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Santa Marta celebra 500 años: guía para conocer sus joyas turísticas imperdibles

Desde las montañas sagradas hasta las playas caribeñas, Santa Marta ofrece múltiples razones para visitarla, conocerla y vivirla.

Redacción Turismo

30 de julio de 2025 - 09:30 a. m.
El malecón de Bastidas, en Santa Marta (Colombia).
Foto: EFE - Carlos Ortega
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En 2025, Santa Marta, la ciudad más antigua de Colombia celebra medio milenio de existencia.

Fundada el 29 de julio de 1525 por Rodrigo de Bastidas, esta ciudad caribeña combina historia ancestral, paisajes exuberantes y una riqueza cultural única. Y su aniversario número 500, es un buen momento para descubrir o redescubrir los destinos turísticos que la convierten en un paraíso entre el mar y la montaña.

Acá les dejamos una guía por los lugares más emblemáticos que no pueden faltar en su itinerario.

Parque Tayrona: donde la selva abraza el mar

Ubicado a unos 34 km de la ciudad, el Parque Nacional Natural Tayrona es uno de los espacios protegidos más emblemáticos del país. Aquí, el mar Caribe se encuentra con la selva tropical en una sucesión de bahías, manglares y montañas que encierran una biodiversidad única. La entrada principal por El Zaino permite el acceso a senderos bien señalizados que conducen a playas como Arrecifes, La Piscina y Cabo San Juan, cada una con su propia atmósfera de tranquilidad y belleza.

Además de ser un refugio natural, el parque conserva vestigios de la cultura Tayrona, visibles en los caminos empedrados y terrazas antiguas, lo que suma un valor histórico a la experiencia ecológica.

Sierra Nevada de Santa Marta: el corazón espiritual de la región

Declarada Parque Nacional Natural en 1964 y Reserva de la Biósfera por la UNESCO en 1979, la Sierra Nevada es la montaña costera más alta del mundo. Sus picos nevados, que se elevan a más de 5.700 metros sobre el nivel del mar, conviven con ecosistemas tropicales, ríos cristalinos y una diversidad de especies que solo existen en esta región.

Allí habitan pueblos indígenas como los Kogui, Arhuaco, Wiwa y Kankuamo, guardianes de un conocimiento ancestral que considera a la Sierra como el centro espiritual del mundo. Para los visitantes, es posible acceder a puntos como San Lorenzo, ideal para caminatas ecológicas y avistamiento de aves, o participar en recorridos culturales organizados por las mismas comunidades indígenas.

Ciudad Perdida: un viaje al pasado indígena

En lo profundo de la Sierra Nevada se esconde Teyuna, más conocida como Ciudad Perdida. Esta antigua urbe prehispánica, construida por los Tayrona hacia el siglo VIII, solo es accesible a pie mediante una caminata de varios días. El trayecto total, de aproximadamente 44 km ida y vuelta, implica cruzar selva húmeda, ríos y montañas, en un recorrido exigente pero profundamente revelador.

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La travesía, guiada por expertos locales, permite una inmersión en la naturaleza y en la historia indígena, mientras se recorren terrazas circulares, escalinatas de piedra y caminos que aún conservan su estructura original. Ciudad Perdida no solo es un destino arqueológico, sino también una experiencia de conexión cultural y física con el territorio.

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Minca: oasis de montaña para desconectarse

A 14 km de Santa Marta, en las estribaciones de la Sierra, se encuentra Minca, un pequeño pueblo ecológico que se ha convertido en un refugio para viajeros en busca de naturaleza y tranquilidad. Reconocido por su clima fresco, fincas cafeteras y rutas de senderismo, Minca es ideal para caminatas al amanecer, baños en ríos y avistamiento de aves, especialmente en la ruta a San Lorenzo y la Reserva Natural de Aves El Dorado.

Destacan dos atractivos naturales: las Cascadas de Marinka, con piscinas naturales ideales para relajarse tras una caminata de 90 minutos desde el pueblo; y Pozo Azul, a unos 5 km de Minca, donde el agua fría, la vegetación densa y un fenómeno óptico —que tiñe el agua de tonos azules al atravesar el follaje— hacen de la visita una experiencia única.

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Taganga: pesca ancestral y atardeceres inolvidables

A solo 15 minutos al norte de Santa Marta se encuentra Taganga, una bahía rodeada de montañas que ha sido habitada tradicionalmente por pescadores. Aunque se ha transformado en un punto de encuentro para mochileros y buceadores, conserva tradiciones como el uso de la atarraya, una red lanzada con destreza por pescadores locales.

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Taganga es también una excelente opción para observar atardeceres sobre el mar Caribe y acceder a playas remotas como Playa Grande. Desde aquí salen embarcaciones hacia calas más apartadas dentro del Parque Tayrona, lo que la convierte en una base ideal para explorar la costa en pequeñas expediciones.

Playa Blanca: descanso frente al mar

Ubicada a 10 minutos del sector turístico de El Rodadero, Playa Blanca es una de las más visitadas por quienes buscan mar turquesa y arena clara cerca de la ciudad. Aunque el acceso requiere una breve caminata o paseo en lancha, el paisaje vale la pena: aguas tranquilas, buena oferta de gastronomía local y zonas para practicar deportes acuáticos como kayak o esnórquel.

Es una opción ideal para una excursión de día desde Santa Marta, especialmente para quienes desean combinar comodidad, servicios turísticos y paisajes naturales.

Bahía Concha: naturaleza sin pretensiones

A solo media hora de Santa Marta, Bahía Concha ofrece un entorno natural más rústico y relajado. Aunque no cuenta con hoteles ni construcciones, sí dispone de zonas para acampar o colgar hamacas bajo la sombra de árboles costeros. El acceso es sencillo y el paisaje, dominado por la vegetación de la Sierra y la amplitud de la playa, resulta perfecto para una jornada de descanso sin multitudes.

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Aunque antiguamente formaba parte del Parque Tayrona, hoy se gestiona como una zona turística independiente con servicios básicos.

Taironaka: historia viva a orillas del río Don Diego

A unos 58 km en dirección a Riohacha, se encuentra la Reserva Natural y Arqueológica de Taironaka, un sitio que conserva terrazas construidas por los antiguos Tayrona. A través de senderos y visitas guiadas, los visitantes pueden explorar vestigios arquitectónicos, conocer el museo arqueológico y entender el valor simbólico del territorio para los pueblos indígenas actuales.

Una de las actividades más populares es el tubing por el río Don Diego: una experiencia de relajación y aventura donde se desciende por el agua en flotadores, rodeado de selva y sonidos naturales. El acceso es fácil en transporte público o privado, y los precios varían según las actividades elegidas.

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