Turismo

Portugal, viaje a la bondad del pasado

Un país entregado al mar con destinos vibrantes a medio camino entre la modernidad y un pasado histórico que se remonta a tiempos romanos.

Redacción Buen Viaje
16 de julio de 2013 - 01:03 p. m.
Portugal, viaje a la bondad del pasado

Al final de la calle hay un semáforo y unos metros después un pequeño muelle, una marina para apenas una veintena de botes. Luego está el río y después del puerto y las bodegas de la zona industrial, lejos de los puentes que unen las orillas de la bahía, el atardecer se riega sobre el amplio brazo de las aguas con un dorado profuso que baña las colinas, al tranvía y a las calles llenas de carros en hora pico.

De la noche angosta y caótica del barrio de Alfama, en Lisboa, brota el fado, y los turistas fluyen continuamente por calles plagadas de bares y pequeñas viviendas con ropa colgando de los balcones. Una atracción, pero también un modo de vida, una especie de himno nacional en el que no se cantan los héroes y las batallas, sino el desamor y la pérdida.

Como otros reinos de antaño, Portugal parece vivir bajo la sombra de haber sido imperio, una tierra que produjo un tiempo de conquistadores y exploradores para terminar entrando, eventualmente, en una depresión poscolonial. La gloria pesa y uno de sus precios es la melancolía, una nostalgia perpetua que, más que resentimiento, emergió principalmente transformada en verso y canción, en algunas de las formas más bellas de la tristeza: un país entregado al recuerdo hecho poesía.

La tierra de Camões, Pessoa, Saramago y Amália Rodrigues es un terreno fértil para la imaginación, un lugar en donde la creación surge en plazas y pequeños locales de comercio poblados de criaturas excepcionales. El hombre sin metafísica que habita los versos de Tabaquería (uno de los grandes poemas de Fernando Pessoa); la dueña de una tienda de Oporto en donde los clientes son los encargados de hacer las cuentas y pagarle: la mujer no sabe escribir y, a fuerza de costumbre, ejerce el don inusual de confiar a diario en la bondad de los extraños.

Portugal, tanto como muchos otros países, aunque más que varios, encubre una serie de contradicciones que permiten alojar un estilo particular de vida coloreado con matices y grietas. Un país con un índice nacional de lectura similar al de Colombia (o sea, muy bajo), pero capaz de producir algunas de las manifestaciones culturales más rotundas del mundo. Una nación con un profundo arraigo rural que hace parte de una Europa entregada al desarrollo industrial como principal fuerza para definir qué es el progreso.

Ambas paradojas pueden estar conectadas con la época de la dictadura, los años que algunos portugueses recuerdan como un tiempo de escasez. Vivir con poco. En esta esquina de la vida, una de las certezas impermeables a la escasez es el pasado. No terquedad, no resignación, sino más la exploración de una época común, un terreno colectivo para definirse como pueblo. De nuevo, tanto como muchos otros países, aunque más que varios, Portugal es una suerte de museo al aire libre, una tierra antigua, orgullosa de mostrar cómo el paso del tiempo ha dejado un rastro de hermoso desgaste, una piedra de río largamente tallada por el agua.

Sitios como Coimbra son testimonio de esto, una ciudad universitaria, asentada en un lugar edificado por los romanos, que hoy bulle con una vida llena de una alegre algarabía diseminada en cafés, bares y buenos restaurantes. Las bases de su gran museo, el Machado de Castro, uno de los más imponentes del país, que este año compite por ser el museo europeo de 2013, son una amplia estructura que fue erigida bajo el mandato del emperador romano Trajano. La ciudad también es sede de una de la Biblioteca Joanina, una de las más bellas del planeta, que acoge anualmente a más de medio millón de visitantes.

En Oporto, en la dorada quietud del atardecer, el río, el Duero, fluye a través de una rivera poblada por bodegas de vino y antiguas casas apiñadas una al lado de la otra, como si la misma piedra se hubiera quebrado en cientos de pedazos. El lugar fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco hace varios años.

Entre los callejones estrechos, lejos de la calma inmediata del agua y las gaviotas que huyen de una tormenta mar adentro, el casco histórico de la ciudad se despliega cuesta arriba con una geometría improbable que cobija museos, librerías, monasterios y un largo etcétera de instituciones culturales hechas para inscribir el pasado como parte esencial del presente.

Lejos de los centros comerciales, el grueso de los visitantes se agolpa bajo la estatua de Camões, en un céntrico lugar de Lisboa. No muy lejos de allí, otra horda de cámaras dispara instantáneas sobre la estatua de Fernando Pessoa. Los turistas se agolpan en el parqueadero del tranvía, mientras la tarde empieza a ceder ante el creciente fragor de la noche. Colina arriba, una mujer descuelga ropa de un balcón. Le grita a su marido que suba. El hombre juega con un gato. “Un minuto. Es la mejor hora del día. Es la luz de Lisboa”.


Clima

Varía según la región. Pero durante la temporada de mitad de año es caluroso. La temperatura oscila entre los 20 y 27°C.

Prefijo telefónico

+351

Cómo llegar

Aerolíneas como Iberia tienen vuelos directos diarios a Lisboa, la capital portuguesa, por precios que oscilan entre $1.200.000 y $2.000.000. Lo ideal es reservar con tiempo para obtener mejores tarifas o comprar tiquetes con escala en Madrid o Estados Unidos, que pueden ser más económicos. El trayecto dura cerca de 9 horas.

Planes

Disfrutar de las increíbles playas del país. La costa de las Beiras, por ejemplo, tiene lagunas inmensas y dunas de arena. La región del Algarve es la más concurrida. Sin embargo, aún en verano las aguas de las playas son un poco frías.
Visitar el Cabo de la Roca, el punto más occidental del continente europeo, situado en el municipio de Sintra, a unos 42 kilómetros de Lisboa.

Recorrer el centro histórico de la ciudad de Oporto, al norte de Portugal, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Descubrir los castillos e iglesias de estilo Barroco y Romano del valle del Douro y el Minho.
Conocer el Santuario de Nuestra Señora de Fátima y dejarse descrestar por las dos basílicas construidas en su nombre.


No deje de comer…

El bacalao en todas sus formas y preparaciones.

Dónde dormir

Pousada de Cascais
Avenida Dom Carlos I, 2750-310 Cascais
Tel. 351 214 814 300

Bairro Alto Hotel
Praça Luís de Camões 2, 1200-243 Lisboa
Tel: 351 213 408 288
www.bairroaltohotel.com/es/

Quinta da Casa Branca
Rua da Casa Branca 7, 9000-088 Funchal
Te. 351 291 700 770
www.quintacasabranca.com

Martinhal Beach Resort & Hotel
Quinta do Martinhal, 8650-908 Sagres
Tel. 351 282 240 200
www.martinhal.com

Pestana Palace
Rua Jau 54, 1300-314 Lisboa
Tel. 351 213 615 600
www.pestana.com 

Por Redacción Buen Viaje

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