El Sendero Vicachá, también conocido como San Francisco–Vicachá, es uno de los caminos más emblemáticos de los Cerros Orientales de Bogotá. Con apenas dos kilómetros de extensión, conecta naturaleza e historia en un recorrido que sigue la ribera del río San Francisco —llamado Vicachá por los muiscas, “el resplandor de la luna”—, pieza clave en la fundación de la ciudad.
Se trata de un refugio natural dentro de la Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de Bogotá, donde aún pueden apreciarse ecosistemas como el bosque alto andino y el bosque de niebla.
El trayecto incluye escalones de piedra y tronco, además de miradores que permiten observar cómo la ciudad se funde con la vegetación de los cerros.
Lo que ofrece el recorrido
Quienes lo visitan se encuentran con una muestra viva de biodiversidad: vegetación abundante y colorida, además de panorámicas que hacen de este sendero uno de los más llamativos de la capital. El espacio también guarda huella cultural: en sus alrededores surgieron algunos de los primeros barrios en la época colonial, y fue allí donde se registraron los inicios de la fundación de Bogotá.
Cómo llegar
- Vehículo particular: Por la Avenida Circunvalar en sentido sur, hasta el funicular de Monserrate. La entrada se encuentra 200 metros adelante.
- TransMilenio: Hasta la estación Las Aguas (salida oriente). Desde allí se toma el Eje Ambiental hacia el funicular de Monserrate y, luego, 200 metros al sur por la Circunvalar.
- SITP o bus: Paradero El Molino EAAB (Av. Circunvalar con calle 19C). Frente al paradero encontrará el letrero de ingreso.
Información clave para la visita
- Horario: sábados, domingos y festivos, de 7:00 a. m. a 12:00 m.
- Punto de entrada: carrera 1 # 20-65C.
- Reserva previa: los grupos son de máximo 30 personas, por lo que es necesario agendar en la página web del Acueducto de Bogotá.
- Restricciones: no se permite el ingreso de mascotas y la reserva no cuenta con servicio de parqueadero.
Con su mezcla de naturaleza, miradores y memoria histórica, el Sendero Vicachá es una invitación a redescubrir los cerros que custodian la capital, en un espacio donde la ciudad se encuentra con el bosque.