Turismo
Publicidad

Brasil, el gigante de Suramérica

El país que próximamente será sede del Mundial hoy ocupa el segundo lugar como destino preferido en América del Sur, después de Argentina.

Lorena machado fiorillo / Especial para El Espectador
21 de octubre de 2013 - 01:52 p. m.
Brasil, el gigante de Suramérica

 Para conocer bien Brasil hace falta tiempo. Si bien unas vacaciones dan un panorama de lo vasto y variado que es, adentrarse en su esencia requiere más que un par de caipiriñas y un tour de siete días. Lo primero es trazar la ruta de viaje dependiendo del interés y sabiendo que en temporada alta (diciembre – marzo) los hoteles suben sus precios en un 30%.

Los principiantes curiosos preferirán cuadrar su agenda en los días del Carnaval de Río de Janeiro, que se celebra entre febrero y marzo, y marca el principio de la cuaresma. Pero lo cierto es que sea la fecha que elija y el lugar que conozca se irá con las ganas de volver.

Aparte de la Amazonía, la tierra de Ronaldo y Ronaldinho tiene dos grandes destinos claves: Río de Janeiro y Salvador de Bahía, ciudades que necesitan de un presupuesto alto para poder disfrutarlas de lleno. Un real, la moneda oficial, son aproximadamente 855 pesos colombianos y usted puede estar gastando desde $50.000 en hostal o hasta $200.000 en hotel por noche y casi $100.000 por día si va solo.

Los tiquetes desde Bogotá tienen un precio de $2.500.000 y, a medida que pasan los meses y se acerca la Copa Mundial de Fútbol, se van encareciendo. Así que si su plan incluye estar los días de fútbol es mejor que se haga a un paquete completo lo más pronto posible.

Ubicada en el sureste de Brasil, entre el mar y la montaña, Río de Janeiro, de veranos cálidos e inviernos suaves, es uno de los íconos del mundo. Uno de los planes clásicos, y que tiene a todo turista con la misma foto en su álbum de viajes, es visitar una de las sietes maravillas del mundo moderno: Cristo Redentor. La estatua de 38 metros de altura es la imagen de Jesús de Nazaret con los brazos abiertos contemplando la ciudad en la cima del cerro de Corcovado.

En la boca de la bahía de Guanabara está otra figura imponente. El Pan de Azúcar es un morro de 396 metros de altura al que se puede acceder por dos teleféricos que salen cada 30 minutos, además de ofrecer 50 rutas para escaladores.

Si lo que quiere es playa, en los barrios más famosos de la ciudad, Copacabana e Ipanema, puede encontrar el paraíso. En el primero se topará con una playa tranquila en forma de media luna rodeada de numerosos restaurantes, ciclovías, casinos, cines, museos y edificios emblemáticos. En el segundo, mucho más lujoso y elegante, se puede disfrutar de boutiques y discotecas donde los locales aseguran que se hacen las mejores fiestas del país mientras que las playas con olas fuertes son perfectas para los surfistas y ver la puesta del sol es casi que un ritual.

Para experimentar algo mucho más natural en el camino debe desviarse, a pie, en bicicleta o bus, hacia el Parque Nacional Tijuca, que con 39.53 kilómetros cuadrados brinda una experiencia con la naturaleza dentro de la ciudad. Como el bosque urbano más grande del mundo, se pueden apreciar varias especies en vía de extinción, practicar senderismo con vías que están bien señalizadas, espeleología, parapente o simplemente sumergirse en sus hermosas cascadas.

Menos popular entre extranjeros, pero con la consigna de ser la capital de la alegría, Salvador de Bahía tiene la combinación de un casco colonial colorido, una de las mejores gastronomías y numerosas playas de aguas templadas como Itapuan, Pituba, Artistas y Porto da Barra. Allí, se alinean los restaurantes típicos, donde se venden mariscos en todas sus presentaciones, buñuelos de frijol y el acarajé, que es un bollo elaborado con una masa de judías carillas y camarones. El ají, casi siempre muy fuerte, es mejor pedirlo aparte. También se pueden practicar deportes a vela, buceo y pesca submarina.

Es importante pasarse por el Mercado Modelo, el mayor centro de artesanías del país con influencias de la cultura africana y los indios brasileros. Otro de los símbolos de la ciudad es el Elevador Lacerda, un ascensor público que conecta a la Ciudad Baja con la Ciudad Alta, y que con dos torres atraviesa la ladera de la montaña.

Por Lorena machado fiorillo / Especial para El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar