Gusanos, cáñamo y café: la materia prima de un proyecto de moda

MORERA FASHION SILK es un emprendimiento sostenible y social que se realiza con mujeres cabeza de familia del Cauca.

Lucety Carreño Rojas
28 de marzo de 2020 - 09:00 p. m.
Las mujeres caucanas que realizan sericultura tienen entre 30 y 60 años. / Cortesía Morera Fashion Silk
Las mujeres caucanas que realizan sericultura tienen entre 30 y 60 años. / Cortesía Morera Fashion Silk

Paralelamente siembran la morera, la única planta con la que se alimenta el gusano, día de por medio. Si no hay morera, no hay gusano. La tarea del animal es comer y dormir. Cuando crecen, las artesanas ayudan a sacarlos con cuidado de las camitas y los ponen en unos plásticos, en los que los gusanos crean capullos.

Las tejedoras meten los capullos y los gusanos en agua caliente. Ahí mueren los animales. Los capullos se deshacen y sale la seda, que las campesinas desenredan y adelgazan con sus dedos, hasta convertirla en hilos. Luego los cuelgan en el patio y cuando se secan quedan listos para teñir y tejer en las ruecas. Entre la crianza y el producto terminado pueden pasar tres meses, pues se trata de un engranaje: mientras sale nueva morera, los gusanos producen hilos y así recircula el proceso.

Las campesinas continúan pasando esta tradición de generación en generación, a pesar de que no es tan conocida en el resto del país. Un saber del que también se han aprovechado personas que conocen su potencial, pero que no quieren reconocer el talento y el valor del trabajo.

La diseñadora caleña Carolina Quintero conoció de la comunidad hace cinco años, por recomendación de la presentadora Violeta Bergonzi. “Pensaba en la seda como un material suave para pijamas. Llegué y me encontré con otra realidad. Las artesanas me contaron que estaban desilusionadas de tantas veces que las habían engañado y que estaban pensando en sembrar otras cosas”.

Quintero vio el potencial que tenían las mujeres campesinas y decidió, junto con sus socios, Felipe López y Miguel Prettel, apostarle dinero y tiempo para que no perdieran la tradición. Empezaron con brigadas de salud y después buscaron la manera de introducir los productos en la industria de la moda. Así nació Morera Fashion Silk, proyecto en el que participan cinco mujeres cabeza de hogar, de entre 30 y 60 años. “Cogimos sus tejidos y los convertimos en ropa. Hicimos chaquetas con ayuda de Héctor del Roble, diseñador caucano”.

Del Roble se involucró para que las artesanas innovaran con sus productos. Estudió diseño de moda en Cali porque, dice, quiere que la gente vea la moda no como algo superficial, sino social. “Colombia es un país que necesita más gente que mire la parte social desde todos los ámbitos. Hay que quitarle a la moda ese estigma que tiene de que es banal, de que son solo desfiles, modelos delgadas y que está dirigida a la élite”.

El diseñador, nacido en Bolívar, Cauca, cuenta que desde su profesión busca mostrar lo bueno de su departamento. “A la gente le hablan del Cauca y piensa en guerrilla, bloqueos en las vías, droga, mafia, crímenes. Con mi trabajo quiero mostrar otra faceta. Mi inspiración son los campesinos. Son las personas que más dan amor y me gusta sacarlos a relucir en mis colecciones”.

Morera Fashion Silk creció. Quintero se dio a la tarea de recorrer ferias nacionales e internacionales para que más gente conociera sobre la calidad de los productos hechos con seda de gusano. Especialmente el tradicional poncho, que exhiben sin intervenciones, 100 % hecho a mano.

Además de realizar el proceso orgánico para obtener la seda, el proyecto tiene un enfoque sostenible. Por ejemplo, utilizan hojas de café, cáñamo, nopal y pétalos de rosa para teñir las telas. Cuando necesitan sacar colecciones con colores fuertes, como rojo o azul, intentan no utilizar químicos. “Ellas están capacitadas para hacer los teñidos. Cuando les hago encargos trato de pedirles colores tierra, que son los que llaman más la atención, porque se ven más naturales. Cuando un cliente sabe que está teñido con café o nopal queda impresionado”, asegura Quintero.

El color de la seda es blanco perlado, pero no todos los capullos salen con esa tonalidad. Algunos se manchan y las artesanas, en lugar de botarlos, los guardan en canastas para teñirlos y usarlos para hacer accesorios o decoraciones, que también venden.

“Quiero que la gente valore el trabajo del artesano, porque son los que sostienen a este país. Paguen lo justo y no le pidan rebaja a un campesino. Ellos trabajan de sol a sol, casi no duermen y tienen que bajar desde la montaña con sus productos”, dice Del Roble.

En la empresa, Quintero se encarga de la parte comercial. En 2018 estuvo en una macrorrueda de negocios en París, en la que tuvo tanta aceptación que no paró de dar entrevistas para explicar el proceso artesanal, pues en Oriente Medio y China la seda es muy apetecida. Según Quintero, en ese mercado impacta lo novedoso de las piezas.

“Queremos vender no solo el producto terminado, sino también la materia prima. Esperamos que las mujeres que forman parte del proyecto mejoren su calidad de vida y la de sus familias, y organizarlas con una empresa rentable para que lo que ganan no se convierta en plata de bolsillo”, dice Quintero, quien logró llegar a los mercados de España, México y Estados Unidos, y montar un showroom en Cali.

Aunque no han tenido grandes ventas, pues el producto es costoso debido al largo y delicado proceso que conlleva su elaboración, Morera Fashion Silk le seguirá apostando al mercado de la moda, a lo social, a lo sostenible y a mostrar el talento nacional ante el mundo, expandiendo sus ventas a través de la página web y las redes sociales.

Por Lucety Carreño Rojas

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