay vestigios de los recorridos de aquellos viejos tranvías. Se toma la Circunvalar, se pasa frente a las taquillas de Monserrate, se divisa la Iglesia del Barrio Egipto y se baja por la calle 9ª hasta la carrera 2ª. Es un viaje que no solo revela los espacios que inspiraron su literatura, sino que permite comprender cómo la ciudad es parte activa en la construcción de su universo narrativo.
“Uno de los momentos más íntimos ocurre en una terraza con vista a los cerros orientales. Allí, los visitantes comparten un café y una empanada, evocando las costumbres sencillas del Nobel. Es un espacio para la contemplación y la conversación, donde se reflexiona sobre su legado, se recuerda que una estrella y un exoplaneta fueron bautizados como Macondo y Melquíades en su honor, y se habla de literatura, memoria y astronomía”, dice Gutiérrez, “porque la ciudad también tiene un gran potencial en astroturismo, y queremos que la gente vea que Bogotá realmente está cerca del cielo, en todos los sentidos”.
Por su parte, Santamaría menciona que esta experiencia va más allá de la figura del escritor: “Esta ruta exalta a Bogotá como una ciudad literaria, un lugar de encuentros, inspiración y creación. Recorriendo sus calles, los visitantes descubren una capital que ha sido testigo de grandes procesos culturales y que hoy apuesta por el turismo cultural como una herramienta para fortalecer su identidad”.
Y es que, según datos del Instituto Distrital de Turismo, esta propuesta forma parte de una oferta turística cada vez más robusta, que combina naturaleza, historia y cultura. Bogotá realiza más de 1.200 eventos al año y ofrece más de 100 experiencias únicas. El turismo representa el 2,7 % de las empresas activas en la ciudad, genera más de 130.000 empleos y sostiene museos, teatros y galerías. Rutas como esta no solo preservan la memoria de un escritor universal, sino que impulsan el desarrollo de una ciudad que ve en el turismo un motor de transformación social, cultural y económico.
“La ruta no está dirigida exclusivamente a “gabólogos” o expertos. El objetivo esencial es inspirar a leer a García Márquez y demostrar que, aunque era un genio, uno puede encontrar genios y talentos en todas partes si se les da la oportunidad. La idea es inspirar a los niños y los jóvenes: si Bogotá formó al Nobel de Literatura de Colombia, nuestro país puede dar muchos más Nobel de Literatura”, afirmó Gutiérrez.
Recomendaciones prácticas para tomar el recorrido
Según Santamaría, estas son algunas recomendaciones:
- Consulte previamente en VisitBogota.co: Allí encontrará la guía completa de esta y otras rutas, además de recomendaciones de agencias y operadores aliados.
- Use ropa cómoda y abrigo liviano: Bogotá tiene un clima cambiante. Se recomienda llevar sombrilla o impermeable.
- Lleve cámara o celular con batería suficiente: Algunos puntos del recorrido ofrecen vistas espectaculares ideales para fotos.
- Dispóngase a caminar y a conversar: Esta es una ruta para reflexionar, hablar de poesía y de literatura, déjese sorprender.
- Reserve con antelación si va con guía: Algunas agencias ofrecen recorridos personalizados o en grupos con horarios fijos.
- Aproveche para explorar más: Combine esta experiencia con otras rutas patrimoniales, gastronómicas o naturales que ofrece la ciudad.
“Visitar lugares como estos nos permite entender que somos una ciudad turística, abierta al mundo. El turismo nos ofrece experiencias distintas, nos conecta con otras culturas y, además, impulsa nuestra economía, mejora la empleabilidad y se convierte en una herramienta social y económica clave para el desarrollo urbano. No hay una ruta mejor que otra: cada recorrido responde a los intereses y motivaciones de quienes nos visitan. Ese es precisamente el valor agregado de Bogotá como destino: su diversidad de enfoques y experiencias”, afirmó Santamaría.
Según el director, la cultura y la naturaleza seguirán siendo ejes fundamentales en la oferta turística de la ciudad. De hecho, invita a descubrir una Bogotá que va más allá de Monserrate o los museos tradicionales, si no conocer una ciudad que se destaca por su riqueza patrimonial, arquitectónica e histórica, por la vitalidad de sus expresiones artísticas y por las múltiples formas de conocimiento que ofrecen sus espacios. A esto se suma una oferta natural en constante crecimiento, con propuestas que integran deporte, recreación y contacto con la biodiversidad.
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