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En los últimos años, Uzbekistán ha comenzado a ocupar un lugar destacado en las listas de viajeros que buscan destinos con historia, autenticidad y paisajes sorprendentes. Ubicado en pleno corazón de Asia Central, este país, clave en la antigua Ruta de la Seda, despierta un renovado interés no solo por su riqueza cultural y arquitectónica, sino también por sus tradiciones vivas, su hospitalidad y su geografía diversa. ¿Qué convierte a Uzbekistán en uno de los destinos de moda? A continuación, le contamos algunas de las razones que explican este creciente atractivo.
Uno de los factores clave ha sido el esfuerzo del país por consolidarse como un destino seguro y confiable. Recientemente, Uzbekistán se convirtió en el 26º Estado en adherirse al Código Internacional para la Protección de los Turistas, un marco que busca salvaguardar los derechos de los viajeros y mejorar su experiencia. Esta adhesión forma parte de una estrategia más amplia para desarrollar un turismo sostenible que contribuya a diversificar la economía nacional, tradicionalmente centrada en el cultivo del algodón. Esta actividad, además de ser intensiva en agua, ha dejado serias consecuencias ecológicas, como la dramática reducción del Mar de Aral.
Consciente de la necesidad de transformar su modelo económico, el presidente Shavkat Mirziyóyev ha subrayado que triplicar o cuadruplicar los ingresos por turismo permitiría al país reducir progresivamente su dependencia del algodón. Su objetivo es ambicioso: alcanzar los 15 millones de visitantes extranjeros en 2030 —el doble que en 2023— y generar ingresos cercanos a los 5.000 millones de dólares. La apuesta se basa en una premisa clara: cada dólar invertido en turismo puede generar tres o cuatro veces más en beneficios para la economía nacional.
Para lograrlo, Uzbekistán ha adoptado una “política de puertas abiertas”, eliminando la exigencia de visado para ciudadanos de cerca de cien países. Otros 55, incluyendo Colombia, pueden obtenerlo fácilmente en línea por un valor de 20 dólares. Esta apertura se ha visto acompañada de fuertes inversiones públicas en infraestructura: solo en los dos últimos años, el gobierno ha destinado 1.000 millones de dólares a la restauración de monumentos históricos, mejora de carreteras, puentes y sistemas de energía y agua, lo que a su vez ha incentivado inversiones privadas por más de 2.000 millones de dólares.
Otro de los aspectos fundamentales que explican el creciente interés por Uzbekistán es su ubicación estratégica en el eje de la histórica Ruta de la Seda, una de las redes comerciales más importantes de la antigüedad. Durante siglos, este territorio fue punto de encuentro de culturas, religiones y saberes, lo que dio lugar a un legado arquitectónico y urbano de gran riqueza. Las antiguas ciudades caravaneras que florecieron en sus oasis son testimonio de ese esplendor.
Cuatro ciudades que debe conocer en Uzbekistán
Samarcanda
Samarcanda, una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo, representa la esencia misma de la grandeza histórica de la Ruta de la Seda en Asia Central. Situada en un punto estratégico del comercio entre Oriente y Occidente, esta ciudad fue durante siglos un punto estratégico de unión de culturas, religiones y saberes. Hoy, su imponente Plaza del Registán sigue siendo el corazón palpitante de ese legado. Flanqueada por tres majestuosas madrasas —Sher Dor, Ulug Beg y Tilla-Kari—, la plaza deslumbra con sus fachadas revestidas de cerámica turquesa y detalles en pan de oro. Estas escuelas islámicas, construidas entre los siglos XV y XVII, no son simples edificaciones históricas: son símbolos vivos del papel protagónico que tuvo Samarcanda como centro de conocimiento, ciencia y arte.
Quien decida visitar Samarcanda debe prepararse para una experiencia que va más allá del turismo convencional. Además del célebre Registán, vale la pena explorar otros lugares emblemáticos, como la necrópolis de Shah-i-Zinda, con sus mausoleos decorados en azulejos del siglo XIV; la mezquita Bibi Khanum, una de las más grandes de Asia Central; y el Observatorio de Ulug Beg, donde este sultán-astrónomo realizó cálculos astronómicos de notable precisión para su época.
Los expertos aconsejan reservar al menos tres días para conocer la ciudad con calma, recorrer sus avenidas arboladas y dejarse llevar por la atmósfera mágica que la envuelve.
