Aprendiendo arquitectura de los animales

El profesor de la Universidad Javeriana, Óscar Perilla, reseña el libro “Habitanimal-Urbanimal” del arquitecto Willy Drews, una obra que usa diversos saberes para comprender las formas en que se usa el espacio en la naturaleza.

Óscar Perilla /especial para El Espectador
06 de julio de 2017 - 10:25 p. m.
Aprendiendo arquitectura de los animales

 

"Algunos animales construyen como arquitectos, algunos arquitectos construyen como animales"

 

Con esta cita de un enigmático Guillermo Swerd, el arquitecto Willy Drews, comienza el libro “Habitanimal-Urbanimal”, publicado por la Universidad de los Andes, un trabajo que se constituye en una aguda reflexión sobre las estructuras que conforman el hábitat de diferentes especies animales —incluyendo al "animal humano"— con una perspectiva transversal y como una invitación implícita para aprender de la naturaleza.

Willi Drews es un arquitecto que se ha destacado no solo por su juicioso ejercicio profesional e importante trayectoria docente, sino también por su constante reflexión acerca del quehacer del arquitecto colombiano. A lo largo de su larga carrera profesional ha sido también un prolífico escritor que ha colaborado con diversos medios y ha publicado libros como "Las leyes de Willy para arquitectos", uno de los más conocidos en el gremio.

En Habitanimal-Urbanimal, Drews analiza la relación entre la arquitectura y la naturaleza con una perspectiva que es al mismo tiempo reveladora y asequible, si bien, abordando un tema que no es nuevo pues la naturaleza ha servido de inspiración a los arquitectos a todo lo largo de la historia, como lo analiza el teórico de la arquitectura Alexander Tzonis en su libro “Hacia un entorno no opresivo”.

Tsoniz divide la historia de la arquitectura en dos: un período pre-racional —que sigue la obra de la naturaleza— y otro racional —que se libera de ésta—. El período preracional hace referencia a la tradición arquitectónica que surgió específicamente con los griegos, cuyas formas nosotros llamamos racionales pero que son en realidad fruto de un cuidadoso y paciente análisis de la naturaleza de la cual, mediante números y medidas intentaron copiar el “modelo divino”. Sus edificios no pretendían ser fruto de actos creativos de diseño, sino que desarrollaban la configuración de sus edificios con el mismo sentido del deber ser con el que las abejas o las termitas crean sus estructuras.

Este período preracional fue reemplazado, según Tzonis, por el humanismo del renacimiento donde el devoto constructor preracional que buscaba la belleza y la pureza divina dio paso al diseñador renacentista que, según palabras de Alberti obedece al "argumento y discurso" implantado en su mente, liberándose del pesado deber de continuar la obra de la naturaleza. Esta separación entre el hombre y la naturaleza trajo consigo a su vez una separación entre el hombre y su entorno, propiciando también lo que el filósofo Peter Sloterdijk llama una dicotomía entre el sujeto y el objeto.

Esta aproximación humanista —cuyos principios han guiado el desarrollo de las ciencias y las artes hasta el día de hoy— parece, sin embargo, estar siendo revalorada desde diferentes flancos. Uno de ellos es precisamente el conjunto de reflexiones que se han venido considerando parte del ‘post-humanismo’, palabra que hace referencia a un nuevo paradigma de pensamiento que se caracteriza por la destrucción de la centralidad del hombre en el desarrollo del conocimiento —destruyendo la oposición sujeto-objeto—, volviendo al deber ser de la naturaleza y destruyendo las fronteras disciplinares.

Aunque no cuenta con la radicalidad de aquellos que defienden las tesis del post-humanismo, podríamos decir que la reflexión que plantea Willy Drews en “Habitanimal-Urbanimal” apunta en alguna medida en este sentido: ver al hombre como una especie animal más que hace parte de la naturaleza como las otras especies animales y cuyas estructuras deben analizarse con la misma aproximación con la que éstas son analizadas.

Con una agenda como esta, no sorprende que Drews deba tomar distancia de la disciplina misma de la arquitectura para abordar los temas de la vivienda y la ciudad desde una perspectiva que desafía sus límites disciplinares: lo hace desde la biología —con la asesoría del biólogo Carlos Drews—. Esa distancia disciplinar y esa visión general y desinteresada que se permite Drews, le da la posibilidad de evidenciar patrones comunes dentro las construcciones de las diferentes especies estudiadas —incluyendo las del "animal humano"— y el impacto que su configuración puede llegar a tener en sus habitantes y creadores, arrojando así una luz sobre los complejos problemas de las ciudades y los edificios contemporáneos.

El libro está dividido en dos grandes capítulos que coinciden con su título: "Habitanimal" y "Urbanimal". El primero hace referencia a la vivienda, entendida como el refugio natural o construido en el que se habita de manera temporal o permanente. Allí analiza, entre otros, nidos madrigueras, la función estética de algunas creaciones animales, la habilidad artesana de algunos animales y el uso común de algunos materiales que le han servido tanto al hombre como a algunos animales para la creación de sus estructuras. Muestra, por ejemplo, cómo el tejedor africano llama a su hembra cuando considera terminado su nido para su inspección, que si no es aprobado es destruido para ser construido nuevamente, o como hay avispas que vienen utilizando mezclas equivalentes al cemento y tratamientos para el confort climático de sus viviendas desde hace millones de años.

En el segundo capítulo, Drews estudia la ciudad entendida como el conjunto de estructuras que son el asiento de una sociedad organizada, con actividades especializadas, con una población numerosa y densa, y que habita una estructura física propia. En este capítulo Drews estudia las estructuras colaborativas de abejas, avispas y termitas, y cómo éstas se relacionan con sus propias estructuras sociales. Analiza también la ciudad humana relacionando algunos de sus problemas —como el hacinamiento­— con detallados estudios de animales en laboratorio. Menciona por ejemplo al patólogo Charles Southwick quien estableció que una colonia de ratas en una jaula podía soportar una alta densidad hasta que se introducían ratas extrañas, momento en el cual las agresiones se incrementaban y se generaban cambios biológicos asociados al estrés, como un aumento en el peso de las glándulas suprarrenales o el aumento de la cantidad de eosinófilos en la sangre; situaciones que se presentan de manera análoga en el entorno humano.

Reflexiones como ésta son expuestas de una manera sumamente clara, en un formato bellamente editado, con ilustraciones en prismacolor hechas por el mismo autor y libre de terminología académica compleja. Por todo esto, “Habitanimal-Urbanimal” es un libro muy recomendado no solo para arquitectos y biólogos, sino también y especialmente, para el público en general.

 

*Arquitecto. Magister en Arte y Espacio Público del Royal Melbourne Institute of Technology (RMIT). Profesor y director de proyectos de grado en la Facultad de Arquitectura de la Pontificia Universidad Javeriana. Director de ASDF arquitectura.

Por Óscar Perilla /especial para El Espectador

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