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Primera entrega: el triángulo dorado: Delhi, Jaipur y Agra

Turismo en India: entre la belleza y el caos

Hay muchas prevenciones y recomendaciones, pero en el país de Gandhi hay que dejarse llevar. Estas son algunas de las curiosidades de esta cultura milenaria que convive con los animales y los protege como a cualquier otro ser, que siguen usando la mano derecha para comer y creen en cientos de dioses, y en su cultura cada elemento, cualquier cosa representada, tiene un significado espiritual. India, un país para abrir los sentidos y contagiarse de sus sonrisas.

María Alejandra Castaño Carmona
09 de octubre de 2019 - 08:40 p. m.
Turismo en India: entre la belleza y el caos

Ruido, gente, colores, vacas, dioses, cúrcuma, jengibre, cardamomo, carros, tuctucs, motos, sonrisas. Pitos, carcajadas, olores, religiones, cantos, sonidos de campanas, más bulla, más pitos, más gente, más sonrisas. Viajar a India es abrirse a otro universo, y no regresar igual.

En un país de 1.354 millones de habitantes, 22 idiomas oficiales y una superficie de 3’287.595 km², todos los conceptos y paradigmas sobre las relaciones sociales, la organización, el estilo de vida y las leyes en general cambian y nos encontramos con un nuevo mundo basado en acuerdos que datan de hace miles de años y han ayudado a construir la historia de la humanidad.

El territorio indio y sus riquezas han sido codiciados por muchos exploradores, desde Alejandro Magno hasta el Imperio británico. A través de invasiones e imperios, del nacimiento de religiones y la caída de civilizaciones, India ha resistido y se ha convertido en uno de los lugares más carismáticos para el viajero.

“Somos un país que tiene mucha cultura, historia, contrastes y tolerancia. Somos yoga y meditación, somos una nación de idiomas y dialectos. Somos un país donde viven todas las religiones del mundo y convivimos sin conflicto. Es curioso que todos han llegado a conquistarnos, pero nuestra cultura india sigue viva”, dice Anil Sharma, experto en turismo en India.

Los indios lucen, huelen, suenan y se comportan diferente, y es cuando a veces olvidamos que seguimos siendo lo mismo: humanos, con cualidades, defectos y necesidades. Buscando un Dios o un fin. Satisfaciendo deseos, o cumpliendo sueños. Pero lo que los indios no olvidan es sonreír.

Ya muchos lo han advertido y parece una realidad: el que entra a India no sale igual, y de eso se trata la vida, de evolucionar o, bueno, por lo menos cambiar.

Una sonrisa, una mirada a los ojos, sincera, que invita a aprender de su cultura de la no violencia, que convive con los animales y los protege como a cualquier otro ser. Que siguen usando la mano derecha para comer y creen en cientos de dioses, y cada elemento, cualquier cosa representada, tiene un significado espiritual. Creen en una primera trinidad conformada por las deidades Brahma, Visnú y Shiva, que representan el ciclo de la creación, conservación y destrucción.

“También tenemos dios de la lluvia, del agua, del fuego, de la tierra. Es una filosofía de la religión hindú que asegura que cualquier cosa que nos da un beneficio significa algo poderoso en nuestra vida, y por ese respeto debemos cuidarlo bien”, cuenta Dilip Singh, guía certificado de India.

“Respetamos la comida como a cualquier otro dios. En general, la gente en la casa se queda sentada en el suelo, sobre una alfombra o una telita, en posición de meditación, con los pies juntos. Creemos que al comer en el suelo se recibe energía positiva de la tierra, y que al comer con la mano, por el movimiento de los dedos, el cerebro recibe la señal de ingerir comida y así el estómago se prepara para la digestión”, añade el guía.

Nunca será suficiente tiempo para un país tan grande, tan complejo, tan rico, tan distinto, pero el “triángulo dorado” conformado por Delhi, Agra y Jaipur puede ser una gran aproximación. Namasté.

Delhi, entre la belleza y el caos

Muchas personas están en busca de un dios, de una salvación, de la ilusión de que todo puede estar mejor. Solo en India, por ejemplo, conviven el hinduismo (79,8 % de la población), el islamismo (14,2 %), el cristianismo (2,3 %), el sijismo (1,7 %), el budismo (0,7 %) y el jainismo (0,4 %), entre otras. Pero para algunos, esa búsqueda de la perfección y algunos intereses personales han hecho que nos olvidemos del ser humano, de “la paz universal: la meta suprema de la humanidad”, como lo dice la fe bahá’í.

Desde donde se le vea es inmenso, armónico y majestuoso. Basta no más con cruzar la puerta principal, para sentir que se está en otra dimensión. El caos que genera el ruido de los carros, vendedores, viajeros y caminantes de la capital de los 28’514.000 habitantes se disipa y vuelven las sonrisas de paz y purificación, como el significado de la flor.

Las celebraciones del Templo, construido en mármol blanco, cemento de dolomita y arena, y formado por 27 grandes pétalos, son para todo el público. Sus nueve puertas de acceso, que simbolizan la diversidad de razas humanas y su unidad esencial, desembocan en una gran sala central, donde caben más de 2.500 personas. La única condición para entrar es estar descalzo y respetar el absoluto silencio. Un oasis de paz en medio del ruido de la capital.