Bujará
Bujará, ubicada en Uzbekistán, es una de las ciudades más antiguas de Asia Central y un importante punto histórico en la Ruta de la Seda. Su centro histórico, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, atrae a miles de turistas anualmente. Fundada aproximadamente en el siglo V a.C., la ciudad ha sido conocida por diversos nombres a lo largo de la historia y ha pasado por manos de varios conquistadores, alcanzando su apogeo cultural durante el Imperio Samaní en los siglos IX y X, cuando figuras como Ibn Sina y Omar Khayyam vivieron allí.
Entre los monumentos más destacados de Bujará se encuentra la Fortaleza Ark, el símbolo arquitectónico más antiguo de la ciudad que data del siglo IV a.C., y el complejo Poi-Kalyan, situado en el corazón de la ciudad, que incluye el imponente Minarete Kalyan (construido en 1127), la Mezquita Kalyan (principal mezquita de los viernes con capacidad para 12.000 fieles) y la Madraza Miri-Arab (fundada en 1536), que fue la única madraza en funcionamiento durante parte de la era soviética. También destaca el Mausoleo de Samánidas, una estructura de ladrillo construida a finales del siglo IX que ha permanecido casi inalterada durante mil años.
Jiva
Khiva (también conocida como Jiva) es una ciudad-museo ubicada en el desierto de Uzbekistán, considerada la perla del país y Patrimonio Mundial de la UNESCO. Según la leyenda, creció alrededor de un pozo llamado Keivah, cavado por el hijo de Noé, aunque arqueólogos confirman su existencia desde el siglo VI a.C. Tras periodos como centro zoroástrico, religioso y científico donde trabajaron Al-Khorezmi y Al-Beruni, y después de sufrir la destrucción por Gengis Kan en 1220, Khiva fue proclamada capital del Kanato de Khiva en 1598, convirtiéndose en un importante centro islámico hasta que en 1924 pasó a formar parte de la Unión Soviética de Uzbekistán.
El principal atractivo de Khiva es Itchan-Kala, una antigua fortaleza amurallada de 26 hectáreas donde viven unas 300 familias de artesanos y donde se concentran todos los monumentos significativos de la ciudad. Entre ellos destacan: el minarete Kalta Minor, símbolo emblemático que quedó inacabado a 29 metros de altura; el complejo Islam-Khoja con su minarete de 56 metros; la Mezquita Juma con sus 213 columnas de madera; el Mausoleo de Pakhlavan Makhmud, lugar sagrado para los locales; y diversos palacios como el Tash-Khovli y el Nurullabay, este último con salas ceremoniales en estilo Art Nouveau ruso. La ciudad cuenta además con varios museos dedicados a la historia, artesanía y cultura de la región de Khorezm.
Shakhrisabz
Shakhrisabz, una de las ciudades más hermosas de Uzbekistán ubicada a 80 km al sur de Samarcanda, posee una historia de 2700 años que comenzó como Kesh, capital del antiguo estado de los Sogdianos y centro cultural y comercial. A lo largo de su historia, la ciudad fue conquistada por Alejandro Magno en el 329 a.C., experimentó el surgimiento de la cultura helenística, estuvo bajo el reinado de varias dinastías durante un milenio y se convirtió en centro de resistencia anti-árabe y anti-islámica en el siglo VIII. Sin embargo, alcanzó su mayor esplendor gracias a Amir Timur (Tamerlán), quien nació cerca y la convirtió en su residencia, renombrándola como “Shakhrisabz” (Ciudad verde en persa) y ordenando la construcción del palacio Ak-Saray.
En la actualidad, Shakhrisabz cuenta con numerosos monumentos arquitectónicos que han llevado a su centro histórico a ser declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO, entre los que destacan las ruinas del palacio Ak-Saray, el complejo memorial Dorut Tilovat, la mezquita Kok-Gumbaz y diversos mausoleos como Dorus Siodat y Shamsad-Dina Kulyala. La economía de la ciudad se centra en el procesamiento del algodón, la conservación de alimentos, la fabricación de maquinaria agrícola y especialmente la artesanía, siendo reconocida por sus peculiares tejidos de alfombras, bordados finos y gorras uzbekas (tubeteikas), cuyos productos han ganado reconocimiento en exposiciones y festivales internacionales.
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