Turismo

Santander, un departamento en el que se respira aventura

Desde canotaje sobre el río Fonce hasta parapente en el Cañón del Chicamocha se puede practicar en San Gil, un municipio rodeado de cultura, religiosidad y riqueza gastronómica. 

Mónica Rivera*
22 de agosto de 2018 - 05:36 p. m.
Una de las principales atracciones es volar en parapente a más de 200 metros de altura sobre el Cañón de Chicamocha. / El Espectador
Una de las principales atracciones es volar en parapente a más de 200 metros de altura sobre el Cañón de Chicamocha. / El Espectador

Desde el primer momento que se pisa Santander uno puede quedar atónito. Si se llega por avión a Bucaramanga y se hace el recorrido por tierra hasta San Gil, se disfruta toda la majestuosidad del Cañón del Chicamocha, pero si se viaja por carro desde Bogotá, los sembrados de papa de Boyacá se entremezclan con las montañas que conforman la Cordillera Central.

Por este último camino se pueden encontrar tanto rastros de la historia de la independencia del país como iglesias de hace más de dos siglos, que conservan reliquias ancestrales. Por ejemplo, en el parque principal del Socorro están las estatuas de Antonia Santos y José Antonio Galán, quienes hicieron parte de la justa libertadora, mientras que en Barichara, en medio de sus calles empedradas y casas con tapias, se vive la cultura y se puede seguir un camino real creado desde la Colonia, que llega hasta el municipio de Guane.

En Guadalupe se vive un ambiente religioso. En medio de la veneración a la virgen del mismo nombre, las calles se adornan con su imagen mientras en el pequeño casco urbano se celebra la cultura mexicana y a la vez conserva las tradiciones de un pueblo campesino colombiano.

Si se viaja entre sus carreteras se encuentran fácilmente Las Gachas o, como también se denomina, el Caño Cristales de Santander. Una fuente de agua natural que ha creado sobre las piedras grandes agujeros donde sus visitantes pueden nadar.

El contraste es particular, mientras los turistas bajan desde el nacimiento del agua hasta los agujeros más grandes, descubriendo su profundidad, los lugareños hallan en los hoyos de mayor dimensión un espacio propicio para lanzarse en resbaladizos y compartir en familia.

Las Gachas son rojas como las que se encuentran en La Macarena, a una corta distancia de la vía principal y de libre acceso para los turistas.

La aventura más extrema se encuentra hacia el norte. En San Gil, el río Fonce lleva consigo la diversión de dos deportes extremos. En lo más alto, se puede comenzar a hacer rafting. En el río, rodeado de monte, en el que con suerte se ven monos entre los árboles, se crean rápidos perfectos para que hasta los niños puedan practicar el canotaje, en balsas en las que viajan hasta siete personas y sobre una corriente de agua que permite aprender piruetas a quienes decidan saltar.

Sobre este mismo afluente, en una plataforma a más de 70 metros de altura, se puede hacer bungee. En la región se encuentran lugares para saltar desde 140 metros de alto en los que se asegura a quien se atreva a intentarlo que solo sentirá el vacío de caer, aun más adrelina cuando rebota la cuerda que lo suspende y nada más que satisfacción al momento de volver a tocar tierra; una sensación incomparable con cualquier otra actividad similar. 

Para realizar senderismo o torrentismo el lugar indicado es Pinchote. A pocos kilómetros del casco urbano se encuentra el salto El Mico, donde no solo hay circuitos para largas caminatas, sino además un cable de vuelo y actividades de altura, entre las que se encuentra el torrentismo.

Al llegar a la cascada, el descenso se hace por dos cuerdas, una de seguridad y otra sobre la cual la persona que realiza la actividad va bajando. El descenso es suave y el contacto con el agua refrescante en una zona donde el clima es hasta de 21 °C con una humedad del 90 %. 

Finalmente está el vuelo en parapente. En el norte del departamento, en medio del Cañón del Chicamocha además de la imponente vista que rodea el parque, desde muy temprano se pueden ver personas sobre lo más alto. 

El viento es fundamental para comenzar a elevarse. Un cielo despejado es propicio para subir a más de 300 metros de altura y llegar a ver todo el cañón y, si hay suerte, desde lo lejos identificar Bucaramanga. El vuelo puede durar hasta 15 minutos y costar hasta $200.000.

Para quienes buscan otro tipo de diversión hay diferentes tipos de experiencias. Mientras que en Pichote se puede visitar la casa de Antonia Santos, donde se puede conocer parte de su historia, de la revolución de los Comuneros y la Independencia, en Barichara se aprende a hacer bloques con tapia pisada, cuadros con tierra como pintura y recorrer el camino real que el alemán Geo Von Lengerke construyó en tiempos de la Colonia. 

En San Gil está la cueva La Vaca, donde se puede hacer espeleología o explorar su conformación. El circuito lo conforma un recorrido de 500 metros en medio del cual hay que caminar sobre el agua y se hallan tanto murciélagos como estalactitas de grandes dimensiones. 

La principal atracción es el cuarto de espejos, donde el techo está lleno de unas formaciones blancas, que al ser iluminadas permiten ver un techo lleno de pequeños conos que parecen vidrios incrustados. De acuerdo con los exploradores de la cueva, la formación tiene grandes dimensiones, pues el recorrido más largo que se ha hecho allí adentro ha sido de 16 horas. 

Santander ofrece más que una larga variedad de atracciones turísticas por conocer, su atractivo principal es, sin duda, la práctica de deportes extremos y la historia que se conserva de las gestas libertadoras. Este departamento es ideal para disfrutar al máximo y hacer de un viaje algo inolvidable.

*Invitación de Hoteles Terrazas de la Candelaria y Terrazas Guadalupe.

Por Mónica Rivera*

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