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Viajar ya no se trata solo de chequear una lista de monumentos famosos. Cada vez más personas buscan experiencias transformadoras que les permitan sentir, conectar y aprender. En ese contexto, ha ganado terreno el turismo experiencial, una forma de viajar que prioriza la inmersión cultural, la interacción directa con comunidades locales y la vivencia de emociones genuinas.
Según Ostelea, escuela internacional de turismo y hotelería, este enfoque va mucho más allá de lo superficial: “El turismo experiencial ha revolucionado la forma en que viajamos. Busca generar conexiones auténticas, emociones inolvidables y recuerdos que van más allá de la superficie. Si alguna vez ha sentido que un viaje lo ha transformado, probablemente ha experimentado el poder de este enfoque”.
¿Qué es el turismo experiencial y por qué es una tendencia creciente?
A diferencia del turismo tradicional, que suele estar basado en itinerarios rígidos y actividades prediseñadas, el turismo experiencial pone al viajero en el centro de vivencias auténticas. No se trata solo de observar, sino de participar: cocinar con una familia local, sembrar o cosechar productos autóctonos, aprender una danza típica o sumarse a festividades tradicionales.
“El turismo experiencial es una invitación a vivir cada país desde adentro. No se trata solo de visitar un lugar, sino de sentirlo”, asegura María Carolina Padilla, country manager de Civitatis, plataforma especializada en tours y actividades en español. Y añade: “Compartir con comunidades locales, saborear su cocina, comprender sus historias y participar en sus celebraciones cambia por completo la forma de viajar”.
Esta búsqueda de sentido también ha influido en otras formas de turismo, como el bleisure, tendencia que combina negocios y placer. Cada vez más profesionales aprovechan sus viajes de trabajo para explorar los destinos más allá de las reuniones y conferencias. Visitan museos, prueban la gastronomía local o hacen caminatas por entornos naturales, integrando así descubrimiento personal con compromisos laborales.
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Cinco claves para diseñar una experiencia inolvidable
Para quienes quieren adentrarse en esta forma de viajar, Ostelea propone cinco pasos:
- Identificar intereses y motivaciones: elegir destinos y actividades que conecten con la identidad personal.
- Investigar el destino: buscar opciones que incluyan interacciones con habitantes locales y acceso a expresiones culturales vivas.
- Planificar con flexibilidad: dejar espacio para la espontaneidad y el descubrimiento no programado.
- Participar activamente: involucrarse, preguntar, escuchar y aprender durante cada momento del viaje.
- Reflexionar y compartir: revivir lo vivido a través de la narración, ya sea en redes sociales, diarios o conversaciones.
Colombia, destino ideal para el turismo experiencial
Con su diversidad geográfica, riqueza cultural y calidez humana, Colombia se ha posicionado como un escenario privilegiado para quienes buscan más que una postal bonita. Desde selvas y desiertos hasta pueblos coloniales y ciudades vibrantes, cada rincón del país ofrece oportunidades para conectar profundamente con las raíces del lugar.
“Hoy, los viajeros que llegan a Colombia buscan conectar. Conectar con la cultura, con los sabores locales y, sobre todo, con las personas”, afirma Padilla. “Los tours culturales e inmersivos son los más demandados, especialmente los que combinan historia, gastronomía y tradiciones vivas”.
Algunos de los destinos más representativos de esta tendencia en Colombia son:
- Eje Cafetero: recorridos por fincas productoras, talleres de catación, senderismo y avistamiento de aves.
- Amazonas: inmersión en la selva, contacto con comunidades indígenas y navegación por el río Amazonas.
- La Guajira: intercambio con la cultura wayuu, exploración de paisajes desérticos y playas vírgenes.
- Boyacá: visita a pueblos coloniales, aguas termales, mercados artesanales y festivales tradicionales.
- Medellín: tours de memoria histórica, arte urbano, innovación social y transformación urbana.
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Uno de los tours recomendados que ofrece Civitatis es la excursión a los pueblos palafíticos en la Ciénaga Grande de Santa Marta. “Es una experiencia completamente distinta al turismo convencional. Permite conocer comunidades como Nueva Venecia, que viven sobre el agua y han construido una forma de vida única”, explica Padilla y agrega: “Los viajeros navegan entre casas sobre pilotes, visitan escuelas e interactúan con sus habitantes. Se van conmovidos, reflexivos y con una visión distinta del país”.
Una herramienta de transformación social
El turismo experiencial no solo transforma al viajero, también empodera a las comunidades anfitrionas, pues son ellas las que abren las puertas de sus territorios, comparten sus tradiciones y garantizan que las experiencias sean auténticas y sostenibles.
“Las comunidades locales son el corazón del turismo experiencial”, enfatiza Padilla. “En Civitatis, muchas de nuestras actividades han sido seleccionadas por su capacidad de generar impacto positivo en las regiones donde operamos”.
La plataforma trabaja bajo tres pilares de sostenibilidad: fomentar el empleo local, promover el intercambio cultural a través de experiencias significativas y contribuir al desarrollo económico de los territorios. Muchas de las experiencias son guiadas por pobladores que conocen y aman su tierra, lo cual garantiza un turismo respetuoso con la identidad cultural y los saberes ancestrales.
Además de su valor económico y cultural, el turismo experiencial también juega un rol importante en la transformación de la imagen del país. “Muchos visitantes llegan a Colombia con ideas preconcebidas, pero al interactuar con su gente, conocer su historia y descubrir su naturaleza, se llevan una imagen positiva, diversa y profunda”, concluye Padilla.
Así, el turismo experiencial no solo representa una nueva forma de viajar, sino también una poderosa herramienta de conexión, aprendizaje y desarrollo sostenible; porque cuando un viaje toca el alma, deja huella para siempre.
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