Por otro lado, en Nueva Delhi también está el gran Akshardham, el templo hindú más grande del mundo. La seguridad es igual a la de un aeropuerto internacional, y está prohibido el ingreso, entre otros, de celulares y cámaras. De todas formas, es tal la majestuosidad y la cantidad de personas, dioses, figuras y sensaciones, que agradecerá no tener ninguna distracción electrónica.

La entrada al templo es gratuita, salvo la asistencia a espectáculos concretos. Como muchos otros monumentos principales en India, cierra los lunes. Y para entrar, como en otros templos hindúes, es obligatorio cubrirse hombros y piernas.

Por otro lado está el Gurdwara Bangla Sahib, el más importante de la fe Sikh o Sij, en Nueva Delhi.

Un Gurdwara es el lugar de culto de los sijs, cuyos creyentes nunca se cortan el pelo ni la barba, y el elemento más característico de su indumentaria es el turbante, como un símbolo de realeza, una corona de rey que finalmente se convirtió en un accesorio masculino. La tela debe tener nueve metros de largo y enrollarse cada día.

El de Delhi es de mármol blanco, del que destaca una gran cúpula dorada. En el complejo, además, hay una sala de oración, una galería de arte, una escuela, un estanque con agua sagrada, la cocina y un comedor comunitario donde no hay diferencias.

La única condición para ingresar al complejo es entrar con la cabeza cubierta y los pies descalzos. La entrada es gratuita y está abierto las 24 horas.

En India todo tiene historia e historias. Por eso es difícil no dejarse sorprender con cada palabra que el guía menciona. Con una gran sencillez y pulcritud, el Raj Ghat (patio real) es otro imperdible de Nueva Delhi. Este espacio, que genera paz y admiración, refleja a la perfección la esencia y personalidad del gran líder al que rinde homenaje: Mahatma (Gran Alma) Gandhi. Han pasado 67 años desde su asesinato, pero se le venera con la misma intensidad con la que la India lloró su muerte. Todos los billetes llevan su rostro.

El mausoleo, que está ubicado cerca del reconocido río Yamuna a su paso por Delhi, conmemora el lugar donde fueron incinerados sus restos. Es una losa de mármol negro con una llama encendida en una de sus esquinas e indica el kilómetro cero del país.

La Puerta de la India es otro de los monumentos más famosos de Delhi. Fue construida en memoria de los más de 90.000 soldados indios que perdieron sus vidas durante las guerras afganas de 1919 y en la Primera Guerra Mundial.

Este lugar es bastante concurrido por los indios y en las noches es común que se reúnan a jugar cricket, deporte nacional. Además, en Rajpath (camino real) vía donde se encuentra la puerta, se realizan varios desfiles y celebraciones.

Por otro lado, está el Fuerte Rojo de Delhi, una muestra del poderío del emperador mongol Shah Jahan, mucho más conocido por ser el artífice del Taj Mahal.

También construida por el mogol, la mezquita Jama Masjid es una de las mayores de la India. También es el centro de culto principal para los musulmanes de Delhi. Se encuentra al principio de la calle Chandni Chowk, en la Vieja Delhi. Está a diez minutos del Fuerte Rojo y está sobre un promontorio desde donde se ve la parte vieja de la ciudad.

Otro recomendado es el Qutab Minar, el minarete de ladrillos más alto del mundo, el monumento islámico más antiguo de la ciudad. Tiene 72,5 metros de alto y su edificación comenzó inmediatamente después de la caída del último reino hinduísta de Delhi en 1193.

La Tumba de Hymayun (segundo emperador mogol de la India) y quien mandó a construir este precioso mausoleo para su esposa Haji Begum, es el antecesor y la fuente de inspiración del Taj Mahal.

Entre muchos otros templos y monumentos, estas son solo algunas de las otras opciones que se pueden visitar en Delhi, una ciudad para perderse y conectarse con cada sonrisa, cada mirada, cada historia y cada comida, mientras algún pito lo despierta y le recuerda que el caos a veces también hace parte de la vida.

Dónde dormir Hay muchas opciones para todos los gustos y presupuestos. Además, importantes cadenas internacionales tienen su hotel en la ciudad. WelcomHotel Dwarka es una buena opción.

Recomendado En un país donde todo es tan desconocido, el tráfico es tan complicado y el idioma, la cultura y la diferencia horaria son diferentes, lo ideal es viajar con una agencia de viajes que ofrezca todos los servicios, incluido guía en español y seguro de viajes. Cualquier agencia que tenga el respaldo de la mayorista Mega Travel Colombia le garantizará buen precio y calidad. Se sorprenderá con los precios y las rutas.

Visa Los ciudadanos colombianos pueden aplicar por una e-visa de turista a través de internet.

Moneda 100 rupias equivalen a $5.000.

Mejor época para visitar India Por su clima, es ideal viajar entre finales de octubre y finales de abril.

(SEGUNDA PARTE: Viajar a la India: qué ver y qué hacer, consejos y curiosidades)

*Invitada por Mega Travel.

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