Turismo
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Ciudad de contrastes

No tan conocida, pero encantadora, Recife, en el nordeste de Brasil, se ha convertido en un polo turístico que crece a pasos agigantados.

Camilo Segura * / Brasil
12 de marzo de 2013 - 08:57 p. m.
Además de recorrer el centro con sus calles coloniales, disfrutar de las playas de Recife es un plan imperdible.  / 123rf
Además de recorrer el centro con sus calles coloniales, disfrutar de las playas de Recife es un plan imperdible. / 123rf

La historia de la capital de Pernambuco está marcada en su arquitectura y folclor. Fundada en 1537 por los portugueses, Recife sufrió en 1630 una invasión que la convirtió por más de 20 años en la sede del gobierno holandés en Brasil. Una etapa histórica que trajo consigo un desarrollo urbanístico y artístico que persiste y que hoy es motivo de orgullo de sus habitantes.

Un gran contraste con la arquitectura moderna y sofisticada de las áreas empresariales y hoteleras está en el diseño y color de las grandes casonas que componen el sector de Recife Antiguo. Un barrio que en la actualidad alberga a restaurantes reconocidos en el ámbito nacional. La ciudad es el principal polo gastronómico del nordeste de Brasil y el tercero del país.

Este barrio está marcado por el puerto natural, que es aprovechado por pescadores artesanales de escasos recursos y empresas turísticas que ofrecen toures por el río Capibaribe, durante los cuales es posible observar las tres islas que conforman el centro de la ciudad. El recorrido se hace en una embarcación llamada catamarán.

Allí, en Recife Antiguo, también está la Plaza del Marco Cero, donde se confunde un gran centro comercial especializado en artesanías de cada uno de los poblados del estado de Pernambuco, una preciosa vista marina y el calor de los músicos callejeros locales.

Cerca de este lugar existen muestras de la multiculturalidad de Recife. Un convento católico convertido en centro comercial, decenas de comercios judíos, la sinagoga Kahal Zur (la primera de América), el parque de esculturas Francisco Brennand y el antiguo observatorio conocido como la Torre Malakoff.

A 30 minutos en carro, partiendo desde el centro de la ciudad, está el instituto Ricardo Brennand, un museo que recoge elementos físicos que dan cuenta de la historia de Brasil, las armas y las guerras medievales, colecciones balísticas y esculturas, así como elementos religiosos que, en su mayoría, son réplicas exactas de las piezas más famosas del arte global.

Recife, sin embargo, también es un destino de confort y descanso. En la playa de Boa Viagem (que cuenta con siete kilómetros) vale la pena pasar días enteros admirando el mar de múltiples tonalidades, las personas haciendo deportes náuticos o jugando al fútbol playa, una escena típica brasileña. A pocos metros de la arena no faltan los bares y restaurantes de todos los estilos. Además, alrededor existe una oferta hotelera con cerca de diez mil habitaciones en temporada alta.

Esta ciudad satisface todas las expectativas que se puedan tener sobre un viaje a Brasil. Un verano permanente de 30 grados centígrados, cultura, buen comer, playa y, sobre todo, dos millones de habitantes abiertos al turismo, son garantías de que este es uno de los mejores destinos urbanos en el país más grande de Suramérica.

* Esta crónica fue posible gracias a una invitación de LAN.

Cómo llegar

De lunes a domingo LAN tiene una frecuencia diaria directa que sale de Bogotá rumbo a São Paulo. La duración aproximada del trayecto es de seis horas y el aterrizaje tiene lugar alrededor de la 1:30 de la tarde.

Desde São Paulo, aerolíneas TAM cuenta con nueve frecuencias diarias a Recife, de lunes a domingo, desde las 3:35 a.m. hasta las 11:20 p.m. La duración del recorrido es de 3 horas y 15 minutos.

Por Camilo Segura * / Brasil

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