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El turismo urbano es uno de los primeros tipos de turismo practicado en el mundo. ¿Qué lo ha impulsado en los últimos años?
El aumento en la conectividad aérea en el mundo, el menor costo del transporte, más opciones de compras, de entretenimiento, de gastronomía, más interacción entre profesionales, una mejoría en las condiciones económicas de los países, como Colombia, que aumentó de manera significativa el poder adquisitivo de su población y su clase media creció de forma importante. Además de que el turismo se ha diversificado y la tecnología ha facilitado enormemente el acceso a la información y ha contribuido a disminuir la carga económica de los viajes.
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¿Podemos hablar de tendencias en este turismo? Si es así, ¿cuáles?
El turismo urbano tiene como complemento la oferta cultural, relacionada con museos o recorridos históricos dentro de las ciudades, oferta gastronómica y complemento de viajes de negocios, en donde muchos empresarios, además de atender sus reuniones, aprovechan para conocer la oferta turística de los lugares que visitan o sus alrededores.
Hay ciudades como Bogotá que son escala casi obligatoria para los viajeros internacionales. Solo en años recientes ha comenzado a cambiar con la conectividad desde otras ciudades. Eso hace que sea la capital más visitada del país. Y de forma parecida sucede con otros destinos.
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¿Cuál es el perfil de los viajeros que lo practican?
Es un viajero que invertirá en esta experiencia un máximo de tres días y que por lo general tiene alta capacidad de gasto pues el viaje está, por lo general, ligado a otras actividades, como ferias, fiestas o congresos. Este viajero busca tener facilidad en la movilidad, con un sistema de transporte eficiente e información a la mano. Aunque tiene buena capacidad de gasto, busca una relación adecuada entre la oferta y el precio, y busca mezclarse con los locales para vivir una experiencia más auténtica.
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¿Cómo hacer para promover el turismo en las ciudades pero al mismo tiempo resguardar su parte sostenible?
El turismo urbano ha sido objeto de análisis por parte de la Organización Mundial del Turismo desde hace algún tiempo, pues, por un lado, existen varias ciudades, especialmente en Europa, que están expresando rechazo al alto flujo de viajeros que reciben y en donde consideran que no se justifica el impacto económico que se genera versus el impacto en la cotidianidad de los habitantes de los centros turísticos.
Recientemente, la OMT propuso 11 estrategias para manejar el turismo urbano, que incluyen ampliar la oferta en las ciudades para que los visitantes no se queden en un solo lugar, vincular a los locales en la estrategia de promoción e impacto, generar nuevas estrategias que diversifiquen la oferta de experiencias, así como la estacionalidad del viajero, mostrar a los habitantes de la ciudad el impacto positivo que genera recibir este tipo de turismo y una mejora constante de la infraestructura urbana para facilitar el movimiento y el disfrute de las experiencias.
En Bogotá, por ejemplo, hay buenos alrededores para complementar. Zipaquirá, Nemocón, pueblos de montaña e incluso Boyacá, así como el Parque Chingaza, a apenas 55 kilómetros, donde además de disfrutar de una extraordinaria experiencia, podemos sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de nuestra biodiversidad y obtener ingresos para reinvertir en su desarrollo y conservación.
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